Mi tobo y yo

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¿Qué voy a hacer cuando todo esto se arregle?

Yo me acostumbré a ducharme con mi tobo de asas ergonómicas. En casa, cuando ponen el agua, nos gusta bañarnos rapidito y ver quién se queda con el jabón encima y así volver al tobo nuestro de cada día. Hacemos apuestas llenos de gozo. Es un ejercicio de meditación lavar los platos con mi amado tobo. Él es mi Wilson personal. Lo lleno y lo vacío en este vivir viviendo.

Si emigro alguna vez a Miami, tendré que cerrar la llave de paso tres veces al día para sentirme en casa. Se lo haré a los vecinos también. No hay nada más hermoso que escuchar el sonido que produce el agua que recién llega. Grifos que tosen y escupen, pocetas bullendo de vida.

Y todos corriendo, de allá para acá, llenando nuestros preciados tobos.

En ingles.

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