Capriles, Maduro y la política del pan y circo

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Hubo un momento, tras las elecciones de 2012, en las que Chávez le ganó a Capriles, en los que éste último decidió caer en el juego grosero del gobierno. Así, en la campaña de las elecciones en contra de Maduro en 2013, no pocas fueron las groserías y los insultos del candidato opositor. En un vídeo reciente, el candidato aparece haciendo un gesto emulando al acto sexual celebrando la victoria.
Durante 17 años el gobierno se ha encargado de quitarle formalidad a las instituciones, llevando la ofensa y la vulgaridad a los medios de comunicación y en todo el debate político. Se ha caído en un pan y circo muy desagradable. Con esto no quiero decir que nada de lo que hizo el chavismo sea válido. Hay muchas cosas, como la políticas de las misiones y el apoyo a la cultura, que han sido positivas.
A la generación de los políticos del cambio les cae una gran responsabilidad y me asusta pensar que tal vez no están a la altura de ella. Lo pienso cuando veo las guerras internas y actos como el gesto de Capriles. El cambio tiene que ser total y no desde la venganza porque no podemos permitirnos aceptar la guerra que el gobierno desea. Nuestros líderes tienen que ser los faros que nos iluminan, no los bufones que nos entretienen y nos dicen lo que queremos escuchar cuando lo queremos escuchar. Deben ser autocríticos y críticos, responsables y serios. La oposición tiene que dejar de subestimar al pueblo porque ese fue el gran fracaso del chavismo y el de la misma oposición en el pasado.
Tenemos una gran oportunidad para hacer una Venezuela mejor pero sólo puede lograrse sin volver a los años noventa ni tampoco al período del chavismo. Tenemos que encontrarnos y hacer políticas que logren incluir al país entero porque una buena parte de esos votos ha venido desde el descontento y ahora es cuando hay que escuchar qué dicen esos votos, qué quieren esos ciudadanos y qué necesitan. Escucharlo para analizarlo y ofrecer soluciones entre todos, respetándonos y dando el ejemplo de una política mejor y a la altura.
Todo cambio empieza por uno mismo. Si no queremos más violencia, dejemos de actuar con violencia. Si no queremos más vulgaridad, dejemos de actuar con vulgaridad. Si no queremos más bochinche en las instituciones, empecemos a respetar al Estado dándole una naturaleza no partidista. Empecemos a respetar al electorado del cambio, dejando atrás los modos vulgares y ridículos. Ahora que la oposición ha tomado el control de uno de los poderes, debe usarlo para erradicar toda mala praxis en el país, poco a poco, de la misma forma en la que el chavismo se ha infiltrado en las instituciones. Pero no para infiltrarse y cambiar un partido por otro sino para quitar todo tipo de falta institucional para que no se repita nunca más, de parte de ningún partido político, sin importar quien sea.
La Izquierda es famosa por no ser autocrítica y el chavismo, estos días, está demostrado eso. Algunos maduristas hasta quieren cerrar Aporrea, uno de los medios más chavistas de la revolución, por sus críticas puntuales al proceso. La oposición venezolana ha demostrado en estos 17 años, no lograr unidad ni saber entender lo que pasaba a su alrededor. Eso no se acabó del todo con esta campaña electoral, con ejemplos como María Corina apoyó a candidatos fuera de la unidad, logran que se perdiera más de un curul en la Asamblea, o poniendo en duda el liderazgo de Capriles a favor del de Leopoldo López. Se han hecho pasos muy buenos en este camino pero no puede ser que lo aprendido del chavismo sea las cosas malas como la falta de autocrítica, el fanatismo y la política del pan y circo. Hay que analizar lo bueno para mejorarlo y lo malo para dejarlo atrás.
Giulio Vita

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