Cuando desperté, me vi como en la habitación del hotel, lo recuerdo bien porque olía a jazmín. Rusia había invadido a Ucrania, pero… aun China no había invadido a Arabia Saudita y Estados Unidos no invadía… venezuela. Yo puedo ver el futuro, y entonces vi un cohete militar, un misil lanzado desde Corea del Norte, y Taiwan y Japón preparando sus baterías antiaéreas. Atención, esto no es un simulacro. Esto no es Neon Genesis Evangélion, Mazinger Z, u One Piece. Esta es la vida real, la de Hiroshima y Nagasaki y NO la de Dragon Ball y Pokemon. El mundo en guerra y no quiero leer novelas rosas de Paris, envuelta en llamas y Caracas sufriendo otro apagón. Y oi una voz que decía: “Ve a Israel. No tengas miedo.” Estuve acostado en la cama como un muerto, boca arriba y ojos cerrados. Entonces… vino y sobrevino el trueno, seguido de humo, olor a cable quemado, cobre incinerado y cristales volando cual chispas de granizo. Al fondo una música Árabe mientras, mientras, mientras… la primera iglesia Católica era destruída por la explosión de una bomba. Atentados terroristas en iglesias Católicas de México, Caracas, Maracaibo y Costa Rica. Los heridos fueron trasladados a diferentes hospitales. Y dice la voz: tus estrellas pisaré como cotufas vencidas.
Escuchas voces?-
Si la pregunta es del psicólogo, no la responderé.
En el hotel, había una puerta absurda-mente construida a tres centímetros de otra puerta, al principio creí que el arquitecto quiso hacer algún tipo de broma o moda arquitectónica extraña. Antes de salir de la habitación, me vi sentado en la poceta, envejecido, semi-calvo, demacrado, desnutrido, mosaicos y cerámica de los años 50, en el piso a manera de semi-círculo, una, dos, o tres hileras de velas y un velón, a la izquierda un hueco en el piso, ovalado, de 70 centímetros cuadrados, cuya agua de mar, color azul verdoso casi al borde, hacía flotar un pequeño submarino de unos 30 centímetros de largo por seis de ancho. Nunca coloqué unos lentes de realidad virtual ante mis ojos, y esperé en el centro comercial mi turno para entrar en la “fantasía desvirtual.”
Querido diario: Hace días que no sé nada de José. He perdido el tiempo de la noción. Aquí abajo no hay luz. Aunque no quiero ser dramático, aun no estoy en aquél lugar que no es este. Me encuentro debajo de la cama, no escondido sino protegido ante las bombas que están por caer. En el piso, tracé con tiza, rayas, hay números, letras, símbolos, y una columna de tanques de guerra Estadounidenses entrando por Táchira. LA INVASION VIENE PRONTO. Y EL TENIENTE LO SABE.
Por primera vez el cielo fue negro, tipo Zdzisław Beksiński y del humo que despedían los cauchos bañados en gasolina. Una táctica y estratégia militar utilizada en Irak.
Diga usted si estuvo en la iglesia Católica Metropolitana de Caracas antes de la explosión del ataque terrorista.
¿No te parece sospechoso que tú no estés preso? En esta foto apareces junto a un subversivo. Un opositor, un terrorista…
Recordé antes de pensar en ella; un boleto de avión, la policía en el aeropuerto, un accidente de tránsito, documentos incautados por los militares, la propaganda anti-dictadura, el enfrentamiento en el hotel. Se puede ver el futuro a través de los sueños?