KSC
Paseo adolescente por la base de lanzamientos de Cabo Cañaveral
por Daniel Pratt.
Las cuatro baterías AA de nuestro CDPlayer estaban agotadas, demasiadas rotaciones de nuestro único y recién comprado disco de MCHammer. MA sacó su Sony Sport y un cassette del soundtrack de Top Gun, la sensación tres años atrás.
Afuera, el paisaje que se veía desde la I-95 hacía rato había dejado de ser interesante, ni una curva, ni una ciudad, solo árboles que separaban las espaciadas zonas residenciales del ruido de la autopista.
Después de cinco horas de camino, llegamos finalmente. El John F. Kennedy Space Center (KSC) es, junto al Cosmódromo de Baikonur en Kasajstan, uno de los dos lugares en el planeta que pueden ser llamados acertadamente "puertas a otros mundos". Allí fue donde se hicieron realidad los mas grandes proyectos de la NASA: el viaje que finalizaría en la primera caminata lunar y el lanzamiento del primer vehículo espacial reutilizable.
Ubicado en la costa este del estado de Florida, el KSC comparte su espacio con el refugio natural de Merrit Island, hogar de 500 especies animales en extinción. Desde este punto, hombres y equipos electrónicos son lanzados al espacio con mayor regularidad de la que uno podría imaginarse.
Nos dieron dos horas para pasear por el centro de visitantes, no podía esperarse otra cosa que una trampa para turistas, hecha con esa lisiada habilidad que tienen los florideños de construir parques temáticos que fallan miserablemente en el intento de ser Disney World. Tuvimos un momento de sorpresa y silencio ante el Astronaut Memorial, una inclinada placa monolítica de granito negro, grabada con los nombres de las personas que han muerto en nombre de la exploración espacial, incluyendo aquellos pilotos de pruebas que nunca llegaron a estar en una misión. Detrás de cada nombre hay un espejo que refleja la luz solar haciendo que brillen vívidamente, casi flotando en el aire.
Otras atracciones interesantes dentro del centro de visitantes son el inevitable cine IMAX (la única atracción que se paga), en el que se proyectan películas relacionadas con misiones de los transbordadores o el entrenamiento de astronautas; los modelos a escala (algunos 1:1) de todos los vehículos espaciales de la NASA; la "sala de promesas", con futuras misiones y planes que son postergados regularmente y el Firing Room, una reproducción animada, bastante real, de la sala de comandos que coordinó el lanzamiento del Apollo 8, la primera misión del hombre a la luna.
Pero el verdadero atractivo de una visita a Cabo Cañaveral está en los paseos en autobús que salen cada 20 minutos desde el centro de visitantes. Hay tres paradas y, especialmente para aquellos que detestamos los tours guiados, los visitantes son libres de quedarse tanto tiempo como quieran en cada una, solo deben tomar el próximo autobús cuando estén listos. Este tour ofrece la oportunidad de visitar edificios legendarios como el VAB (Vehicle Assembly Building Edificio de Ensamblaje de Vehículos), una construcción tan gigantesca (160x216x158mts) que tiene su propio microclima e inclusive, a veces llueve dentro. Fue construido para ensamblar los Saturn V, cohetes que llevaron el hombre a la luna. Actualmente es utilizado para las labores de ensamblaje, preparación y mantenimiento de los transbordadores espaciales. En el interior, los componentes de las naves son colgados en posición vertical y unidos entre sí. Una vez listo, el transbordador es llevado a la plataforma de lanzamiento sobre un Crawler, el vehículo terrestre más grande del mundo. Esta oruga de 3 millones de kilos (sin carga), lleva al transbordador por la Crawlerway, una vía de grava del ancho de una autopista de ocho canales y de seis kilómetros de largo, a la astronómica velocidad de 2 kilómetros por hora. Tuvimos la suerte de tener que esperar una eternidad dentro del autobús hasta que el Crawler terminara de pasar frente a nosotros. Mientras veíamos a ese inimaginablemente masivo tractor arrastrarse, nos fue informado el motivo de nuestra parada: no se permite la circulación de ningún vehículo o persona en la cercanía de un Crawler en movimiento.
La última parada del recorrido en bus es el puesto de observación LC39, un edificio de tres pisos de altura con una terraza desde la cual se pueden apreciar las plataformas de lanzamiento 39A y 39B, surgiendo del mangle. En el centro del edificio, suspendida entre el segundo y el tercer piso, un motor principal del transbordador recibe al visitante con sus 3 toneladas. Uno de los tres cohetes Saturn V que quedan en el mundo está en la plaza de la entrada: ciento veinte metros de altura, tres mil toneladas y un motor capaz de generar suficiente poder como para iluminar a Nueva York durante una hora y quince minutos.
A pesar de las maravillas que para los fanáticos del espacio el KSC ofrece, las medidas de seguridad de la NASA hacen que uno quede con las ganas de tocar y ver mas, la visita provoca esa sensación de haber visto un caramelo en el mostrador y no tener el dinero suficiente como para comprarlo. Sin embargo, para muchos, una visita sin tocar, sin entrar y sin probar al KSC, es lo mas cercano que se puede llegar a estar alguna vez en el espacio.