«En febrero de 1936, un joven comunista, Hernani Portocarrero, publica una crítica al gobierno, y su camarada Raúl Osuna, otra. Por eso, el gobernador del Distrito Federal, el general Felix Galavís, crea una junta de censura para el material periodístico. Eso es el día 13, y el día 14 hay una protesta de la Federación de Estudiantes, se convoca una manifestación, la primera que se hace ante el presidente López Contreras. Galavís pone guardia armada en la Plaza Bolívar para proteger la sede de la gobernación. Hay un choque entre los manifestantes y la policía, con el resultado de tres muertos. Eso sirve de llamado general. Caracas tenía 250 mil habitantes, y en la tarde se reúnen en la Plaza la Candelaria unas 35 mil personas. Ahí había una calle angosta que terminaba en Miraflores, que después fue la Avenida Urdaneta. A la cabeza de la manifestación marchan Jóvito Villalba, presidente de los estudiantes, y el rector de la Universidad, Francisco Antonio Rísquez, un médico ilustre. Al entrevistarse con López Contreras, el rector le dijo: «Mire, Presidente, Villalba y yo pensamos igual, lo que pasa es que él tiene 28 años y yo 78, así que creo que Villalba va a ser más explícito»
Fuente: Banco y González (2012). Ramón J. Velásquez. Un país, una vida. Editorial CEC. Caracas-Venezuela.
El 14 de febrero del año 36 de nuestro siglo pasado, la marcha, para ese momento fue la más grande que se hubiese conocido en nuestro país, los cambios no se hicieron esperar, López Contreras, accedió a hacer cambios fundamentales, y por ejemplo al otro día «destituyó a todos los gobernadores de origen gomecistas», sustituyéndolo por antiguos presos y luchadores contra el régimen del «Benemérito». Eso significa, en primer lugar la catadura del General, y en segundo lugar la importancia de la rebelión popular organizada que pretenda hacer cambios sustanciales en los gobiernos, evidentemente la catadura del poder y lo que se quiere. Si bien, no se entró definitivamente en la conquista de la República Democrática civil y liberal, la consecuencia del 14 de febrero, tuvo más incorporaciones y avances, que vienen a tener su auge tanto con el Medinismo así con lo el golpe del 45 y lo que ocurrió en el 47 -Constituyente y Constitución-, cómo seguido por los gobiernos de la democracia civil, posterior al 58.
Quizá sea un cuento muy intencionado y corto, donde se obvia lo ocurrido con Medina y los debates que aún suscitan en su verdadera intención democrática y sus avances, lo cierto es que es depuesto y genera otro proceso fundamental en nuestra historia, la constitución del 47, primera que, por ejemplo le da a la mujer venezolana, la condición de votar, es decir, ciudadana, y da en el medio de lo que llaman el Trienio Adeco, el primer presidente Constitucional elegido por voto popular directo en nuestra historia, resultando ganador don Rómulo Gallegos.
Se trae a relación dichas palabras, por un presente que por donde lo miremos, es aterrador, dictadura, narcodictadura, narcodictadura militar, «autoritarismo Hegemónico», pretorianismo, militarismo {Laclau-o’donnell}» y aún sus élites políticas no creen ni quieren saber lo que es la rebelión popular para la defensa y construcción de los cambios que ha de darse en Venezuela en el siglo XXI, cuando el valor de elegir ha sido eliminado de manera grotesca, cuando los ciudadanos, aún se encuentran sin saber que decir y esperando una organización que debe salir de sus propias entrañas, por desconocimiento de su propia historia y condición, por apatía, o producto de unas élites que pretenden tratar al ciudadano como peones y súbditos, empequeñecidos por la «prisión del presente» y por las rencillas del caos que generó el socialismo del siglo XXI, para destruir lo que tanto esfuerzo generaciones de ciudadanos venezolanos lograron con esfuerzo construir.
Hay que recordar que Gómez a nadie lo sacó, se lo llevó lo que es común para todos, la muerte, 27 años duró en la presidencia, el «Bagre» o cómo en efecto lo fue «el presidente que logró la paz en Venezuela». Con cierta razón y aunque se pueda debatir al respecto, don Mariano Picón Salas dijo que Venezuela entró al siglo XX en 1936.
Hoy, mucho trecho ha pasado desde el 23 de enero de 1958, las condiciones son otras, lo que ocurrió con la defenestración de CAP, o el viernes negro «el agotamiento del modelo rentístico» y todas las taras y abusos que se le pueda endilgar a la democracia, instituciones y a la ciudadanía.
Volvamos al hoy, siglo XXI, año 2018, Venezuela sumida en caos, sus ciudadanos convertidos en su mayoría en súbditos, carroñeros del presente, y espectadores de su propio fusilamiento; las autonomías y las libertades sepultadas, con anuencia a mi modo de ver de las élites de oposición, amigos de años de malandraje y abuso de poder, enemigos por cierto y repito de la Rebelión popular y militar para la restitución de la democracia. Ciudadanos presas de su propio miedo, herederos de un sistema político de la cuál no han defendido ni construido, pues, los que votaron con todas las ganas por el «héroe del museo militar», teniente coronel Hugo Chávez Frías, votaron por lo que Manuel Caballero denominó «militarismo popular», hasta que llegó nuestra gran igualadora -la muerte-. Maduro es su hijo y continuador del galáctico, plan de la patria, socialismo del siglo XXI, Hermano de URSS-Rusia, Corea del Norte, Cuba, China.
Hoy nos reventó en la cara lo que se suponía era un sentido claro, pues cómo nos deja saber el hsitoriador Agustín Blanco Muñoz en su «Habla el comandante», se trataba de palabras más, palabras menos de «destruir lo anterior por algo nuevo».
En ese sentido, Los ciudadanos, no son tales, hoy tampoco, el temor les penetra sus entrañas no por un efecto de una dictadura criminal que te asesina sin aspaviento, sino que ha sido un común denominador, hoy como dijo Maiakovski «Hasta que un día, el más frágil de ellos, entra solo en nuestra casa, nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo, nos arranca la voz de la garganta. Y porque no dijimos nada, ya no podemos decir nada». Hablar de la eliminación del Revocatorio del «Carnicero» de Nicolás, la masacre del junquito, los asesinatos del año 2014 y 2017, las OLP, es parte del proceso para la construcción. Caramba, aquí hubo un Referéndum para cambiar la constitución y se votó y se ganó para evitar eso, por miedo, por lo que sea que podamos establecer allí, de facto, clavaron el «socialismo del siglo XXI», enmendaron la Constitución para la elección indefinida, siendo generador y que nos generará por los siglos de los siglos, (hasta que se comprenda de una vez por todas, ciudadanos integrantes de la tierra de des-gracia) caudillismo, populismo, -nuestro mal terrible y no superado-, los lideres eternos.
La investidura del Nicolás, de dudosa nacionalidad venezolana, las trácalas para su ascenso dan lo que es la catadura del socialismo y de ciertos grupos del chavismo (élites y votantes). Si eso no se comprende, y quienes se supone tienen responsabilidad mayores por ocupar cargos de representación política, con poder económico, se sientan -como en efecto han hecho- a cohabitar, no se puede esperar de los ciudadanos una respuesta de inmolación (tiene sus matices y se puede debatir sobre lo que puede o no significar dicho termino, es decir, para la defensa de la democracia, libertad). o por parte de la ciudadanía que aún puede hacerlo y defender lo que nos toca por aquello de nuestro presente histórico, sencillamente y amén de que no tengo bolita de cristal ni pretendo hacerlo, el socialismo llegó para quedarse. El exilio será nuestra última alternativa o la adaptación humillante al «hombre nuevo».
La ANC es parte de ello, «las votaciones» del 22 es la estocada definitiva de lo que ha sido su accionar. Lo demás, y sin ánimos de ahogar el debate o el pensamiento, es paja.
El campamento que denunció José Ignacio Cabrujas en los años finales de la década de 1980, vive, se extendió, mutó. Con un «ideal de bienestar» inexistente pero que hoy tenemos, es parte de lo que muchos auparon, el majunchismo y lo majunche pues.
