VENIMOS DE UNA SOCIEDAD PROFUNDAMENTE AUTORITARIA. LO DE HOY YA SE INCUBABA HACE CINCUENTA AÑOS.
(Una aproximación fenomenológica barata, como para rematarla a «buen precio»).
Somos muy autoritarios a nivel del liderazgo político corrupto, y muy «lame-suelas» a nivel de vida privada hacia quienes gobiernan y tienen poder, de cualquier tipo. Nuestra pasividad se ha calificado de «buena gente», pero somos más bien, a nivel politico-colectivo, «bobolongos»; y cuando aparecemos como «guerreros» lo que hacemos es «robar cámara» y buscar el mejor «look», o «selfi», aunque estemos arriesgando la vida en la calle y nos amenacen de muerte los esbirros de cualquier régimen.
De ahí procede el éxito del chavismo corrompido, que no es otra cosa que «más de los mismo» adeco-copeyano, pero infinitamente más podrido.
Dicho de otra manera, tal talante «luz en la calle y oscuridad en la casa», o el de ser «lame-suelas» (de mente y alma) a nivel público, se torna al revés cuando se trata de vida privada: muy autoritarios a nivel de relaciones familiares, educativas, de trabajo etc., por ejemplo, y muy «lame suelas» e hipócritas a nivel de vida publica, relaciones de amistad, etc. Y muy envidiosos y «reconcomiados», e igualmente, muy «abusados»:
Cuando nos «arrechamos» actuamos como niños o adolescentes consentidos, «pataleamos» a ver si nos dan lo que queremos y pedimos. Nos morimos porque nos den o nos pongan «onde haiga» (sic). Si no, el «berrinche» es de película… de bajo presupuesto por supuesto.
Hemos sido una sociedad profundamente paternalista y dependiente en extremo; eso nunca lo erradicaron los cuarenta años de democracia adeco-copeyana, y el chavismo lo que hizo fue llevar al enfermo crónico «Venezuela» al estado terminal en que hoy se encuentra. Admiramos lo foráneo (sea USA o Cuba), y endiosamos a los líderes carismáticos (Sea Fidel, Obama o Trump) y, especialmente, admiramos a los «arrojados revolucionarios» sean de izquierda o derecha.
«El Caudillo» o «gendarme necesario» (Paez, Bolivar, Chávez, Maduro, etc., etc.) lo llevamos introyectado, y ocupa en nuestra psiquis colectiva el lugar de un ídolo.
Somos enfermos colectivos, psicoanaliticamente vista nuestra actual situación socio política y económica. Pero sobre todo psicológico-social.
De ahí que los dos psiquiatras que se «empataron» con «El Galáctico» se sacaron la lotería; uno de ellos, quien hizo de él y su ex, sus pacientes privilegiados, y quien fue Rector universitario, se fue teniendo casa por cárcel por haber asesinado (¡nada menos y nada más!) a una ingenua adolescente. El otro es un «rolo’e vivo, mentiroso patológico y corrupto; está vivito y coleando, tramando a cada momento nuestras definitiva sujeción patria a Cuba, ayudado por su hermana carnal, ambos psicópatas convictos y confesos.
Añadamos a todo lo anterior nuestra «corta memoria histórica», nuestro olvido inmediato de lo que pasó ayer o hace un instante, para «gozar del momento» y de la vida, y tendremos un «selfi» bastante aproximado de lo que somos como país.
¡Ah rigorito!
NB. En lo dicho dejé por fuera un factor aun mas importante y determinante para comprender lo que nos pasa como país: la profunda naturaleza supersticiosa y religiosas de lo que somos, colectiva y privadamente. Somos el «granero religioso» mejor surtido de América Latina, para Pancho y sus ayudantes corrompidos vaticanistas. Creemos en dioses y profetas de cualquier tipo (especialmente los gringos), y compramos cualquier amuleto o símbolo que huela a «más allá» pues nos aterroriza la «pelona» de manera extremadamente infantil.