Salí temprano a arreglar un asunto. Es un día lluvioso. En el cajero automático, un hombre que pareciera tener veinte cromosomas extras, intenta colear a un amigo en mis narices y yo, no de un humor adecuado para ello, impido la faena. El hombre es alto, con un rostro de pocas luces, llevo las de perder con mi estatura que apenas supera el metro setenta. Un elemento de esas dimensiones y de tamaña lerditud es letal, puede matarme de un manotón. Afortunadamente todo fluye. Mientras tanto, allí, me pongo a reflexionar sobre un incidente tonto en las redes sociales y por supuesto me deprimo. Se trata de una discusión estéril que sostuve ayer con un personaje de la infeliz política venezolana. Es una especie de comediante, comentarista y ahora diputado, con vocería en asuntos de vida o muerte en nuestro país. Aquí les muestro una imagen, en su twitter hay otras más: una disfrazado de Napoleón, otra de Chaplin y otras de él mismo (y a fin de cuentas uno duda si todas son disfraces).
La ridícula escaramuza surgió de un comentario en el que lo aludí. Tildaba de gafos a los voceros de la MUD que se presentaron en el famoso «diálogo». Un mensaje que buscaba darle un espaldarazo a María Corina Machado a quien el señor acusó de estafadora. Cosa que me parece ridícula sabiendo que la dama no necesita que la defiendan de este personaje. Él me respondió con el adjetivo «chavista» y yo me enganché, ofendido. Es normal a estas alturas que «chavista» sea un insulto; es como si le gritaran a uno «ahí va el ladrón» en la estación del Metro de Plaza Venezuela. Pero asumo el error desde el principio, desde que respondí con cierto tono dramático, de héroe working class herido. Aunque las consecuencias no pasaron de algunos seguidores más por twitter, quienes me apoyaron, pero con las mismas consignas repetitivas e ideas que no apoyo ni siento como mías, sí acusaron al comediante o político (elijan a su gusto) de colaboracionista, de castrochavista, de castrochavistaestalinistamadurista. Me fui a dormir con la sensación de ser un idiota. No sirvo para este show, no tengo madera para eso.
Me parece legítima cualquier decisión individual de poner energías en estas figuras. No poseo argumentos profundos, ni referencias estadísticas, ni métodos científicos, para demostrar mi escepticismo. Simplemente con verle la cara al señor, en la foto que adjunto, me basta para dudar de su facilitación en la peliaguda tarea de sacarnos de encima a una tiranía de malandros asesorada por la legendaria inteligencia cubana y ahora, la rusa. A lo mejor nos lo llevamos a Miraflores por la noche y lo asomamos disfrazado de Chaplin al dormitorio de Maduro, y matamos a éste del susto. No creo siquiera que el disfraz haga falta para que el poco agraciado saco e plomo se sienta frente a un muñeco diabólico. Tengo muchas cosas que resolver en medio de una crisis económica y social bestial. Mi vida es difícil como la de millones. Puedo poner mi grano de arena en este circo y respaldar como un poblador más a la señora Machado y a su organización, que al menos no tratan al ciudadano como si estuviese en un jardín de infancia. Basta con no sentirme minusvaluado por el discurso de estos demagogos y que me vean cara de imbécil.
Y a los otros «muchachos» de la MUD, quienes forman team con Kico, ni los nombro. Es innecesario.
Por fín, ¡alguien más a quien le cae mal éste tipo! vale.
Te dí 5 estrellas nada más por eso, por no aplaudirle a éste señor que no sabe ni pronunciar, ni ser coherente (ni en su acción, ni en su habla).
Aquí siempre le aplauden a cualquiera nada más porque aparece en la televisión, como si pertenecer a la farándula les diése un sello aprobatorio.