esparacido sin sangre
busqué rostros entre las paredes
damas chinas en las cortinas
cuerpos argentados
sobre labios cerrados
procuré la misma hondonada
al fondo
este rostro mejor sin nombre
sobre todo
cantado para el resto
acostado por años
antiguo credo bajo las piedras recogidas
en el corro luminoso
cuando me haya recostado en el lecho
que tantas veces he encontrado