Debido a los grandes avances transcurridos en el último siglo, la tecnología hoy en día sobrepasa los límites y abarca mucho más de lo imaginado por científicos hace unos años; es por ello que la tecnología aplicada en todos los dispositivos electrónicos que funcionan en los medios de comunicación, tienen capacidades increíbles y permiten un círculo con flujo de información constante e inmediato; que está distribuido por todo el mundo y es accesible para todas las personas, de esta manera, formando una conexión sin fronteras geográficas que entrelaza directa e indirectamente a cada habitante del planeta.
A pesar de todo lo anteriormente dicho, los medios de comunicación no poseen bases fundamentadas en principios educativos, ni en valores éticos o morales. Pero no es el hecho de poseerlas, porque sí las poseen algunos; es la desvinculación de estas bases a la información que se publica y se transmite, es la presencia de contenido inapropiado e inservible y la emisión constante de publicidad y mensajes que transforman la mentalidad, el conocimiento y los conceptos o percepciones de la gente; es esto lo que realmente daña a la sociedad y a cada individuo que en ella habita. Dichos mensajes y publicidad son los que favorecen discreta e indirectamente a las personas de poder monetario, político o autoridades, porque al controlar ellos la información que es procesada y almacenada en nuestro pensamiento, es decir: el pensamiento mismo, manejan también nuestra forma de actuar, nuestros gustos y disgustos y nuestra forma de relacionarnos entre nosotros mismos. ¿Qué sucede al lograr todo eso? Nos volvemos soldados dependientes rellenos de cosas impropias creyendo que en realidad fluyen de nuestra personalidad, sin tener la más mínima consciencia de ello, empezamos a seguir patrones y estereotipos que nada tienen que ver con la naturaleza humana.
¿Para qué sirve el futbol? ¿para qué sirve el beisbol? ¿para qué sirven los concursos de belleza? los medios de comunicación son solo un negocio, para eso sirven. El problema está en la elevación del medio de comunicación a una especie de templo, a que la sociedad «democrática» no solamente no puede sobrevivir sin ellos, sino que además su opinión tiene más peso que cualquier otra. Hay que destruir los ídolos.
@Compa: Es así, estoy de acuerdo. Aunque también pienso que los medios de comunicación pueden ser muy diferentes en manos de otros.