Las bases de la VII edición del Concurso Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas establecían que el autor del ensayo ganador recibiría un premio de 50.000 dólares. Yo resulté ganador de ese concurso por decisión unánime del jurado. Sin embargo, el Ministerio de Cultura me ha pagado el equivalente a 1.580 dólares. ¿A dónde irán a parar los 48.420 dólares restantes?
El miércoles 29 de abril el gobierno bolivariano anunció con bombos y platillos que un venezolano había ganado la VII edición del Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas, cuyo monto en metálico es de 50.000 dólares. Lo que no ha dicho ninguno de los voceros del oficialismo es que, desde el instante mismo de la lectura del veredicto, del ministerio a cargo de Manuel Iturriza empezó a emanar un pestilente olor a inoperancia, ineficiencia y corrupción. Todo parece indicar que, desde que se supo que el ganador era un académico residenciado en Venezuela, los asesores jurídicos del funcionario que no sabía por qué Maduro lo había nombrado ministro de Cultura siendo que él no sabía nada de eso se pusieron a buscar la artimaña jurídica que me ha despojado de la posibilidad de demostrarles a mis hijos y a mis estudiantes cuánto se puede lograr mediante el estudio constante y el trabajo honesto. Al contrario de lo que piensan quienes escucharon o leyeron la noticia, yo no podré ir a una agencia inmobiliaria a comprarme un apartamento, es más: ni siquiera podré mandar a impermeabilizar el deteriorado techo del lugar donde vivo, porque el monto que el Ministerio de Cultura me ha pagado es de Bs. 315.000. Una vez más, se vuelve a confirmar la abismal distancia que hay entre lo que anuncian quienes gobiernan Venezuela desde hace más de tres lustros y lo que terminan haciendo.
El Ministerio del Poder Popular para la Cultura viola el principio de igualdad consagrado en la Constitución cada vez que patrocina un concurso cuyas bases establecen que el premio será cancelado en dólares si el ganador es —o reside en el— extranjero, mientras que lo pagará en bolívares si el ganador resultase un venezolano, o alguien residente en el país. Pero hay algo aún peor: cuando los funcionarios de ese despacho deciden pagar un premio internacional tasando el dólar a 6,30 están valorando el trabajo intelectual de los venezolanos por el rasero más bajo, lo que los convierte en los detractores más desvergonzados que haya tenido nuestra cultura en todo lo que llevamos de vida republicana. Tal es la fobia que los funcionarios de ese despacho tienen por la cultura y el conocimiento que, en lugar de honrar el compromiso contraído al publicar las bases del concurso, lo que han hecho es estafarme. Quizás, en el fondo, lo que ocurre es que para los funcionarios que secundan al ministro Iturriza no hay mayores adversarios que aquellos venezolanos que, mediante la formación profesional, el trabajo honesto y la integridad intelectual, demostramos que, a pesar de todo, es posible preservar la dignidad en este aciago país.
Con el Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas podría estar pasando lo que ha estado pasando desde hace lustros con los recursos asignados a las instituciones públicas. Es obvio que el M.P.P. para la Cultura dispone de los 50.000 dólares del premio desde el momento mismo en que fueron publicadas las bases del concurso. Si el ganador hubiese sido el embajador de Ecuador en Colombia, quien obtuvo mención por su trabajo Bolívar y Manuela: la palabra apasionada de los patriotas amantes, no le iban salir en la ceremonia de premiación con un cheque de 1.580 dólares —que es la cantidad de divisas que se puede adquirir mediante el sistema SIMADI con la suma en bolívares que el M.P.P. para la Cultura pretende ningunear mi logro—. Lo que he estado pensando desde el momento en que me enteré que me iban a robar es: ¿Quién o quiénes pretenden quedarse con los 48.420 dólares restantes? ¿Uno de los tantos bur(r)ócratas sin escrúpulos que han saqueado el erario público enarbolando la bandera del Socialismo del Siglo XXI?
Notable particularidad la de quienes llevan 16 años vociferando ser los “hijos de Bolívar”; a diferencia de lo que hubiese esperado su “padre”, todos se caracterizan por ser personajes de muy pocas luces y por no tener ni una pizca de moral.
Es por este tipo de atropellos que buena parte de los venezolanos prefieren raspar cupo, bachaquear, jugar Parley o irse del país, en vez de ponerse a trabajar en esta tierra que tanto esfuerzo requiere para sobreponerse a la catástrofe. Lo que está pasando con el Premio Internacional de Ensayo Mariano Picón Salas indica que todo venezolano que se aferre a la idea de superarse mediante el trabajo honesto, la constancia y el esfuerzo personal jamás contará con el apoyo de los altos funcionarios de la República Bolivariana de Venezuela.