Mujiquita, el eterno.

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Hombre común

Mujiquita era pequeño, como de 1,68. Con un bigotico incipiente que no terminaba de salir. Caminaba rapidito. Siempre nervioso. Siempre sudado. Se combinaba muy mal vistiendo de traje o de paisano. Pasado de moda. Como crucigrama. Cuadros. Líneas. Colores chillones. Se reía de todo. Todo lo extrañaba. Siempre advirtiendo acerca de una situación potencialmente peligrosa. Nunca opinaba. No se arriesgaba. En las aulas era un silencio permanente. Extendía el cuello mas de lo normal en los exámenes para ver lo que el  destacado de la clase escribía. Siempre sudado. Vacilaba en las exposiciones. Muchas frases gastadas. Ni una pizca de originalidad. Ni un chistecito. Ni una sonrisa. Todo era muy arriesgado. Una vez se desató y mandó la prudencia al carajo. Se emborrachó. Tremenda pea, decían los amigos que lo soportaban porque iba sin rechistar a comprar los cigarrillos, la cerveza, a buscar el dominó, a encender los carbones. “Apoyo logístico” le decían con sorna descarada a su sacrificada labor. Se desató a bailar, cosa que nunca hacía. Ese día consiguió alguna dama lo suficientemente aburrida como para soportar sus desacompasados pasos de baile, su maña de pasar la mano por la espalda de la pareja como si la estuviera restregando del sucio acumulado y su mal aliento derivado de sus dudosos hábitos de aseo bucal. Se agitó. Comió de todo. Contó par de chistes muy viejos y muy malos. Envalentonado le dio por intentar seducir a la dama que todos deseaban. Tomó las llaves del vehículo recién comprado por el amigo de familia acaudalada. No sabía manejar. En sus delirios, creyó que tenía a la joven dama que era el oscuro objeto del deseo del grupo estaba lista para irse en busca de mas noche y de un amanecer con esa  figura gris y pixelada. Recordó que no tenía carro. Que le tocaría esperar el amanecer porqué la mayoría andaba a pie y los que si tenían no lo llevarían por “ser pajúo y ladilla” como decían a sus espaldas. Esa era su noche. Tomó las llaves del carro recién adquirido. Aprovechó que el dueño estaba perdido o con una de las asistentes al evento o metido en el baño pasando un mal momento o aspirando una raya blanca para sacudirse los efectos del exceso de vodka. Caminó hasta la calle. Se dio media vuelta buscó a la dama voluptuosa entre la multitud, revisó las áreas de uso común para el festejo. Las de uso privado solo para dueños de la escena que consiguieron prolongar la fiesta en un lugar lejos de la vista de todos. No la vió. Imaginó que estaba afuera esperándolo. Se le iluminan los ojos. Se endereza. Trata de afirmar el paso. Ve una caja de cigarrillos mal parada y se la embolsilla. Fundamental para después del sexo con la hembrota a la que todos temen, se dijo. El no. Era su noche. Se acercó a la calle. Accionó la alarma. El carro le señalo el camino a seguir con un ruido cual chispazo. Se encendieron las luces de emergencia que disciplinadamente titilaron hasta que el abrió la puerta.  Se colocó al volante. El plan era dar una vuelta e ir por ella para decirle que todo estaba listo para la huída. Le dio vuelta a la llave y dio un ligero corcoveo. El carro era sincrónico. No había contemplado esa posibilidad. Complicaría sus planes en marcha. Lo puso en neutro. Le aflojó el freno de mano. Si el vecino lo hacía; ¿Porqué el no?. Le dio vuelta a la llave. El carro encendió. Se percató que olía a nuevo y acarició el volante, el tablero, la tapicería como si fuera el melocotón gigantesco que estaba a punto de comerse. El vigilante del condominio en cuyo frente estaba el carro estacionado vió sus maniobras vacilantes, lo veía escupir a cada momento, lo vió hacer par de arcadas como si estuviera a punto de vomitar. Le pareció que no estaba bien, pero ese no era su problema si chocaba el carro del carajito ese maleducado que lo veía con asco y lo retaba cuando estacionaba el carro en la acera del edificio. Una vez la caseta amaneció anegada  en miao y el no tenía dudas que era el maricón ese. Mujiquita, pisó el clutch con fuerza. Con la misma que fuerza que piso el acelerador. El volante seguía fijo. Soltó el clutch manteniendo el acelerador a fondo. El carro salió disparado con toda fuerza hacia adelante y en un trayecto de 40 centímetros se estrelló con la maleta del Malibú Classic 1980 que estaba estacionado adelante hundiéndola irremediablemente. El carro quedó completamente destrozado. Mujiquita se metió el volante se ladeó hacia su derecha. Todo los edificios se asomaron a los balcones, la gente salió a la calle. El coro de alarmas. El Malibú pegó con el carro de mas adelante hasta completar 6 carros cada uno menos abollado que el otro hasta asimilar el golpe inicial. Mujiquita olvidó todo logró salir corriendo en sentido inverso al que corrían los vecinos. Se le fue la pea, la borrachera, la comemierda. Solo corrió. En la fiesta nadie lo extrañó. Nadie se fijó en lo que hacía.

Nadie lo relacionó con el choque. Nadie supo explicar quién fue. En la universidad durante mucho tiempo no se habló de otra cosa. La fiesta estaba lo suficientemente aprovisionada como para no requerir de su “apoyo logístico”. El dueño del carro extrañó la llave cuando salió de rellenarse la nariz y soportó el chaparrón de la furia de su padre militar quién lo castigó dándole las llaves del carro de agencia que se compró el año pasado  y que estaban por vender. El oscuro objeto del deseo de todos (Hasta de Mujiquita) ya se había marchado a contemplar el amanecer en un PH al que llegó desnuda en Caraballeda, Edo. Vargas con el amante furtivo (Que no estaba en la fiesta) caminó por la entrada con el mayor desparpajo hasta llegar a la piscina y zambullirse en ella así como en una vida hueca, de lujo con una sucesión de maridos generosos, cornudos de vocación y corruptos de profesión. Mujiquita, se graduó en la Universidad. Le llevó mucho mas tiempo del que se espera  según las estadísticas de control de estudios en la Escuela de Derecho.  Notas en el último cuartil de la  promoción. Listo para trabajar en el gobierno. El contacto en el Partido, años asistiendo a reuniones. Asentía a todo, nunca demostró en público su desagrado con alguna asignación. Tenía años infiltrándose en todas las reuniones de los movimientos políticos que participaban en la política universitaria. Le lleva información a los cuerpos civiles y militares de inteligencia. Tomaba fotos, escribía informes. Los conocía a todos y ahora era su momento. Para el ministerio, treinta años de servicio, todos los botones de reconocimiento. Foto con el Comandante. Siempre en el mismo cargo.

-¿No tienes opinión?

-Claro que sí!

– ¿La has manifestado?

-Solo en casa y en voz baja.

-¿Ni en tu casa te expresas libremente? ¿Desconfías de alguien? ¿De tu mujer?

– ¿Quién sabe? Ella también hace lo mismo pero en la empresa donde trabaja como secretaria desde hace mas de 25 años.

-¿Y tu estás de acuerdo con ésta vaina?

-Coño, compadre! ¿Quién puede estar de acuerdo con ésta vaina? Ya ni pa´ el Ministerio llevan el Mercal. La mujer ya tiene várices de tanto hacer cola. La hija ´ta preñá´ y pa´ encontra´ pañales es un verguero. No joda! ¿Quién no está arrecho?

– ¿Qué temes?

Apuró su cerveza antes de soltar:

– Ya tengo 30 años trabajando en el Ministerio. ¿Voy a perder mi jubilación? La vaina está muy jodida, compadre!

Mujiquita nunca ha muerto. Mujiquita trabajó por la independencia y defendió los intereses de Fernando VII, para salvarse de un fusilamiento o de ser decapitado. Mujiquita trabajó con José Antonio Páez y aplaudió cuando derrocaron a José María Vargas. Mujiquita llamó a esa versión tropical de Luis Carlos Napoleón Bonaparte llamada Antonio Guzmán Blanco “El Americano Ilustrado”. Mujiquita fue uno de los temibles chácharos de Juan Vicente Gómez y lloró en su entierro. Mujiquita  fue funcionario de Eleazar López Contreras, de Isaías Medina Angarita, de la Junta Revolucionaria de 1945 encabezada por Rómulo Betancourt,  Mujiquita trabajó en la Seguridad Nacional, la Digepol, la DISIP. Mujiquita trabaja en el SEBIN, en cualquier ministerio, en una Gobernación de Estado no ha dejado de cobrar quince y último, no ha dejado de cotizarle al SSO, le han dado todos los botones de reconocimiento por años, décadas, siglos de servicios prestados, Mujiquita firmó contra el decreto de sanciones del gobierno de EEUU a siete funcionarios del gobierno venezolano vinculados a la violación de DDHH y a la corrupción oficial. Mujiquita marcha y coopera. Mujiquita es eterno como la ignominia a la que el autoritarismo militar ha sometido a la sociedad venezolana.

1 Comentario

  1. Leí este cuento una vez en el celular y lo perdí de vista, que bueno fue volverlo a encontrar después de tantos años, no deje de escribir!! Me encanta cada palabra!

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