El siglo XXI lo abrimos en este país con un sabor y una textura parecida a como abrimos el siglo XX, arrastrando una sociedad civil inestable, descontenta con la forma de gobierno y de cómo cúpulas se habían hecho con el poder, vivimos una época enferma que desnuda no solo la falta de cultura política del venezolano sino una avalancha de taras y manchas en la personalidad y el autoestima que nos obliga a revisarnos profundamente a todos, Venezuela tomó durante los últimos 16 años una silueta de montonera postmoderna, éramos casi el mismo grupo de salvajes que conformaban las masas desmovilizadas y deprimidas de las ciudades y pueblos del interior pero con un poquito más de educación, con un poquito más comodidad y el punto más importante, un poquito más de paz.
Las masas descontentas que crecieron alrededor de la guerra federal y que terminaron dando sus últimos golpes con Castro y Gómez vivieron una existencia de guerra, de montonera, de caos, no existía en Venezuela algo que no fuera inspirado o tomado de la mano por la violencia, el compás lo marcaban las balas y los cambios, el caudillo, nosotros tuvimos una pequeña diferencia. Durante los 40 años de democracia muchas cosas negativas salieron a flote y para mal transformaron nuestra clase política y nuestra sociedad en perezosa, importadora, despreciativa, racista, clasista y un montón de epítetos negativos, surgieron nuevas palabras imbuidas de un contexto social alterado y desigual, empezaron a asomarse los “sifrinos” los “marginales” los “tierruos” y los “niñobien”, pero eso también tenía otra cara, la de una paz relativa y la de una comodidad progresivamente ganada, de crecimiento de la clase media, de creación de empresas, de capital extranjero, e incluso lo invertido en la educación (que no fue mucho ni lo que debería pero no deja de tener un resultado significativo) también permitió que al margen de eso también se dieran los primeros pasos para la comprensión de una nación que llevaba más de 120 años en el momento en que se inicia formalmente el periodo de democracia, ser comprendida.
Fue en la época de Gómez cuando surgen o se forman al margen de un Vallenilla Lanz, gente como un Mariano Picón Salas, un Arturo Uslar Pietri, un Miguel Otero Silva, y el par de Rómulos que en toda su fecunda obra tanto literaria, como histórica, como política, apuntaban a la comprensión de una época y una sociedad de la que, viendo con detenimiento, muy poco se sabía, años después en los revoltosos años 60 y 70 surgen otras voces tan variopintas como las de Orlando Araujo, Carlos Rangel o Briceño Guerrero, que aunque abordando el asunto desde diferentes perspectivas políticas, metieron repetidas veces el dedo en la llaga y nos obligaron a reconsiderar la idea de nosotros como individuo y como nación, pero fue el mojón de la superioridad, esa misma superioridad sobrada y sabrosa que caracteriza tanto al venezolano de hoy en día, la que evitó en su momento que se valorara o se internalizara los conceptos escritos por ellos, que aunque cayendo en diferentes vertientes, todos iban a lo mismo, de que no comprendemos la nación y de que estábamos sentados en una mezcla combustible de riqueza e ignorancia. Para el momento en que volteamos a ver el asunto ya era demasiado tarde, ya teníamos 10 años con un Chávez en el poder, robusto, risueño y omnipotente.
Pero no todo está perdido.
Haber caído en Chávez huele más a una bendición maldita que a una maldición bendita, una maldición bendita es algo esencialmente malo que te reporta algún bien final pero sin una lección trascendental, es la muerte de alguien que te beneficia profundamente, que alguien muera atropellado por un camión para que te ganes la lotería, pudo todo haber salido bien pero a fin de cuentas murió una persona, tu ganaste, pero no aprendiste nada, una bendición maldita es muy parecida sin embargo contextualmente diferente, es sufrir el peor dolor, el peor castigo pero como medio para aprender una gran lección trascendental, es la mortificación que prevé la sabiduría, venturosamente podremos recuperarnos y aprender una lección, pero hay que esforzarse, hay que avanzar y hay que seguir, Panfleto negro durante largo tiempo parece haber sido el único sitio web de opinión donde parece reunirse la juventud que se ha dado cuenta de eso, del momento en el que estábamos y de la necesidad de generar cambios puntuales en lugares específicos, de que los jóvenes no solo fuésemos partícipes durmientes de la historia arrastrados por una marea que no entendemos ni nos molestamos en entender sino agentes activos que buscan moldear el resultado final de la historia, Hugo Chávez y en general su legado, sirvieron para forzar a un grupo de jóvenes venezolanos a reflexionar profundamente sobre su país, a comprender más allá del libro de historia estéril y heroico lo que significaba verdaderamente ser venezolano, muchos de los chamos que hoy en día están escribiendo su artículo para PN podrían estar escribiendo novelas, muchos de los chamos que organizaban guarimbas podían estar estudiando y trabajando en una Venezuela con mayores valores democráticos, muchos de los que están en la política podrían estar desarrollando empresas o carreras fecundas en la ciencia y la ingeniería, pero, podríamos estar haciendo todo eso en una Venezuela ficticia donde Chávez nunca se montó en el poder, pero perpetuando la mentira, la tragedia y los cánceres que consumen nuestra esencia tanto nacional como humana, no hubiésemos sido mejores, solo hubiésemos alargado la espera a lo inevitable. El verdadero legado de Chávez, el más importante de todos, no fue el glorioso legado social que dejó un líder surgido a finales del siglo pasado desde los calurosos llanos de Barinas y que en rampante astucia pretendió tomar Miraflores para instaurar en Venezuela un orden más democrático y humanista, tampoco es la figura del resentido zambo o mestizo que utilizando las cicatrices ocultas y a veces no tanto del racismo y el clasismo implícito en Venezuela que creció alimentado por la voracidad del petróleo llegó solo para destruir el que era un país hermoso, perfecto, de reinas y hallacas donde no pasaba nada, donde “Con AD se vive mejor”, el legado del que hablo es algo difusamente firme, es un poco de ambas –Y me disculpan el oxímoron- , es el producto de una época y es ese producto el que obliga a muchos a volcarse en Venezuela, es la misma fuerza creadora detrás de la generación del 14, detrás de la generación de independencia, es un sentido de responsabilidad patria que en el mejor de los casos no necesita caer en el chovinismo para cimentarse (pero no implica que no hayan chamos que alcen banderas negras y estampitas de MPJ) y que busca es procurar resolver los problemas de una vez por todas estudiando que carrizo nos pasa. Leer mucha de la literatura política y social de esta época y de los años 80 y 90 demuestra que las cosas están dadas para que esta crisis nos termine de enseñar de una buena vez convivencia básica, respeto mutuo, y política más seria, siento que muchos artículos terminan con una temática negativa, muchos pronósticos de lo que pasará luego del diluvio son catastróficamente negativos, yo miro al frente más risueño, yo si veo posible una mejora, yo si veo y siento que estamos aprendiendo la lección y me alegra ver que la era se nos deshila de manera de cerrar estos 16 años con un aprendizaje fundamental, el legado no es lo que el carajo dejó ni lo que encontramos, es lo que estamos buscando, más temprano que tarde lo encontraremos, y lo encontraremos bien.
Muy bueno mi pana! Y muy relevante!!
Lo que mas me llama la atencion es de quien lo escribe se declara Ecopolitico pero de la derecha… jajajaj no existen ecopoliticos de la derecha, los ecopoliticos somos del centro, la derecha o el capitalismo destruye el ecosistema al igual que la izquierda socialista comunista!
@Jose: Eso sería materia de otro artículo, Petra Kelly dijo que la ecología política no está ni a la izquierda ni a la derecha sino al frente pero eso lo dijo en los 70’s, ya ha pasado bastante tiempo y mucha gente ha aportado a la ecología política, te sugiero que revises más detenidamente todas las posturas de la ecopolítica y verás que como existe ecosocialismo existe también el ecocapitalismo, ecofeminismo, liberalismo verde, ecología social, etc.
¡Afff! Esto lo tuve de fav en twitter y ahora me arrepiento de no haberlo leído en su momento, buena reflexión. (: