En la Costa Oriental del Lago; un momento, así tal vez no sepan a qué lago me refiero; en la Costa Oriental del Lago de Maracaibo existe una ciudad llamada Cabimas. Es posible que jamás hayas escuchado hablar de ella, o quizás alguna vez hubo una mención del lugar y te parece recordarla, pero no estás seguro.
Lo menciono en esta oportunidad porque, a propósito de la muerte de Rebolledo y todo el polvorín que parece haber levantado, parece que la literatura venezolana, la política y la historia misma, gira en torno a Caracas y a las ciudades principales del país. Se considera que una obra tiene potencial en Venezuela si retrata la cuestión venezolana que se retrata en Caracas. Solo se le presta atención a novelas cuyos contextos resaltan la vida en la capital, las costumbres, los lugares, la evolución, los conflictos, las guerras, las voces, los ambientes; todo sucede en la capital.
Bajo esta perspectiva he visto a algunos amigos escritores que se afanan por resaltar el valle y sus singularidades. Y creo que se pierde la oportunidad de dejar registro, a través de la ficción, de lo que nuestras ciudades representan aquí y ahora.
En Cabimas también hay conflictos, nos afecta la situación económica, nos afectan los desaciertos políticos; la explosión del Barroso en 1922 fue el acontecimiento que marcó una nueva era para la nación, y solo por hacer mención de algún hecho. Aquí los barrios del sur han evolucionado de forma acelerada; hay historia de hombres derrotados por la desidia, hombres y mujeres que lograron destacar en sus tiempos, que vencieron obstáculos hasta convertirse en héroes e iconos para la región, incluso para el país. como Víctor Davalillo.
Venezuela también es Cabimas. Creo que es tiempo de matar a los dioses; quiero decir, una vez más es tiempo. Creo que es momento de asesinar los contextos regulares de las obras que deciden destacar como representativas en el mundillo literario venezolano.