El arte en Venezuela ha llevado tiempo en franco estancamiento, en la gran Caracas las vanguardias viven es de hacer estática y ruido blanco, crean y muestran mucho pero dejar una obra que trascienda esta década lo veo difícil.
La politización del arte en este país también afectó los círculos creadores, la imposición de una sola hegemonía política y social afecta más al arte que a cualquier otro medio, es en él donde se suelen levantar las voces disidentes bien sean ilustradores, poetas, escultores, o músicos y la certeza de una idea única le corta las alas no solo a la creatividad de los artistas y a su libertad de disentir sino que frustra el desarrollo de nuevas conceptualizaciones y nuevas fronteras al arte, mientras en otras latitudes se abandonó hace años la esterilidad de las certezas para abrirle paso a la fecundidad de las incertidumbres nosotros seguimos acá desgastándonos en un debate ideológico que no permite el paso al desarrollo de un arte sustancioso que manifieste y que tenga peste a identidad.
Aunque no todo está perdido, en medio de la mediocridad del pensamiento uniforme en que se ha convertido parte del movimiento artístico en este país surge un artista del extremo noroccidental de Venezuela con muchas ganas de generar vanguardia como de darle una policromía lisérgica al lienzo en blanco, Carlos Luis Sánchez Becerra, maracucho de nacimiento pero andino de descendencia y que tiene una obra evocadora, multi-interpretativa y de mucha calidad, este artista tampoco es un desconocido, ha sido expuesto en España e Italia (lugar al que fue representando a Venezuela en una exposición patrocinada por la Santa Sede) y en muchas partes del país, respetado y presentado tanto por empresas privadas como por el gobierno.
Conocí los trabajos de este artista por un grupo de Facebook dedicado al arte disidente (y por que no, cómplice también) en Venezuela, la primera de sus obras que vi fue “Pictoral polyglot pray to save the world” una pintura que de un solo golpe me evocó recuerdos que no pensaba que tenía y utilizó recursos de mi inconsciente que forman parte de la hivemind de muchos jóvenes venezolanos, fue una pintura que me generó impacto, supe que tenía que seguir investigando su obra.
Mientras más me adentraba en las pinturas de Sánchez Becerra más ganas quedaban de seguirlas viendo, no solo su método era evidentemente bueno sino que también sus mensajes eran fuertes, este artista no quiere que su trabajo sea ignorado, te roba la atención, te obliga a verlo y lo más importante, te invita a meditar, la amplitud de su obra va desde lo tradicional hasta lo puramente abstracto, desde escala de grises a arcoíris en HD, no hay punto intermedio en su trabajo y en medio de ese amasijo de emociones te quedas con un arte que consigue lo único que tiene el deber de conseguir, y es invitar al pensamiento del que lo contempla.
Cromáticamente hablando tampoco se queda por debajo, la gama de colores que utiliza en sus pinturas es psicodelia pura repleta de colores fuertes y vivos para que a nadie le quede dudas de que este tipo es del Caribe, aunque sin colores sigue siendo capaz de impresionar, en su portafolio cuentan unos primeros trabajos diseñados a lápiz puro donde se destaca una buena técnica para dibujar pero más importante aún su capacidad de torcer y retorcer la realidad, cosa que parece ser la guarnición de su concepción visual.
La temática de su obra es amplia lo que la hace más accesible al público sin que con ello pierda la mordacidad del mensaje, la bandera de este artista pareciera ser torcer la realidad, siempre lo hace incluso en sus trabajos más tradicionales donde usa a los colores a su antojo llegando a un punto en el que con ello solo intensifica el mensaje sin que pierda la seriedad (cuando quiere demostrarla). Hablando de seriedad, hay otro punto a destacar, el humor es el centro de buena parte de su obra, ver su página de Facebook es darse un paseo por todas las rarezas que circulan por la fecunda mente del pintor, los cómics destacan con su narrativa insana, su sinuosidad, y en general con su conexión directa a la forma de los jóvenes de hablar y de comprender la realidad, no en vano sus trabajos han sido compartidos por páginas de humor venezolanos repetidas veces, sean mainstream o underground.
Seguir profundizando el trabajo de este creador contemporáneo aún es viable, hay mucha tela que cortar y todavía hay más que ver, Sánchez Becerra pinta como brocha nueva y parece que las manos no se le quieren quedar quietas nunca, en serio, seguir alguna de sus cuentas de Facebook es ver un desfile de extravagancia creativa, desde música hasta animados, desde fotografía hasta performance, métele yoga al asunto, lo que quieras, ¡hay de todo!.
Quería terminar con alguna crítica negativa sobre su arte porque nada puede ser tan bueno, pero no me sale nada; no es arte perfecto por la cuestión de la subjetividad personal y el lector tendrá diferencias y es comprensible, criticar al arte nunca ha sido trabajo sencillo, pero lo que quiero decir es que está lejos de ser malo y solo hace falta ojo avizor para decodificar la ensalada de meta-mensajes de la que están compuestos sus cuadros, la invitación es a disfrutarlo, con solo hacer eso las pinturas empiezan a hablar solas.