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Máximas de Sabiduria

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Según la sabiduría china la mujer ideal para casarse debe cumplir tres requisitos: 1) hablar pasito, 2) no aburrir cuando conversa y 3) ser de su casa.

Respecto a la primera condición pienso en la cantidad de buenas esposas que perdí en mi vida debido a mi mediana sordera desde la infancia. Sin embargo, pude casarme bien aplicando la máxima occidental que dice: “El matrimonio ideal es aquel en que el hombre es sordo y la mujer es ciega”.

Respecto a la segunda condición si estoy totalmente de acuerdo a pesar de que implica tener que aprenderme todo su directorio telefónico para saber de quien me está hablando, y si a eso le agregamos mi incurable sordera entonces tenemos como consecuencia un inusitado desarrollo de mi creatividad por  permanecer todo el tiempo imaginando qué es lo que me esta diciendo. Total, ella siempre tiene la última palabra aunque yo siga imaginando.

Con la tercera condición es que han empezado las dudas. Estoy de acuerdo con que un matrimonio que comience en un bar o una discoteca tiene muchas posibilidades de fallar (corroborado por el hecho de que en las discotecas no se habla pasito), pero ¿Qué pasa si a la mujer la conoces en la cola del abasto o la farmacia?,  ¿Qué opinan los chinos al respecto?, ¿o es que en China no existen colas y eso es un fenómeno exclusivo de Venezuela?.

Tratando de responder estas inquietudes y aprovechando que se me están agotando varios artículos de primera necesidad, me arme de valor, paciencia y navaja para ir a hacer mi correspondiente cola en un supermercado. Esperé a que llegara una muchacha bonita y me instalé detrás de ella.

A la hora de estar en la cola me atreví a abordarla, pero como ya estábamos cansados los dos obviamente que hablamos pasito. El primer requisito estaba cumplido.

Comenzamos entonces una conversación tan larga como la cola que estábamos haciendo, y como no me aburrió durante la misma, sentí cubierta la segunda condición.

Cuando trate de averiguar que tan de su casa es, comenzaron algunas decepciones. Para comenzar es poco el tiempo que está en su casa, puesto que me explicó que vive más en colas que en su hogar, y no tiene novio por esa misma razón. Está estudiando pero tiene ganas de abandonar porque es de apellido Zubillaga y esta cansada de ser siempre la última de la cola en la universidad. No va al gimnasio porque entre las colas del abasto, la farmacia y el banco no tiene tiempo para cuidarse, aunque se le ve en muy buenas condiciones físicas.

-¿Cómo haces para mantenerte tan saludable a pesar de la crisis? Indagué.

-Por la casa hay un señor que en las mañanas es médico traumatólogo y en las tardecitas es brujo. Yo mensualmente lo consulto como brujo porque son más baratos sus tratamientos. Ya estoy cansada de las colas del ambulatorio.

-¿Y con los artículos de limpieza cómo estás haciendo?

-Bicarbonato y limón. Eso es lo mejor. Con decirte que cambié el último desodorante que tenía por la mitad por medio frasco de acetona. El desodorante ya no lo necesitaba. Cuando no hay champú utilizo jabón de pasta y como por la casa a cada rato se va el agua, cuando tengo el pelo muy grasoso  me aplico talco y santo remedio.

La chica me estaba demostrando que es pilas y resuelve frente a las adversidades, síntomas inequívocos de inteligencia. Menos mal que me habían atracado hace dos semanas y me dejaron soltero, sin título e incomunicado,  porque de haber tenido el teléfono a la mano me hubiera provocado tomarme una selfie con aquella encantadora compañera de calamidades y nos hubieran llevado presos por tomar fotos en la cola. Allí sí que el recuerdo habría sido muy triste.

-¿Epa y por cierto, en que número termina tu cédula, porque hoy le toca la cola al 2 y 3?

En ese momento la encantadora muchacha se transformó totalmente. Se puso histérica y comenzó a gritar y a insultar a todo el mundo.

¿Qué?, ¿esta cola es por número de cédula?, no puede ser, la mía termina en 5. El co%&# de quien invento esto, no me la calo, a mi me dejan pasar, maldito hij%“&$….etc.

Se volvió incontrolable, energúmena y agresiva. A mi mismo me insulto por no haberle informado antes lo de la cédula. La sacaron de la cola y se volvió a meter. Lanzó manotazos a diestra y siniestra hasta que se la llevaron presa por conspirar contra el gobierno y traición a la patria.

A mi me dio mucha lástima, pero no pude salirme de la cola porque no tengo leche en mi casa. Seguí en la cola con el dulce recuerdo, justo cuando ya estaba a punto de aplicar la máxima aquella que dice:

“No te dejes engañar por un bluejean, invítala para la playa”.

 

 

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