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plomo feliz

Afuera se escuchan tres detonaciones seguidas, una tras otra. Una advertencia, estamos en Caracas y las balas arrancan vidas. Clara lo sabe muy bien, siente escalofríos desde la nuca hasta el final de su espalda. Sus hijos salieron antes del anochecer, sin dar explicaciones. Clara no escapa a las garras del miedo, llama asustada a su marido, Armando bostezando luego de una siesta le dice “No te preocupes por los muchachos Negra, están bien grandecitos, me voy a comprar unas cervezas, chao”. Uno, dos, tres balazos retumban de nuevo en los oídos de Clara que es un manojo de nervios. Decide llamar al vigilante del edificio para corroborar la situación, o si ha visto algo extraño. Nada le contesta entre dormido, Carmelo cuelga el teléfono y vuelve a su sueño. En las noticias ve homicidios, crímenes pasionales, un avance del premio acumulado de la lotería. Apaga el televisor. Clara sale al pasillo. Los tres disparos: plo, plo, plo; provienen del apartamento del vecino que se fuma un cigarrillo con la puerta abierta y la saluda “Que tal vecina, qué le parece mi home theater nuevo” y Clara, en tono indiferente “Ya veo, me parece genial”. Clara un poco más tranquila vuelve a su apartamento, llama a sus hijos al celular, no contestan, y el marido y su estúpido buzón de mensajes. Enciende el televisor, tocan a la puerta, giran la llave en la cerradura y, ¡Sorpresa! Su marido, sus hijos y amigos le desean un feliz cumpleaños a Clara que no se podía creer la broma que le habían echado.

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