Venezuela se tambalea entre dos modelos económicos, por un lado, el capitalismo rentista heredado de la cuarta República, y que hoy a casi dos décadas de la llamada “Revolución Bolivariana” continúa siendo la base de la riqueza nacional, y el modelo económico socialista.
Este último es un constructo teórico/político inventado por Chávez y que pareciera tener como base fundamental el “desmontaje del sistema capitalista” bajo la premisa de “destruir para luego construir” en términos tecnológicos el modelo económico socialista es como un virus que ha infectado al sistema capitalista.
Los fundamentos socialistas y humanistas de este proyecto, aunque válidos en el papel, se pierden en la inmensidad de trámites, controles y corrupción de un sistema burocrático macro cefálico e inoperante, según el índice de libertad económica, que mide indicadores como: Derechos de propiedad, libertad frente a la corrupción, libertad fiscal, gasto público, libertad empresarial, laboral, monetaria, financiera, comercial y de inversión, Venezuela se encuentra entre los países de América con libertades económicas reprimidas.[i]
Para cualquier curioso de los sistemas económicos esto es algo más que lógico en un sistema político que se hace llamar socialista y que promueve un “macro estado” o mejor dicho un macro gobierno.
Entonces ¿El problema real es la dualidad entre estos dos modelos? Definitivamente sí, un Estado no puede vivir en un sistema económico capitalista, con las reglas de oferta y demanda a nivel global, y pretender crear, a lo interno, una isla socialista, ¿Por qué? La respuesta es sencilla, supongamos que usted es un productor del campo venezolano y se dedica al cultivo de papas, en una isla socialista su producción y el margen de ganancia está controlado por el Estado, el gobierno es quién decide cuanto debe obtener por el fruto de su trabajo, y cómo es lógico, esta decisión dependerá de las necesidades del pueblo y no de las necesidades del mercado.
Eso se traduce en comida barata para el pueblo y bajo nivel de ganancia para el productor, ahora, en un mundo socialista quizá esto no implique mayores problemas porque los gobiernos acordarían entre sí los precios de las mercancías a nivel global, pero….en una economía global capitalista es el mercado internacional el que regula estos precios, así que el productor de papas debe vender barato y comprar caras las semillas y los fertilizantes.
El resultado de esta distorsión es que dentro de la isla socialista la producción bajará y el Estado tendrá que intervenir aún más la economía, para que sea fácil de entender, ¡el dinero se termina! Es un recurso finito y si lo que se gasta en producir es mayor a lo que se recibe de ganancia más temprano que tarde el productor dejará el negocio.
Allí es donde entra el Estado venezolano, rico en el mercado capitalista internacional por la venta de petróleo. Para que los productores puedan mantener un margen de ganancia, y no dejen el negocio, y que los precios continúen bajos, el gobierno inyecta enormes sumas de dinero en forma de subsidios, es algo que en mayor o menor medida hacen buena parte de los gobiernos en el mundo.
Controlan la economía a través de la inyección de capitales del estado, incluso EEUU, que se pinta como la panacea del libre mercado, lo hace a través de la reserva federal.
¿Qué ocurre? ¿Por qué si este modelo “funciona” en el mundo no lo hace en Venezuela?
El gobierno venezolano ha intervenido la economía como nunca antes, expropiaciones y la creación de burocráticas empresas socialistas han terminado por mermar la poca capacidad productiva del país, y si le sumamos a la ecuación, la caída de los precios del petróleo, y la nula libertad económica de la que goza el país…ya conocemos los resultados, inflación y desabastecimiento.
Muchos economistas consideran que es necesario “liberar los precios” “Abrir la economía” “Liberar el Dólar” etc, etc, etc…Medidas que si bien podrían hacer que en mediano plazo se estabilice la economía el costo social sería inconmensurable, sería el equivalente a abrir un agujero en una represa llena a su máxima capacidad.
En esa hipotética situación el estallido social sería inevitable y se contarían por miles los muertos por hambre en el país, eso en el mejor de los panoramas, Entonces ¿Cuál es la solución? Evidentemente ninguna solución es fácil ni mucho menos mágica, no se puede dejar desamparado al pueblo imponiendo libertad de precios esperando que “el mercado se autorregule”.
Es entonces necesario cambiar la política de subsidios ¿cómo? En lugar de subsidiar a los productores y comerciantes subsidiar de forma directa y automática a los trabajadores sería una opción, mediante la inyección, variable según el índice inflacionario, de dinero electrónico, no canjeable en efectivo (esto es importante para ahorrar en la emisión de papel moneda) haciendo la salvedad en el caso de los pensionados.
Y, por otro lado, liberando progresivamente los precios, dándole mayor amplitud al mercado y simplificando los controles hasta su eventual disminución al mínimo.
Está claro que esto debería ser un beneficio para todos los venezolanos, pero, debe ser estratificado, de forma tal que el mayor aporte sea para quienes más lo necesiten.
¿Y la demagogia? Si este subsidio queda en manos absolutas del gobierno se podría prestar a la manipulación y a la discrecionalidad, aumentando la injusticia que existe en la actualidad, es por eso que no debe ser una simple política de gobierno, sino, una política de Estado y para eso es fundamental el papel de la Asamblea Nacional.
De aplicarse esta medida sería conveniente tomar las siguientes consideraciones para que funcione. En primer lugar el subsidio debe estar medido en función a la inflación, debe estar estratificado según las necesidades de quienes lo reciben, debe ser dado a través de la banca electrónica limitando al máximo que se pueda transformar en papel moneda (dinero electrónico), y debe contar con el apoyo absoluto del comercio privado y la banca.
Esta demás decir que los subsidios a los productores se deben limitar sólo a los rubros que necesiten auxilios económicos momentáneos (el rubro agrícola por ejemplo) además de estar acompañado de una política de aumento de la producción nacional que tome en cuenta al capital privado.
En resumidas cuentas, reducir los subsidios a los empresarios para darlos directamente al pueblo a la par que se liberan los precios para beneficiar la producción nacional, de esta forma se podría estar solucionando en el mediano plazo el problema del bachaqueo, el contrabando y la escasez producidas, en gran medida, por el enorme diferencial que existe entre el producto subsidiado/regulado con la oferta y la demanda del mismo.
[i] http://www.libertad.org/indice