Dictadura… esa palabra…

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Dictadura… esa palabra… me gustan las palabras largas: murciélago, epifanía, oxímoron… pero no todas las palabras, no me gusta prisionero, espionaje… dictadura.

Creía ingenuamente que esa palabra era muy lejana, en algún pasado latinoamericano, en algún país africano… ahora resuena tan cerca, en la misma acera donde camino, en el hombre que pasa con una bandera de Venezuela al hombro… como una transmutación de lo fantástico a lo cotidiano, como en un cuento de Borges o Cortázar, con una naturalidad aterradora.

Escribo ahora con una valentía y una tristeza irreconocibles en mí. Poco o nada me gusta hablar o escribir sobre política, pero esta vez ya no es por una mera opinión, es ya una denuncia urgente, necesaria, no es si se está de acuerdo o no con algunas políticas gubernamentales, es ya una expresión de vida, de sentido común, de deseo de respirar.

Sí, en Venezuela vivimos en dictadura, sin eufemismos ni ambigüedades, cuando el 20 de octubre pasado el gobierno anuló el revocatorio, con argumentos leguleyos. En un país donde no hay elecciones y donde no hay separación de poderes, donde el poder ejecutivo, el judicial y el electoral es lo mismo, y el poder legislativo es anulado por el judicial, es un país en dictadura, así, claro y raspado.

Hay frases que se pueden aplicar en ciertos contextos, en otros no, en este caso creo que si callo, otorgo. Soy enteramente pacífico, no tengo más armas que este aparato donde escribo, no tengo más balas que estas palabras, las seguiré usando hasta donde me sea posible, quién sabe si luego me permitirán seguir haciéndolo, espero no exagerar, espero que lo pasado, la ficción de los libros, se quede en eso, en pasado y ficción.

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Mido un metro setenta y cinco. Tengo una docena de libros. En mi cuarto hay un altarcito con un Buda. Me gusta el color azul. A veces me despierto alunado. Prefiero los gatos a los perros, porque no existen gatos policías. Soy de acuario, pelo negro. No colecciono nada, guardo la ropa ordenada. Me aburro en las fiestas y soy de pocos amigos. Tengo los ojos color café tostao. Dicen que soy bueno, aunque no sea bautizado, y aún no me llevan las brujas. Nací a las siete y media de la mañana. No creo en ovnis ni en zombies (pero de que vuelan, vuelan). Uso prendas talla "m". Prefiero quedarme en silencio. Duermo del lado derecho y con franela si hace frío. De la vida yo me río, porque no saldré vivo de ella. No uso saco ni corbata, ni me gusta el protocolo. Estoy en buena compañía, pero sé cuidarme solo. No me complico mucho, no me estanco, el que quiera celeste, que mezcle azul y blanco. No tengo adicciones, mas que de leer y estar solo. Antes creía que no tenía miedos, hasta que vi la muerte a milímetros. No me creo ningún macho y soy abstemio, aunque si hay una buena compañía y un vinito se me olvida esto último. Prefiero más a los animales que a la gente. No tengo abolengo y dudo mucho que tendré herencia. Tengo una rodilla que a veces me fastidia. Tengo cosquillas, no las diré hasta que las descubras. No traiciono a mis principios, que son cinco. Me gusta ser muy sincero, por eso no hablo mucho. (Inspirado en una canción del Cuarteto de Nos)

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