Primero lo primero. René Burri es un duro, un tipo consagrado en medio mundo, una especie de tótem viviente, uno de los últimos mohicanos de la legendaria escuela Mágnum, junto con el checo Josef Koudelka, a quien por cierto prefiero por encima del otro, del anterior. Mis razones tengo. Josef Koudelka es la antítesis de Burri en materia de proyección personal.
Para simplificarlo en pocas palabras, Josef Koudelka es menos farandulero y exhibicionista. A Burri le encanta la atención mediática. Ser el centro de las miradas y de los flashes. Sacarle partido a su fama y vivir de las rentas de su firma, sin buscarse mayores problemas. En cambio Josef Koudelka sigue dando guerra, sigue siendo incómodo con el lente.
En cualquier caso, Burri ya pasó a la historia no sólo por la calidad de su impecable trabajo, sino por haber documentado algunos de los grandes eventos y figuras del siglo XX, como el caso de su retrato del Ché Guevara, por no hablar de sus íntimas y sensibles aproximaciones a Picasso, Renoir y Giacometti.
En el plano estético igual. Las imágenes de Burri destacan por su dimensión mística y mítica,dentro de los estrechos márgenes del realismo figurativo.
El lirismo de Burri logra extraer el lado humano hasta de la peor catástrofe, por medio de una concepción formal rigurosa y poética, a menudo vinculada con la obra de Cartier Bresson. Lógicamente, en la comparación con el maestro Francés, Burri siempre sale perdiendo. Y quizás por ello su nombre no sea tan conocido para el espectador común en Venezuela. Sin embargo, es una referencia obligada de estudio fuera del suelo patrio.
De origen Suizo y de vocación transfronteriza, el viejo Burri acaba de arribar al territorio nacional para traer acá su franquicia global, su circo rodante o su exposición retrospectiva itinerante, bajo estricta invitación y contratación del Ministerio de Cultura( y Cría). Ello implica innumerables circunstancias, sucesos, concesiones y contradicciones, a tomar en cuenta y a destacar en vista del sospechoso silencioso de la prensa tradicional de izquierda y derecha.
Curiosamente, nadie quiere sacar a la luz el tema, por temor a despertar un pequeño conflicto internacional con el clásico país neutral del artista homenajeado.
Por algo, una pregunta incómoda sale a flote en la superficie de nuestro río tranquilo: ¿René Burri vino a Venezuela a hacerse el Suizo? Interesados en la respuesta, acompáñennos durante los próximos apartados, de la mano de no menos de cuatro especialistas y analistas enmascarados, cuyas identidades no podemos revelar, so pena de ser excomulgados, señalados y segregados del sistema nacional de cultural, independientemente de su postura política. A diestra y siniestra impera una cacería de brujas y conviene mantener el anonimato, para evitar males mayores.
Los siguientes comentarios, reflexiones y análisis son el fruto de varios diálogos y conversaciones,“off the record”,con agudos informantes y sesudos representantes del oficio. A todos ellos, vayan mis palabras de agradecimiento por su apoyo y por su valentía al exponer sus ideas.
Para comenzar, haré un pequeño recuento de la inauguración de la exposición, no por fashoneo, ni por frivolidad de cronista social, sino para ilustrar, con un poco de color, el curioso contexto del evento. Discúlpenme porque así lo aprendí de la Universidad y de Tom Wolfe.
En la mañana llamo a mi amigo, el fotógrafo alto y joven, para ir a la inauguración. De entrada, su respuesta no puede ser más contundente: “yo no voy para esa mierda, aunque soy fanático de Burri. Allí seguramente van a estar toda esa pila de farsantes de Misión Cultura, llevándose las glorias y haciendo cadenas y alocuciones presidenciales a costillas del viejito”. Palabras sabias, las de mi espigado compañero. En efecto, el ambiente general fue de inauguración de obra pública roja rojita, porque obras son amores.
En consecuencia y ante la negativa del pana, me toco ir solo e íngrimo a cubrir y descubrir el evento. Al llegar a Bellas Artes, tres cosas llamaron mi atención.
Primero, la notoria ausencia de Suleiva Vivas, presidenta de la Fundación de Museos. Mucha gente preguntó por ella y nada, jamás apareció.Hoy, semanas después, renuncia al cargo desde las sombras y en completo silencio. Por algo será.
Segundo, los representantes del gobierno lucían orgullosos y orondos el mismo uniforme: guayabera roja rojita,empezando por el inverosímil nuevo director de Bellas Artes,Edwin Chacón, y el entusiasta presidente de la Fundación Centro Nacional de la Fotografía, Sandro Oramas, quien vino a relevar en el puesto al polémico Juan Vicente Gómez, simpatizante del proceso pero crítico acérrimo de Farruco. Y como Farruco no acepta críticas de nadie, sacó a Juan Vicente y puso al condescendiente de Sandro, incapaz de contradecir al jefe.
Así las cosas, Edwin Chacón fue quien arrancó con la pavosidad protocolar. Habló de Burri, de la revolución de la conciencia, de la misión cultura y del nuevo enfoque del Ministerio, en contraste con la cuarta república. Puras bolserías, puras mentiras, puras pamplinas. El pana sudaba, derrochaba inseguridad y no era convincente para nada. En resumen, daba bastante pena ajena. El hombre no da la talla para el puesto, y él lo sabe. Pero como es oportunista y aprovechador, no iba a pelar el boche. Seguramente lo hará por el currículo y el prestigio social. Sin embargo, men, lo tuyo es pan para hoy, hambre para mañana. Igual, cuando termine el sueño, te invitaremos a recuperar tu antiguo cargo de segundón, donde puedes seguir creciendo poco a poco. No a golpe de palancas y amiguismos, como en la época de Suleiva Vivas.
Naturalmente, Chacón no dijo nada, en su arenga, sobre el problema laboral en curso dentro de la Fundación de Museos, por el asunto de las igualaciones y homologaciones.Y aquí vale la pena detenerse para hacer una pequeña reflexión.
Actualmente, la fundación de Museos atraviesa por su peor crisis sindical en años. Repito, en años. Es una crisis terrible y absurda, difícil de explicar y justificar en un gobierno pretendidamente socialista. Me explico, porque la cuestión es un pelo compleja.
Hace poco, el gobierno aplicó una política de ajuste salarial para el sector laboral de los Museos. En resumen, fue una enorme charada, fue un vulgar montaje para compensar las carencias administrativas del Ministerio, para llenar los baches del presupuesto, sin cumplir con la obligación de aumentar los sueldos.
Acto seguido, al menos 200 trabajadores se ven seriamente afectados y deciden emprender una muy justa querella por sus derechos laborales pisoteados.Un día escriben un comunicado público contra Suleiva y Suleiva les responde de mala gana y con soberbia, al descalificarlos y al subestimarlos ante la opinión pública.
Otro día, acontece una protesta laboral en los dominios de Edwin Chacón y Edwin Chacón intenta dispersarla con los guardias de seguridad de la institución.
Al respecto, rescatamos las palabras de una testigo presencial del abuso de poder: “Domingo, 3 de agosto , en el Museo de Bellas Artes. A eso de las 11:30 de la mañana, dos jóvenes valientes, Ucevistas y defensores de la cultura venezolana , se encargaron de repartir volantes que reflejan la problemática que actualmente viven los trabajadores de la Fundación de Museos Nacionales. Estos volantes criticaban los montos excesivos que se utilizaron para las exposiciones de Rene Burry ‘Un mundo’ y Emiliano Zapata ‘Tierra y Libertad’, las cuales tuvieron un costo aproximado de 135.000 $.. Es fundamental que reflexionemos…y que saquemos la cuenta.El domingo 3 de agosto, había un grupo de mariachis en el MBA, refrigerios, embajadores invitados y público en general para el grandioso y magno evento. Estos jóvenes distribuyeron estos volantes en la sala 3 y sala 1 a todos los espectadores, quienes asombrados, y un tanto sorprendidos escuchaban la voz y el sentir de los trabajadores.En ese momento de algarabía, se acercó el Director del Museo de Bellas Artes Edwin Chacón, en compañía del personal de seguridad, y groseramente quiso reprimir la acción de estos valientes compañeros defensores de los trabajadores. El director alegó que esa no era la manera, y que ellos le estaban dando comidilla a la oposición y a los enemigos de la revolución. Le preguntamos al señor Edwin Chacón: ¿Cuál es la manera?..¿Acaso los trabajadores tiene que mantenerse silenciados mientras los despiden, los humillan y los maltratan para que obstinados renuncien y ocupen sus espacios los promotores culturales del gobierno?Ellos mismos con sus acciones y con su servilismo son los que le dan ‘comidilla al mismo pueblo’ para que los descubra y sepan que en realidad no están con los trabajadores. Los directores, deben dejar sus posiciones cómodas y serviles, dejar de ser lacayos de la injusticia y apoyar a sus empleados. ¿Acaso el Sr. Edwin Chacón cree que por impedir estas reacciones impedirá que la justicia y la verdad prevalezca?…Lic. Edwin Chacón, no utilice sus discursos intelectuales salpicados de marxismo leninismo y bolivarianismo revolucionario barato y solo teórico con jóvenes que los demuestran en la praxis lo que es la revolución y que además , pudieran darle a usted lecciones del ideario marxista, piarista, mirandinista, allendista y bolivariano., exaltando con sinceridad lo que es la verdadera justicia.Pero,¿Qué hay detrás de esta exposición? ¿Qué ocurre con los valiosos trabajadores que participaron en la realización del montaje, publicidad, limpieza y todas aquellas actividades necesarias para estas exposiciones?..Pues han sido ‘rebajados de sus cargos’, humillados, vulnerados en sus derechos, no han tomado en cuenta ni respetado sus años de servicio en las instituciones museísticas a las cuales le han entregado toda su vida. Pero, contradictoriamente, si hay recursos para complacer los gustos del Ministro”.
Capítulo II
Obviamente, la salida de Suleiva Vivas de la Fundación de Museos, representa el extraño y antipático subtexto de nuestro relato burriano.Por tanto, la exposición del maestro tiende a resultar empañada por la renuncia de la funcionaria, de cara a sus conflictos laborales con el gremio sindical. Todo lo cual nos permite, ahora, retroceder hasta el día de la inauguración.
“Vivas declaró la semana pasada que renunció porque no logró concretar negociaciones con los trabajadores que exigían el pago de retroactivo del aumento aprobado por el presidente en mayo”.
El Nacional. Miércoles 3 de septiembre. 2008.
Antes había quedado con Chacón. Pues bien, después fue el turno al bate de Sandro. Y lo de Sandro, a quien estimo, no me lo esperaba. Sandro, para mi sorpresa, también lucía enajenado y alienado por la predica oficialista, por la religión del chavismo cultural. Verlo así, me produjo un fuerte dolor de estomago, un repentino dolor de cabeza.
Finalmente, el embajador cumplió con la predecible tarea de alabar su queso suizo y de vender su cariz humano, antes de cederle la palabra.
Y Burri fue Burri, un dandy bonachón de la tercera edad, cámara en mano, muy feliz y contento de ser reconocido y celebrado en vida, durante sus años dorados de semi retiro con los gastos pagos en el trópico. A propósito, la exposición dará no poca cuenta de todo ello. Pero vayamos por partes.
Capítulo III
De entrada,cabe reparar en la más evidente contradicción de la muestra: es una exposición individual, individual, y supuestamente el gobierno ya no hace exposiciones individuales, porque el socialismo del siglo XXI promueve el arte colectivo en lugar de la estética egocéntrica. Sin embargo, la individual de Burri es un pequeño canto al significado capitalista y consumista del culto a la personalidad.De igual modo,culto a la personalidad afín a la ética del fascismo comunista. Verbigracia, Stalin y Fidel.
De forma análoga y sin querer queriendo, ciertas fotografías de Burri contribuyen a cimentar el culto a la personalidad de la mitología establecida en la izquierda.
Una sala de la exposición se enorgullece en presentar los retratos de El Ché en diferentes poses glorificadoras. Son estampitas vaticanistas y divinizadoras. Son el reflejo de la ausencia de neutralidad en la cámara evangelizadora de Burri, en su eterno enfoque de activista político enamorado de las causas redentoras del tercer mundo. La clásica postura antropológica del etnocentrismo rococó embobado y maravillado por la alteridad exótica de los pueblos oprimidos. La cámara de Burri no juzga, enaltece al líder y rinde tributo a su gesta heroica. El Ché fuma habanos delante de Burri, con una clara impostura de solemnidad y autoindulgencia, capaz de embaucar al fotógrafo. La espontaneidad de la sesión mueve a la sospecha por la prolijidad de las tomas y por la calidad de la iluminación.
El Ché, siempre celoso de su imagen, parece tener pleno control de la situación y plena confianza en el fotógrafo. Los dos dejan constancia de su complicidad en una serie de impresiones para la posteridad, donde el perfil del mártir nunca se ve comprometido y nunca se pone en tela de juicio. Por decir algo, Burri no lo fotografía alardeando o bromeando con su arma de protección, tal como le gustaba hacerlo entre amigos. En contraposición, el Ché según Burri es un efigie publicitaria cuyo acabado puede coronar el afiche de una campaña de Apple en blanco y negro.
Asimismo ocurre en el caso de Renoir, Giacometti, Picasso e Ingrid Bergman. A Giacometti, por ejemplo, también lo capta fumando y en ángulo favorecedor.
De resto, las fotografías del autor dejan constancia del sello Mágnum, en la manera de componer y organizar los planos dentro del encuadre, bajo un aura romántica y pesimista a la vez, como si la belleza del empaque escondiera el horror de una óptica desencantada.
La melancolía de Burri alcanza cotas de madurez expresiva en sus reportes de la guerra, el colapso, la soledad, la barbarie y la miseria del globo.
Por desgracia, su vena combativa carece de representación digna en su obra dedicada a Venezuela, expuesta en una salita aparte de la galería principal. De nuevo, aquí se reanudan las incongruencias y los disparates.
Por supuesto, la galería principal ostenta el color rojo rojito en su fachada. Adentro, la foto a una valla de Fidel en Cuba ocupa un puesto de privilegio en el recinto.
La gente se maravilla de la puesta en escena y de la pulcritud de la curaduría, sin embargo, el crédito no es nuestro, no es de Chacón, ni de Sandro, porque se trata de una exposición perfectamente preempacada y prefabricada, lista para abrir, desplegar y volver a embaular. Sus instrucciones son precisas y no tienen pierde. Te explican el mínimo detalle:cómo colgar las fotos, con qué recursos y a qué temperatura.
Inversamente proporcional a la exposición importada de Burri, es la muestra de su obra registrada en Venezuela, emplazada en una anexo del Bellas Artes, conectado por una rampa con la galería principal. La distancia entre una cosa y la otra indica y subraya el alejamiento de Burri con respecto a su trabajo realizado y efectuado en Venezuela por mero compromiso. Por mero encargo en la tradición de La Catira de Camilo José Cela.
Para rematar, las fotos de la sala reconfirman el descuido y la desidia de Burri hacia la obligación de acompañar su magna exposición con unas imágenes tomadas en Venezuela.Supuestamente, ello habría formado parte de la negociación para traerlo y para contratar el servicio de su exposición. Sea como sea, sus fotos en Venezuela son un bello testimonio del agotamiento, del malestar y de la negligencia de un autor frente al trámite de la figura del encargo. Aunque usted no lo crea, en una foto aparece Farruco Sesto en su despacho al lado de la bandera nacional, y con una talla del presidente.
Más allá, sobresalen instantáneas de ciudad, labradas y gestadas al voleo. En dos platos, son de las peores fotografías de Burri en toda su carrera, al punto de parecer la tarea de algún aficionado de la escuela de Roberto Matta.Precisamente, un pana de allí me confesó al respecto: las fotografías de Burri en Caracas son una falta de respeto. Son una falta de respeto con su obra, son una falta de respeto al espectador y son una falta de respeto con la exposición. La impresión de las Fotografías es penosa, de baja calidad, sin vida, sin color, sin magia, sin potencia, sin personalidad, todo lo contrario al trabajo expuesto en la sala principal. La foto de Farruco es una desfachatez y la del afiche de Chávez con Piedad Córdova en Plaza Bolívar, no tiene nombre. Es como una portada de “Vea” o de “Los Papeles de Mandiga”. Algo bochornoso cercano a la propaganda. Lástima por Burri. Desde mi punto de vista, será un mancha en su trayectoria, difícil de borrar.
Casi en el mismo sentido, volvemos a reparar en los planteamientos esgrimidos por nuestros panas de la UCV en su blog: Les invitamos a que se acerquen a la muestra fotográfica de René Burri , para que aprecien las fotografías de Farruco Sesto, de Chávez y Piedad Córdoba y sientan la contradicción revolucionaria ,y las falsas apariencias de quienes realizan las políticas culturales, a los cuales les cuesta colocarse en los zapatos del obrero ,del estudiante, del profesional, del investigador, que ganan un salario a baja escala, y que a pesar de tener, estudios, preparación o 5, 10 ó 18 años de servicio fueron ubicados en el paso inicial en la tabla desigual de sueldos , cual pasantes de institución en periodo de prueba.
Mientras tanto, varios compañeros del gremio levantan su voz de descontento por la magnitud del caso Burri: es una ironía que al tiempo que le hacen un reconocimiento a Burri con una cantidad enorme de dinero del estado, a nosotros nos marginan de los Museos Nacionales. A este señor Burri sí se le da el derecho de exponer su individual, pero a nosotros no, a nosotros nos relegan y nos condenan, si acaso, a participar en las megacolectivas chimbas de Farruco, donde nadie sobresale y todos nos anulamos entre sí.¿ Por qué razón perdura este criterio de exclusión en un gobierno que se quiere incluyente? ¿A quién beneficia y a quién perjudica? ¿Por qué no le dedican una individual a un fotógrafo de Venezuela, cuando estamos hablando de patria, socialismo y muerte por las cadenas de radio y televisión? ¿Dónde está la patria y el socialismo en la fundación de Museos Nacionales?¿Hasta cuándo la dependencia cultural y colonial hacia lo extranjero?¿Hasta cuándo Fidel, el Ché y Burri?
Señoras y señores de Ministerio de Cultura, ustedes tienen la palabra y la respuesta a la incertidumbre sembrada en panfletonegro. Esperemos generar discusión y debate limpio, a partir de las inquietudes y los objetivos planteados. El que tenga ojos que vea. Cambio y fuera. Seguimos en el combate.
Very good stuff, Cobra. Seriously, it is very good.
Merece comentarios bien pensados. Ahora, rapidito y mal pensado: creo que la contradición del dinero ($135.000 para la exposición de Buri verus lochas para el trabajo nacional) es menos significativa que la contradicción entre exhortar al trabajo colectivo (comunas de pintores?) y patrocinar en gran escala el trabajo de un individuo.
La peor de todas las contradicciones del shadizmo el el maltrato sistemático, cuasi-sádico, a los trabajadores en nombre del proletariado. Igual a Pizarro, quemando indios y arrasando pueblos en nombre de la fe cristiana.
Debo una respuesta mejor.
Bueno, Carlos Elio, al fin coincidimos en algo, al margen del debate sobre el Sila. Gracias por comentar y espero por la próxima respuesta.
Cobranza lo tiene todo muy claro. Sin duda, la obra de Burri en el plano formal y estético, parece no tener fisuras. Sin embargo, la belleza siempre invita a la sospecha. Y es a partir de esa sospecha, donde comienza a correrse el velo, y comenzamos a descubrir qué esconde en realidad tanta poesía.
Observando más allá de su propuesta estética, percibimos que detrás de la forma, existe un arte que ha tranformado su valor de uso en función de dos grandes actores de la producción cultural: el estado, y el artista: el primero, quien utiliza la imaginería y el contenido de la obra a su favor, en tanto reflejo y espejo de su política de estado; y el segundo, quien muy premeditadamente se aprovecha de la situación para tomar ventaja sobre su propia obra. En síntesis, el producto cultural queda reducido a un objeto de consumo vacío, sin identidad, sin significado, dependiente de las lógicas de la producción y del consumo de lo cultural. Parece haber quedado ya muy lejos aquel arte comprometido con su contexto social, en contraposición con los sistemas de poder.
De estas alianzas, entre el artista y el gobierno, no puede resultar otra cosa, que esta desalmada exposición, pagada como pauta publicitaria, dedicada a la ciudad de Caracas, que muy bien describió cobranza. Una exposición mal fotografiada, mal, curada, y mal montada.
Ambas exposiciones, la retrospectiva, y la de encargo, ubicadas en salas separadas, inconexas una de otra, nos invitas a comparar entre las profundas impresiones de Burri sobre el mundo, y la desganada interpretación de nuestra ciudad.
Sin embargo, este ¨tigre¨que mató a sangre fría el artista en Caracas al final de su carrera, termina por destruir también aquel discurso que alguna vez comunicaron sus fotos, tanto en la forma como en el fondo.
una vez más.. la foto del Che vende, la de la revolución bonita también..una vez más…la contracultura vende..
Cobra, te quedó lindo.
Entre el asco y la risa. Es una lástima que la izquierda latinoamericana nos haya traicionado con este discurso decadente, burgués, personalista, anti-revolucionario y sumiso.
¿La contracultura vende? Contracultural es montar una exposición con fotografías de Bush.
Gracias por comentar, Der Pratter. Me hubiese gustado ir con usted, con Flori, con JM, con Enio y con la maestra Ximena a la inauguración, pero me enteré tarde. La próxima vez les aviso para ir en grupo, tipo delegación panfletaria, a una de estas experiencias rojas rojitas. Un abrazo, pana.
Estupendo comentario, amigo apócrifo. Gracias por el apoyo.
Hoy es lo de Agnostic Front.
…Toda la razón. Nunca he entendido esta gente que va por la vida tomándole fotos a artistas consagrados en poses pre-fabricadas. Todo eso está bien, pero ¿qué pasó con tomarle fotos al verdadero artista, al güevón que está con un pincel tirado entre la basura?
Muy fácil tomarle fotos al Ché cuando ya ganó la revolución. Pero Burri se me hace acomodaticio, esperando a que la historia se resuelva y dé su veredicto Wiggish para sacar su cámara y decir que ahora, a posteriori, él siempre estuvo con los oprimidos.
¿No hay nada más interesante en Venezuela que una foto de Farruco? Esa vaina debería suscitar una cayapa mediática, minimé. Pero no. La vida continúa, como en la serie del mongólico Corky.
Salutations.
Aunque la mayoría de las veces estoy en desacuerdo con tus opiniones, no dejo respuestas a favor ni en contra para evitar discusiones bizantinas, chalequeos e insultos gratuitos. Pero creo que esta vez hiciste un buen trabajo.
Hay algo en ese ejercicio de describir, hacer preguntas y darle voz a otros personajes que tienen que ver con ciertos hechos (o con hechos ciertos), que sugiero mantengas (fuera de chistes del tipo Universidad con mayúsculas y Tom Wolfe).
Saludos.-
Bueno Leo, gracias por comentar,pana. Intentaré seguir en la misma línea, exceptuando lo de los chistes. Saludos.
Te fijas cabronzotote que cuando escribes sin SILA a la gente le gusta la vaina. Te estabas echando un autopajeo. Parecías un Jóvito Villalba resucitado.
No sé si estás enterado de que Jóvito ha sido el único político que se ha echado paja a sí mismo como campaña política. Cuando se salío de la Unidad Popular que había formado con el MEP y el PC porque el juego estaba cebado («cebaron al gallo, entonces me retiro de la puesta») se quedó calladito por unos meses. Luego manda a la gloriosa juventud urredista a pegar afiches con su carita de pollo arturo y la consigna «Levántate Jóvito»
Así eres tú. Tienes ideas buenas para escribir, pero la cagas con el SILA. Pero escribe bien, cabronzote; no te das cuenta que sí puedes? Leo y yo, y muchos otros vamos a salir a decir que nos gusta la prosa. Después de todo…¿No es ese el objetivo?
Down con el autopajeo siloso
Jajaja…qué bueno es el falso Carlos Elio. Mucho mejor y menos pavoso que el original.Saludos!!!