RUTA 6 – VIAJE N° 7 (REPRODUCIENDO: QUINCE AÑOS)

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Cuando uno monta un bus en Venezuela debe estar claro que acepta los términos y condiciones de un viaje plagado de hechos sin nombres, susurros necios, gritos frecuentes y un circo repleto de atracciones horrorosas. Pero en estos predios siempre puedo observar casos tan diversos y siempre cabrán en la memoria dos clases magistrales de ignominia ciudadana. Porque el problema no es Venezuela, somos nosotros. En esta relación de ciudadano-país somos el marido que promete a la esposa que no le va a pegar más pero que le sigue sacando el alma a patadas. Pero los golpes se hicieron viscerales desde hace quince años…

Los jóvenes, los chamitos, esos que aún los viejos dicen que son el futuro de Venezuela me dejan abrumado, extasiado por la crueldad irrevocable de ser un cuerpo lleno de excremento ideológico. Soy un chamo que habla con otros contemporáneo y por este tipo de cosas es que reafirmo mi visión de estar en pleno apogeo del Siglo XIX, donde un niño debe salir a mendigar o a algo peor para llevar algo a su casa porque la mesa y la nevera están desnudas, inmaculadas. También es un tiempo donde las jóvenes (o dirían célebremente las jóvanas) se afanan por pasar el umbral de los diez años para entregar su cuerpo a los placeres de lo prohibido, de la muerte anunciada. Ya no existen revistas juveniles como en mi tiempo (eso ocurría todavía a escasos cinco años atrás, tampoco es que soy Matusalén), tampoco hay juguetes (esos artefactos imperialistas no pueden ser conocidos por nuestros ilustres montones de basura) por lo que en la TV no hablan otra cosa de hombres en camionetas lujosas, actrices embarazadas, horóscopos amañados y televisión basura en una era de información dosificada en ciertos estamentos. La recurrente acción de encontrar diversión en lo prohibido era antes el morbo de los quince años, de los dieciséis o hasta a los dieciocho años, pero ahora es menester de todo niño gozar y recrearse en la Patria grande con lo que quiera. Con la grama y el papel, con los encuentros en baños del colegio o en juegos que terminan en muerte. ¿Dónde quedó la niñez venezolana, las comiquitas, la inocencia, la propaganda del “Di NO a las drogas”? ¿Dónde se quedaron estancadas las generaciones de relevo? Son quince años… y en poco tiempo podemos atrasarnos hasta dos siglos, vanagloriándonos de la mentalidad arcaica y ajena a la realidad. Enajenamiento robolucionario lo llaman algunos.

Hoy la decadencia, los innombrables, la idea podrida y el atraso bailan al ritmo de las Quince Primaveras que el conductor ha puesto para “amenizar” el viaje. Al parecer amaneció nostálgico y le dio play al playlist de “Chatarritas de Quince Años”.

Sean bienvenidos a esta fiesta incestuosa entre la virtud del amar con orgullo a un país y el no hacer nada por salvarlo.

***

«Es que siempre fue rebelde. Cuando trataba de ponerle un para’o iba y me citaba ante el Consejo de Protección del Menor. Yo estoy de manos atadas ahorita. Vivir así es horrible» dice una mujer joven. Tiene las ojeras como dos cortinas colgándole de los ojos hundidos, perdidos en la incertidumbre. Lleva dos potes, será comida o quién sabe. La señora que la escucha le toma de la mano y la primera comienza a llorar por lo bajo. «Cuando era pequeño me decía que quería ser militar. Siempre admiró a su papá y quería ser como él pues. Yo estaba maravillada que pensara en su futuro porque de donde venimos no se piensa en futuro, sólo les gusta decir que en la Cuarta República pasaban hambre, uh, ah. Ahí no hay ambición de na’ pero él sí pensaba en comprarme una casita más grande con bastantes cosas como a mí me gusta. Yo hago torta desde siempre. De eso vivo, aunque ahorita es imposible. No tengo ni para comer, menos para vivir. Pero él quería eso». Detiene la letanía y niega, aún no cree la vida que lleva. Pobre mujer remilgada, llevada por la vida y sus circunstancias egoístas. Llevada a ser esclava de algo invisible, de un país que se convirtió en una especie de cárcel mental. «Yo siempre le dije que sí, que fuera como su papá. Pero no como el biológico, ese es un desecho de hombre que no vale la pena. Hugo veía a Chávez como su papá. Siempre se sentaba a ver los “Aló Presidente” religiosamente y era como si estuviera conversando con él. Huguito creció viendo a ese hombre robusto como un ejemplo de humildad, de facciones duras y puños de hierro contra la injerencia. Él siempre me decía: “Mamá es que hay que defender a Venezuela de las invasiones. ¿Tú piensas que Chávez y Bolívar dejarían que vinieran los yanquis a amenazarnos y a invadirnos? ¡No Señor, mamá!”. Pero llegaron los años difíciles y al parecer esos sueños se esfumaron». La señora a su lado le quita la mano y trata de no mirarla con desprecio. Tiene la mueca de asco que siempre veo en los que pensamos distinto. En este país ya no vale la cortesía. « ¿Qué pasó señora?» pregunta la segunda por cuestión de cortesía. «Se metió con unos tipos a vender droga y a robar. Él me había dicho que estaba embolsando en un Super Latino y por eso me traía cosas. No sabía que había dejado el liceo y se había puesto a eso. Cuando me enteré le pegué y al siguiente día me llevaron presa por agredir a un menor. Y no pude ser más nada. Ahora estoy rogando que no me lo trasladen a otro estado porque hasta para ir al Marite se me es difícil porque ya no me llega dinero, él era el que lo traía. Di mi brazo a torcer y dejé que me trajera cosas, le agarré gusto a la vida que él con sus catorce años me proveía» termina. La señora tiene suficiente. «Por eso es que estamos como estamos» utiliza la frase genérica para éste y todos los casos de discusiones venezolanas. «Gracias a Dios que ese muchacho está encerrado y ojalá nunca lo saquen porque una escoria como esa no debe existir» suelta con rabia visceral. La primera no da cuenta a lo escucha. « ¿Cómo ha dicho?» dice tratando de recobrar el sentido. «Como escuchó, no se haga la loca. Eso es lo que pasó con estos años malditos de gobierno. Convirtieron a los niños en sus escudos, un arma ciega, sin habla. Esa que está dispuesta a disparar cuando ellos lo digan. Ojalá se pudra allá y nunca vuelva a salir» grita la segunda mientras va bajando. «Siga creyendo en Chávez señora, siga. Cuando no halle cómo vivir se recuerda de ese hombre para que vea cómo automáticamente se le llena la barriguita». La señora baja y los improperios de siempre comienzan a salir… La venida de Escuálidos y Chabestia acompañado de la ida de frases tan concatenadas como la de No volverán y otro que le contesta ¿Sí, como el que no volvió de abajo? Se aderezan con Joe Arroyo diciéndonos que no le peguemos a la negra. El país la lleva negra…

***

«No chama. Es verdad, yo no sé cómo le voy a decir a mis papás» dice una muchacha de camisa azul y falda de gabardina azul oscuro. Mal comenzamos pienso. Sé por dónde va todo. « ¿Pero para que te metiste en ese paquete? Es que tú sinceramente… ¿estás loca?» pregunta la amiga vestida de igual forma. «Es que Jonathan dijo que era tipo juego, que él no lo haría.  Así que le di chola». «Y de paso con Jonathan, un tipo que no tiene ni donde caerse muerto porque ni pal’ hueco del cementerio tiene». La primera trata de tragarse la verborrea porque sí que le quiere decir una que otra cosa a la amiga. «Y lo peor es que yo en Semana Santa como me fui con mis primos y sus amigos para la playa ahí fumé y bebí hasta el cansancio. Imagínate que hasta me caí varias veces de la pea que cargaba. Es que chica, uno es feliz cuando hay curda de por medio» dice orgullosa la compungida. « ¿Ajá y ya le dijiste a Jonathan?» pregunta la otra. Chayanne canta con su vocecita ladilla que la quinceañera lo bese en tiempo de vals, 1, 2, 3, sin parar de bailar y que haga que jamás se termine el vals. Vamos, una declaración de asalto de cuna claro. «Sí, y dice que no. Que eso es mentira. Entonces le escribí a Yolanda para que me consiguiera una Postinor y no consiguió; que ya no las venden y tal. Pero bueno, ya a una no le dicen nada si sale embarazada a los quince años. Todo el mundo lo hace ahorita. Además, así el gobierno me pasa una platica para que salgamos a beber el fin de semana» sentencia de manera graciosa la quinceañera. Y comienza el vals perfecto: Chayanne sigue con sus mensajes pedófilos diciéndole que su pirata es él porque no ha entendido que no hay edad (claro, aquí les encanta recurrir a esto), color, razón, ni condición, ni tiempo para el amor… Ya comenzará a subir fotos a las redes sociales diciendo lo afortunada que es, que con la ayuda de Dios tendrá a su hijo y bla, bla, bla. Adiós a otra muchacha que podría llegar por el camino correcto (y en otro contexto político) a ser Presidenta o lo que quiera. Ella ahora se resume a decir que todo está bien, que va a tener a su bebé porque ella es pro-vida (imagino que en su vida buscó información sobre lo que esto representa) y porque quiere mendigarle al gobierno una quincena para bebérselo en pura curda; el niño si quiere comer que se levante y vaya a ser la cola para comprar, o el papá fantasma, pero ella no. Así nos va…

Ahora es que le queda vida… vida para vivir como un parásito y luego jactarse de decir que es feminista.

¡Qué lindo es viajar cada día en la Ruta 6! Sobre todo cuando hay fiestas como estas, donde los cumpleañeros son mendigos o asesinos y donde la torta la colocan dentro del horno por nueve meses. Esta es la juventud socialista, la que el Pueblo quiere. Masa moldeable a los mandatos tácitos de quince años de celebración del atraso.

¡Salud!

(Eso sí: nos podrá faltar el circo y el pan, pero JAMÁS la cerveza. #LaCurdaSeRespeta)

Buenas noches y gracias por venir.

 

PRÓXIMO VIAJE:

VIAJE N° 8: TRES TRISTES TIGRES.

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