«…y si un género está en desigualdad, buscar nivelarlo, pero con propuestas, crítica, racionalidad y cordura. Sustentado por evidencias, no por gustos, ira y caprichos».
*En la imagen: Anita Sarkeesian y Zoë Quinn, mujeres de posición económica cómoda en la ONU promoviendo censura en internet, porque ahora esto es más relevante que miles de casos de trata sexual, violencia física, abuso y sometimiento de mujeres sin protección, pobres y sin acceso a educación.
Muchas personas suponen, sin éxito, que cuando se critican errores y horrores expuestos bajo la excusa del «feminismo», se está mostrando una actitud «antifeminista», pero no, no es así, es todo lo contrario. Primero, porque hay mucho disfrazado de feminismo, que no es feminismo ni por asomo, y se les señalan sus errores y horrores, precisamente, para que no sigan manchando la causa feminista, lo que tanto tiempo buscó justicia, cordura y decencia. La lucha feminista se fue creando para buscar igualdad, no para crear el desastre actual de una ola «feminista» que, sin vergüenza alguna, predica que «todo es ofensivo, machista, opresor, misógino, sexista», vendiendo la idea de que con esa actitud y manipulación de los hechos, están enseñando cómo ser feministas, y creen que cualquier vacío argumentativo, mentira, llanto de víctima, y el odio hacia los hombres, así como creerse superiores o especiales, solo por tener ovarios, por ser mujeres, las convierte en inmunes a la crítica, exentas de escrutinio, para luego exigir censura, persecución y difamación. Un dato curioso por lo preocupante, es que también hay hombres que han comprado lo que las ramificaciones de esta ola, actualmente lideradas por personas como Anita Sarkeesian, Zoe Quinn, entre otras, así como en ramas más delicadas infectadas por el manifiesto Scum, y la superioridad femenina, están vendiendo con toda irresponsabilidad.
En el contexto laboral se ha ganado mucho, y todavía hay injusticia, porque aún hay mujeres que ganan menos que los hombres, por eso debemos seguir exigiendo igualdad. Sin embargo, existe la incongruencia de quienes piden igualdad cuando es la mujer la que está en desventaja, pero cuando es el hombre el de la desventaja, no se le presta atención y fluye, irónicamente, ese olor a machismo cuando dicen que ellos se las arreglen, pues para eso son hombres. Ahora, un dato, entre mujeres jóvenes, hay muchos campos en los que ellas ganan más que los hombres. Pero no vemos quejas por eso, así como muchas veces no se ven denuncias porque una mujer golpea o humilla a un hombre. Eso no tiene sabor a igualdad.
Un gran grupo que va creciendo, cree que cualquier falsedad, trivialidad, acción o expresión, escudada bajo el manto del «feminismo», se debe dejar pasar como «sabiduría». Y lo irónico es que esa sí es la actitud que sabotea, ensucia y daña todo lo que se ha logrado hasta ahora buscando la igualdad de derechos en todos los géneros, lo que soñaron quienes consiguieron votar, acceder al campo laboral, estudios… recibiendo justamente, poco a poco, lo que antes era privilegio de los hombres.
Quienes ven todo el espectro, de forma racional, y hablando desde los hechos, deben seguir criticando las falsedades y horrores que esa tercera ola «feminista» está enseñando, y no solo eso, enfrentándola sin rodeos, porque es necesario, precisamente, para recordar y salvar lo que sí buscaba el feminismo: La igualdad de género, mostrar el valor que sí ha tenido, tiene y tendrá la mujer, tal como cualquier otra persona, siempre. Lo bueno es que muchas mujeres, racionales y realistas, también levantan su voz contra los que están ensuciando la búsqueda de iguales condiciones y derechos para todos.
Veamos un corolario. Reclamar censura en internet, en el trabajo, en cualquier lugar o circunstancia, porque se les critiquen malas ideas e irracionalidad cobijadas por un supuesto «feminismo», odiar a los hombres, creer que por ser mujeres deben tener un trato especial o las convierte en superiores, difundir la paranoia de ver «odio y machismo», dónde no existen, mientras quieren eliminar la libertad de expresión, por la que tanto se combatió en el pasado, la que pidieron y hoy quieren quitarle a otros… y casos pintorescos como el de quienes se molestan si no les dan el asiento en el transporte público, pero en la noche se emocionan bailando al ritmo de «perrea mami, vamo’ a darnos como animales, ponlo pa’ dalte», todo esto no ayuda en nada, y luego quieren culpar a los hombres por todo.
Otras, más creativas, critican la religión por ser machista, mientras defienden el islam (la insolencia pura), para no «discriminar». Ellas crean su propia religión matriarcal, el hembrismo que busca villanos en los hombres o en mujeres honestas que rechazan la conspiranoia hembrista, estas juezas supremas buscan crear infiernos al que refuta su locura, y por el otro lado tenemos a las que se quejan porque no les ceden la silla, porque no las tratan igual en el trabajo, porque se sienten mal con comerciales que usan la imagen femenina para vender un producto, pero allí están contentas en la misa, en el culto, con la ceniza en la frente, con la Biblia, con amantes de venganza, con sexo para empatar y mostrar que pueden ser como los hombres que critican.
Tenemos a quienes se indignan cuando un hombre le pega a una mujer, pero disfrutan, celebran y apoyan cuando es la mujer la que le pega al hombre, quien maltrata física y psicológicamente. Están quienes se molestan si un hombre maltrata a un bebé, a un anciano, a su pareja, «eso es porque es hombre, se cree muy macho, deberían matarlo, cortarle el miembro» -gritan muchos-, pero cuando es una mujer no dicen que es por ser mujer, porque se cree muy hembra, y cuidado si alguien le desea algún daño, tratenla bien, es mujer. Esto no está aportando a la búsqueda de derechos en equidad, ni en seriedad ni en honestidad, esto solo da mala imagen al feminismo, y esa es la especialidad del feminismo de la tercera ola: la culpa es del hombre.
Ni hablar de aquellos que hacen escándalo por una publicación, por una sátira, pero ni el mínimo de esa energía la usan para oponerse a los musulmanes que violan con libertad a las mujeres que deseen, de hecho, en Europa (vaya tragedia, en Europa), los que se creen muy iluminados, los «progres» (que en realidad son lo más atrasado y dañino), restan importancia a varios musulmanes violadores, para «no ofender» ni «discriminar», y usan retóricas patéticas para permitir la impunidad e inseguridad. Si hay algo más bajo en este tema, aún no lo he escuchado.
Existe machismo, y es deplorable, siempre ha sido una vergüenza para la humanidad. De la misma forma, existe hembrismo (es el neologismo necesario para hacer la distinción), el cual fue una caída, por tanto caos, como paralelo del machismo en sectores femeninos.
Hay misoginia y hay misandría, negar esa realidad no hace que desaparezca. Todos los odios deben ser combatidos, porque el ser humano debe acceder a todos los derechos.
Todas las personas debemos ir escalando en la adquisición de igualdad en derechos humanos, para todos, y si un género está en desigualdad, buscar nivelarlo, pero con propuestas, crítica, racionalidad y cordura. Sustentado por evidencias, no por gustos, ira y caprichos.
No se equivoquen, ningún género es superior a otro, ninguna condición sexual es sinónimo de «privilegios». Si te indigna lo que un hombre le haga a una mujer, que te indigne cuando eso mismo se lo haga una mujer a un hombre. Dejen de manchar una lucha feminista respetable que lleva años logrando metas, no se trata de odios entre hermanos, de imponer egos de grandeza entre hermanas. Se trata de trabajar, TODOS JUNTOS, para lograr lo más cercano a la igualdad PARA TODOS.
*Solo doy respuestas en Facebook.
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—Cristhian Meneses (Colombia, 1985).
Escritor, actor, activista y docente. Autor del libro: Notas rebeldes para un mundo sumiso. Disponible en Amazon — amzn.to/1t6LemS —