El encuentro se había postergado excesivamente. La vida los había colocado en situaciones distintas que era necesario resolver. La angustia y el deseo hacían mella en la rutina diaria. Un día cualquiera, cuando nadie lo esperaba se dieron las condiciones. No había que esconderse, ni mentir, se podía ir desprevenido por ahí, como cualquier traseúnte. Era la primera vez para ambos, no como aquella primera vez atropellada, con besos torpes, caricias toscas y en ansia de entrar. Sería una real primera vez muy serena, con tiempo.
El resultaba el inquilino mas esperado, ella dio las instrucciones precisas, le entregó la llave de la puerta principal para que entrara a la hora exacta: 8 p.m. Lo espero vestida con una bata corta china de seda negra en combinación con sus uñas de pies y manos pintados de ese color, en marcado contraste con su blanquísima piel y que dejaba ver aquellas piernas exquisitas e infinitas, colocó par de velas en candelabros victorianos, hizo un borde de camino con pétalos de flores varias, se tumbó sobre su costado izquierdo con evidente ansiedad y sobresalto. El se colocó su mejor camisa manga larga, un jean recién lavado y zapatos casuales de corte mas alto de lo usual con trenzas, debajo llevaba un boxer blanco a media pierna que se asemeja aquellos pantalones de montar caballo llamados culottes, su sobresalto no era menor. No creía que tanta emoción podía venir junta y resolvió no “ayudarse” con medicamentos y con desahogos previos. Juró hacer de la verdad su mayor argumento.
Entró a la casa siguió las flechas que habían dejado su delicada y dedicada amante para guiarlo, se encontró frente a la puerta, abrió sus ojos tanto como pudo, pensó que podía llorar, pensó en no seguir, dejar el humilde ramo de rosas que había comprado y huir desesperadamente, sintió un sudor frío en su frente, tomó todo el aire que sus pulmones le permitieron, giró la perilla de la puerta la cual cedió sin ninguna oposición y lo que vió ante sí supero lo esperado. Habitación iluminada con luz de velas, camino alfombrado hasta la cama bordeado por pétalos de flores, un aroma indescriptible, una mezcla de varios perfumes de los que no tenía ni idea y que resultaban exquisitos. Al final de todo aquel ser celestial que lo esperaba con ojos verdes, níveos y largos brazos, bata china corta de seda negra. Ella no pudo esperar a que llegara hasta el final del camino. Se incorporó, se acercó y le dio un beso profundo, un beso ahogado en suspiros y ambos a punto de llanto. Fuera botones de camisa, fuera jeans recién lavados, fuera todo. Solo quedaba piel. Fuera bata y quedaba en sostenes y en lo que suele llamarse hilo en la parte baja ambos de color rojo. Combinación de colores, contraste entre rojo, blanco, negro. Ambos se dejaron caer pesadamente sobre la cama vestida en azul intenso.
Ella decidió tomar las riendas. Lo notó muy ansioso. Le susurró un te quiero. Lo acarició. Lo besó en la mejilla dulcemente y le repetía incesantemente mi amor, mi amor, mi amor. Lo puso boca abajo en la cama. Dibujó con el dedo índice derecho una línea que luego empezó a cubrir con besos desde la nuca hasta llegar a sus nalgas, las acarició y besó, sintió que el se incomodaba, se sonrió mientras le recordaba que no había manera de hacer algo con ellas mas que eso, devolvió el camino andado con sus besos hasta llegar al principio, luego empezó a frotar su pubis contra la espalda del entregado e indefenso amante. El se volteó bruscamente y la besó en los labios desesperadamente, se sentaron frente a frente como para decirse la mas dura de las verdades, se miraron a los ojos como intentando reflejados. El se acercó para tomar suavemente su labio superior entre los suyos y luego le dio un beso muy profundo, de repente salieron par de lágrimas que en ningún momento intentó ocultar, ella lo tumbó sobre su espalda y su lengua empezó a juguetear con sus pezoncillos, se aferraba a el como hombre en medio del mar a su tabla de salvación a la vez que paseaba su pie izquierdo por sus piernas, se enterneció viéndolo totalmente rendido, fuera el culotte, acto seguido, le tomó el rostro entre sus largas y blancas manos, tomó ese mástil algo resbaloso en su parte superior, lo empuño y escuchó que el decía te dije que era un talla M, ella no contuvo la risa, se montó sobre el como amazona presta al combate en su caballo, alineó pubis y mástil, se rozaron, titubeó, el tenía sus manos sobre sus senos, empezó a tocar sus hermosos, duros y rosados pezones, acariciaba sus costados como si quisiera leerlo lo escrito en ellos en código Braille, ella no soportó mas y se dejó caer sobre el, se dejó penetrar y luego de ello soltó un gran suspiro, sonrió en medio de una borrachera de felicidad infinita, se sentía a punto de orgasmo, el se salió la tumbó de lado, ella tomo la apretó las sábanas y decía que no y que porqué, el sin decir nada se dedicó a besar sus pies, talones, dedos, subir por esas piernas infinitas mientras murmuraba: Oh, My Katharine, Oh Su Graciosa Majestad, llegó al pubis aspiró el olor que salía de su innombrable centro de goce, trató de escuchar sus latidos, identificó el clítoris, le estampó un beso y sintió como ella estaba abatida diciendo mi amor, mi amor, mi amor, continuó subiendo, palpó su ombligo, lo besó, fue subiendo lentamente con besos muy largos en cada área, con los ojos muy abiertos para guardar en su memoria cada poro, cada centímetro de piel, se colocó en medio de aquellos desparramados, fué tomando de manera alternada entre sus labios cada uno de los pezones y sintió como se endurecía, como la hermosa piel de seda blanca de ella se erizaba….
En el preciso instante de su remezón mas intensa, decidió penetrarla nuevamente, embistió par de veces y se detuvo. Ella lo rodeó con sus piernas como para que no pudiera salir, le pasó las uñas por la espalda, buscó desesperadamente sus labios, sedienta. Le acarició el rostro muy suavemente y le pidió permiso, desconcertado y obediente se detuvo, ella lo tumbó en un movimiento de 180 grados, colocó sus manos sobre su pecho y comenzó con movimientos de cabalgata lenta, se detenía bruscamente se salía y volvía con movimientos cada vez mas rápidos, el yacía resignado a su destino aceptando sin la menor oposición, cada movimiento frenético de ella, cada jadeo, cada sonrisa de satisfacción, cada suspiro. El sentía esas manos que le impedían moverse como un castigo divino, el solo alcanzaba a colocar sus manos entre las caderas que se movían a ritmo vertiginoso, luego ella experimentó ese momento mágico e incomparable que representa un orgasmo profundo, se dejó caer hacia adelante extenuada de dicha, el daba gracias a Dios, pensó que no lo que quedarían mas fuerzas para continuar, ya sentía rebasado su límite y ahora quedaría ese momento en el que el viajero descansa, ella le pidió que la volviera a penetrar, se lo suplicó con una ternura que tal el el no podía negarse aunque sentía que sus fuerzas habían mermado considerablemente, la besó en los labios, escuchó de ellos un te amo muy profundo y la sonrisa mas angelical, ella ahora se acostó abrió generosamente sus blancas y largas piernas, mostró aquella flor sin pétalos expectante, tanta entrega despertó nuevamente sus ansias, sintió su ariete renovado y ante la seguridad que no encontraría oposición alguna a su entrada, ante la certeza que sería abatida el portal que daba acceso a la fortaleza, entró con toda la fuerza del caso y pensó que tendría otra larga de sesión de salidas y entradas, ante su sorpresa ella experimentó un nuevo orgasmo mucho mas intenso, sorprendido por lo rápido, el trató de continuar y ella lo atajó diciéndole, solo quiero que me abraces, no quiero que te vayas, a lo que el respondió solo quiero abrazarte, no me quiero ir, se inició una lenta jornada de caricias, besos cortos. Ella decía Mr. Tracy, el respondía Miss Hepburn, ella le decía te amo, el le decía te amo, ella le decía caballero hermoso, el le decía Muñecota. Juntos aspiraban el aroma de flores del campo que salía de ella, se miraban en los ojos del otro como hurgando sus almas, volvían a recorrerse ya con ánimos de explorarse de buscar excusas para no encontrarle fin a esa experiencia de estar, de yacer. Decidieron tácitamente, con una mirada cómplice, sin mediar palabra alguna no separarse mas, ese primer encuentro soltó los ángeles de una relación profunda y azarosa, tal vez condenada al olvido por las circunstancias personales de ambos a no permanecer. Ese no separarse mas era una conexión armónica entre almas atormentadas.
Luego de otros amaneceres, luego de cierto tiempo, luego del último encuentro, luego de intentos fallidos, la ganas seguían sobrando. Volvieron a verse, en un lugar cualquiera. El deseaba verla al aire libre en un sitio grato a la vista de todos, le encantaba la idea de exhibirse con ella en un pasillo de un centro comercial o en la tumbona que está al lado de ella en la playa, soñaba con que ella le ofreciera ponerle bloqueador solar en la espalda o en poderle servir un trago. Tenía que conformarse con encuentros virtuales que lo llenaban de angustia, le parecía que se le iría la vida en ello. Se encontraron en la misma fecha, se sentían mas relajados y en confianza, se escribían frases mas intensas, el trataba de mantenerse vivo en su memoria. Apenas se vieron, sabían que como siempre no disponían de mucho tiempo. No había bata china de seda negra ni un culotte cuidadosamente escogido para la ocasión, solo había mucho deseo de por medio. El la desnudó rápidamente mientras atrapaba con sus labios todo el calor que salía de su piel, ella lo buscaba con ansiedad, el la evadía colocándose a su espalda. Le hizo notar la erección fantástica que experimentaba paseando el mástil por sus nalgas, rozaba los puntos de entrada como generando expectativas, ella no se movía, el colocó su cara a la altura del hombro izquierdo de ella quién se volteó tanteando el aire con sus labios buscándolo afanosamente, lo encontró, lo besó profundamente, el se mostraba ansioso por pasar al siguiente acto y entendió la necesidad de demorarlo debido a que la ansiedad podría hacer que el mástil terminara abatido sin cumplir con el propósito establecido por la naturaleza. La colocó boca abajo, ella se apoyó sobre su mejilla izquierda y solo espero lo inevitable, levanto levemente sus nalgas, abrió la boca con sorpresa mas allá de que sabía lo que ocurriría sintió que luego de tocar levemente el patio trasero, sentir su ímpetu empuñó las sábanas con ambas manos, se sintió penetrada violentamente, dejo escapar un leve grito, se sonrío, cerró los ojos, buscaba sus labios los encontró y los mordió suavemente, los soltó y susurraba no, no, no, no mientras sentía el ir y venir de su inspirado amante, sentía que estaba por venirse, el se detuvo, la puso boca arriba, la atrajo hacia el borde de la cama, dejando sus piernas al aire mientras el se colocaba entre ellas, puso sus hermosos pies a la altura de su cara, besó las plantas, mordisqueó los talones, se introdujo el dedo mas interno de ellos en la boca chupándolo con avidez, ella se desesperaba quedó a punto de orgasmo y solo le quedaba esperar, resolvió penetrarla nuevamente, el tenía ambos pies en el piso buscando soporte y afianzarse en cada movimiento, tenía la parte posterior de las rodillas sobre sus hombros e iba entrando y saliendo suavemente haciendo el movimiento mas violento a medida que sentía que ella desfallecía, cuando no pudo mas, cuando la oyó jadear. Sintió que su respiración se entrecortaba decidió salir y arrojar la simiente sobre su vientre, ella le rogó que pasara a la cama , se quedó en paz, se aferró a el y el aprovecho de entrar nuevamente solo para que ella lo sintiera quedándose ambos en paz……
Un poco cursi, bueno como para un capítulo de alguna telenovela colombiana o brasileña. Creo que tienes talento apra ese tipo de escritura. O en alguna revista porno, ahora que en Playboy quitarán los desnudos, ¿por qué no aplicas para los hagas por escrito?
Jomacavi: No te voy a «hacer críticas despiadadas para hacerte desistir de tu empeño». Tienes un estilo agradable de leer y redactas con muchisima claridad ( a diferencia del que te acusa de «cursi» ), pero en mi opinión esa es sólo la base «técnica-mecánica» de la escritura. Lo otro es el contenido de lo que escribes. Tu historia está bien narrada y se entiende perfecto, pero ocupa mucho espacio ( tiene muchas palabras) y no cuenta nada que la gente no haya leído antes. Los personajes son invisibles al lector, nadie es identificable como protagonista. No hay un contexto en el que se ubiquen. Una descripción tan detallada de las escenas sexuales sólo despierta interés si el lector ya ha invertido emocionalmente en los personajes de la historia. Pero con rostros invisibles, el lector se pregunta «Para qué seguir leyendo». Tienes que definir si tu historia es un cuento, un relato, un capítulo de novela. Cada uno de estos formatos requiere una diferente distribución de la estructura. Mi opinión es que tienes la voz, tienes el estilo, y tienes la pluma, ahora queda el largo camino ( en el que estamos todos) de definir el contenido de lo que escribes. Saludos
@MCH: Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer las torpes letras de éste experimento creativo y de hacerme sugerencias las cuales son muy apreciadas además de ser tomadas en cuenta. Ese es precisamente el objetivo Saludos cordiales
@Ismadiaz: Dios! Algún talento tengo. Pensé que no tenía ninguno. Gracias por la crítica y reciba mis mas cordiales saludos