El Hombre mató a Dios, sí, pero quizás el problema no era tanto la figura ontológica, abstracta y sobre todo divisiva de Dios sino la predisposición ciega de los Hombres a glorificarlo.
La ilustración y la modernidad devuelven al Hombre al centro de sí mismo. Con ello la figura de Dios pierde valor, al menos en el mundo occidental. Se le sigue glorificando, sí, pero la vida no gravita ya en torno a su figura.
Va sucediendo algo más perverso en mi opinión. Se empiezan a glorificar las ideas y los artefactos humanos. Los Alemanes, expertos en absolutos y totalitarismos, nos regalan el marxismo, el nazismo y el ecologismo entre otros ismos que si no fuéramos tantos en este planeta hubieran arrasado con toda forma de vida. Todas glorificaciones absurdas, créanme que más por el hecho de glorificar y no por el hecho de lo que glorifican.
El desarrollo del Capitalismo era el broche de oro para esta carrera hacia el nihilismo. Hoy por hoy se glorifica de todo y por todos; cosas que siempre se han idolatrado como la nación y la patria pero tantas otras que han venido de la mano de una sobreproducción de bienes y servicios amparados por la no pocas veces perversa industria publicitaria. Se glorifica a la mujer, a la vagina, a la familia, a la naturaleza, a la ciencia, al solucionismo tecnológico, a Apple, a las celebridades de Hollywood y de otras partes, al socialismo, al capitalismo, a los héroes de guerra, a la maquinaria de guerra, a la guerra, a la vida, a la muerte, a los terroristas, a los francotiradores, a los artistas, a los filósofos, a los medios, a los vegans, a la comida orgánica (me cuento entre ellos), a las medicinas, a los remedios naturales, a los restaurantes tres estrellas Michelin, a Miami, al parto natural, a la placenta (hay quienes la guardan en formol como símbolo de la “vida”), a los padres que ayudan a su mujer y cuidan de sus hijos, a USA, a los culos rasurados, a los homosexuales, al cerro Ávila, a las lesbianas, a los políticos hipsters, a las cocoyas rasuradas, a lo políticamente correcto, a lo políticamente incorrecto, a los entrepeneurs, a la MUD, a Chávez, a Fidel, a Hayek, al otro idiota, a Musk, a Tesla, a Silicon Valley, a los billonarios, a los pobres de solemnidad, al sexo, a la Madre Teresa de Vergas, a los huecos mugrientos (pero cool) de Calcuta, a lo cool, a la belleza de Venezuela, a Tim Ferris, a como ser súper-eficientes y efectivos, a como doblar una puta franela (millones de views), a las películas de Lynch, a como rasurarse bien el culo, a la receta perfecta de “ponga-aquí-el-potaje-que-quiera”, a los barbudos, a la barba, a los hipsters, a Lonely Planet, a los backpackers greñudos, a los surfistas, a los comediantes, a los artistas, a la juventud, a la vejez, a los arquitectos, a las cámaras Leica, a la inmensa plasta humana que fue Zaha Hadid (a pesar de su talento), al talento, a las corporaciones, a la democracia, al tener opciones en la vida, a los dictadores de mano férrea, a los activistas de toda verga, a la música, a la Salsa Vieja, a Olga Tañon, a Pablo Escobar, a Cuba, a Obama, al cosmos, a Buda, al new age, a los japoneses, a Deepak Chopra, a Oprah, a J. J. Rendón, al café expreso, a los expertos en cualquier mierda, a los que denigran de los expertos como Nicholas Taleb o Trump, a la propiedad privada, a la propiedad colectiva, al buen salvaje, a los aborígenes de todos lados (tan violentos y perversos como cualquier hijo citadino), y al dinero por supuesto.
Si bien las religiones no son (exclusivamente) las plataformas de división que fueron en el pasado hay una cantidad casi infinita de tópicos donde encontraremos más de una razón para odiarnos y matarnos. Uno lo ve todos los días, en la redes sociales pero también en los medios tradicionales como la gente defiende con tanta vehemencia tanta pendejada creyendo que de esta manera están defendiendo alguna especie de derecho supremo y natural, algo que sin lo cual el mundo descendería al caos y a las tinieblas. Tanta mierda que uno tiene que ver y oír. Cada quien en su burbuja auto-glorificada creyéndose que por tener el culo rasurado y no vacunar a los hijos te hacen mejor que los demás. Me pregunto si todo esto es planificado de arriba hacia abajo o simplemente ha sido algo orgánico producto de cómo hemos evolucionado socio-económicamente.
No sé si la gente antes sería más feliz, a lo mejor no y es que la felicidad es algo muy subjetivo pero de lo que si estoy seguro es que serían menos neuróticos cuestión que ya es bastante además de más fácil de cuantificar. Todas estas esferas glorificadas en constante choque han creado individuos híper-normalizados y neuróticos. Creen que su derecho a comerse un tomate orgánico es algo que esta fuera de duda, que está más allá del bien y del mal. Un derecho casi natural. Lo mismo con lo de “salvar al planeta”. Creen que exprimiendo hasta la última gota el tubo de pasta dental van a hacer una puta diferencia. O reciclando bolsas de plástico. Como decía el comediante George Carlin (qepd), la naturaleza a lo mejor nos creó para que produjéramos en cantidades industriales plástico. He ahí el sentido de nuestra existencia: ¡plástico!. Elemento con que la Tierra, Gaia, la Madre de Todo, el Planeta Azul, y otras nombres más cursis que Winston Vallenilla llorando, se siente extremadamente a gusto, tanto que habrá más plástico que peces en los océanos en unos años. No solo no nos ha eliminado como especie sino que nos deja seguir reproduciéndonos como cobayas. Por cierto los lobos han repoblado espectacularmente Chernóbil. Y si hay lobos es porque hay presas. A lo mejor tienen tres ojos but who cares? Lo importante es que están ahí. La vida no tiene nuestros prejuicios.
Y conste que me considero una persona liberal pero lleno de apatía por todo. A lo Schopenhauer. No cuenten conmigo para nada. No me suscriban para sus clubes de “catadores de café”, o de “villanos barbudos”, o de “amantes de la naturaleza”. Los guardianes de todo lo bueno y de todo lo que merece ser rescatado en el Universo. Sus clubes de mierda de auto-glorificación entusiasta. Terminan todos con tres gotitas de pipi en los interiores o pantaletas de la emoción (algunos en el pantalón o la falda; sí el ir rueda libre también ha sido glorificado). Tengan presente que el Sol acabaría de una llamarada todo lo que siempre ha existido en este planeta. Una sola llamarada. Picasso y tu amor por el manga japonés. Baudelaire y tu colección extremadamente onanista de coleópteros. Todo quedaría vaporizado. Como de hecho sucederá en unos billones de años. Para mi tranquilidad.
Hay quienes cansados de todo esto se van a lo diametralmente opuesto pero siguen en el mismo dominio, en la misma dimensión conocida. Empiezan con una cochinada, una de promiscuidad, una de drogas. Una barba sucia, una bocota abierta con la lengua para afuera, y un cinturón a lo Jim Morrison. Es que ni siquiera caigo en eso (aunque admito que en un momento creí que era la respuesta) porque es al fin y al cabo otro tipo de glorificación. Se creen mejores en la creencia de que no glorifican. De que son “alternativos”. La cara y cruz pertenecen a la misma moneda. Además, ¡el tufo también ha sido glorificado!. La consecuencia de todo esta apatía, digamos el beneficio que yo veo, es que me considero muy poco neurótico lo que me permite desarrollar mi felicidad a plenitud. La apatía no tiene que ser contraria a la felicidad. Soy una persona verdaderamente feliz y acepto al mundo en toda su dimensión. Inclusive todo esto de lo que escribo y es que el tono con que lo escribo es mas de burla que de crítica, aunque quizás no se sienta así.
Yo simplemente les digo: PLEASE CURB YOUR ENTHUSIASM!! Hay muy pocas cosas, si es que las hay, *importantes* en este mundo. Y si necesitan glorificar algo, necesidad que a lo mejor es tan humana como el comer o el follar les sugiero el Sol. No soy para nada original sin duda. Pero si no fuera por éste no habría vida en este planeta y sin vida en este planeta no habría nada que glorificar. Sí, está el problema del melanoma ocasional pero confió en la ciencia, quizás de las pocas cosas en que me encuentro glorificando de vez en cuando. En esta idolatría solar quizás tenga mucho que achacarle a mis influencias celtas pero que mejor que idolatrar al sol de la mano de una sacerdotisa druida; esbelta, fértil, con un buen trasero y unas buenas tetas, sana, a lo mejor con los dientes imperfectos. ¿Qué importa que tenga pelos en el sobaco?, ¿qué importa que tenga un inmenso monte de Venus? (también a mi pesar hecho glorificado por un grupo numeroso de féminas en boicot con la industria de afeitadoras).
Nada ni nadie se salva.