En descargo de la memoria de Pedro León Zapata.
No entiendo al Rey Tuqueque. Por una contradicción. Dice y luego se desdice. De un párrafo para el otro. En su último post, cierra así: «En vez de criticar al mundo porque se une ante el horror, deberían tomar ejemplo y hacer un examen de conciencia colectivo».
Según se infiere por la oración de arriba, debemos tomar ejemplo, hacer un examen de autoconciencia y no criticar. Okey. Es un punto. No lo comparto. Pero es un punto. El problema es el siguiente. El punto concluye un artículo donde se hace todo lo inverso: criticar desde una posición moralista. De blanco y negro. Simplona.
Ello conduce al autor del texto a ser incongruente y a «condenarnos», bajo términos binarios. Para muestra un botón: «La misma insensibilidad que nos hizo ver usar dibujos de Zapata para fines políticos de la oposición cuando éste se encontraba en coma por más de dos años».
La piedra de la discordia de su post. Una afirmación desmentida por la hija del caricaturista. Predica el Rey Tuqueque con el ejemplo? Definitivamente no.
Comete varios errores de periodista principiante. Lo desmienten y se repliega en su opinión narcisista.
Se hace eco de un rumor. Lo publica y expone como una «verdad» cuestionable. Establece comparaciones inviables, forzadas. Mete en el mismo saco a chavistas y opositores. Abusa de las generalizaciones falaces: «es la que hace que los chavistas se rían cuando un estudiante es torturado; es la misma que hace que ustedes, opositores en burbuja, no comprendan las implicaciones del Caracazo en la sociedad o la fractura social que se creó en cincuenta años de mala democracia».
Te equivocas Rey. Soy de oposición y entiendo perfectamente las implicaciones del Caracazo en la sociedad.
Afila tu pluma. Pule tus argumentos. No caigas en el terreno de las narrativas del poder, de las fábulas de buenos y malos. Así funciona la neolengua de la propaganda. A punta de aseveraciones temerarias, dilemas truchos y acusaciones inquisidoras hacia un colectivo amplio, plural, diverso.
No te creas tu cuento. No todos somos insensibles en Venezuela.