La chica plástica
«Ella era una chica plástica de esas que veo por ahí, de esas que cuando se agitan sudan chanel nomber tri. No le hablan a nadie si no es su igual a menos que sea fulano de tal. Son lindas, delgadas, de buen vestir, de mirada esquiva y falso reír»
Yo soy el primero en confesarme, padre, de haberme dejado llevar por lo superficial. De creer que el amor con una de esas chicas plásticas era para toda la vida sin detenerme a reflexionar en lo que usted siempre con sus sabios sermones me inculcó: uno nunca debe dejarse llevar por las apariencias, porque casi siempre engañan.
Sí, padre, ya sé que no es la primera vez que cometo el mismo error, pero usted sabe qué jodida es la soledad y yo no soy tan fuerte de espíritu como usted. Fíjese que a menudo sueño con su fortaleza de granito y me repito, siempre en el sueño, que no voy a volver a caer en la misma tentación, y ya ve, caigo y caigo como si estuviera destinado a tropezar con la misma piedra.
¿Rezar? Siempre, padre, siempre. Cada mañana, al abrir los ojos, me encomiendo a nuestro Señor y antes de desayunar rezo diez Padresnuestros y diez Avesmarías. Siempre en ayuno. Sí, claro. Yo ando siempre en la búsqueda de entablar una relación tal y como Dios manda con una chica que cumpla con los requisitos que la santa iglesia exige: vivir y procrear en completa armonía hasta el final de nuestros días.
Bueno, lo que pasó con la última fue que después de haber compartido con ella cama durante seis meses, resultó que una mañana, cuando me tomaba el café junto a la ventana, la vi acostada, boca abajo, con la sábana cubriéndole parte de las nalgas y piernas, y sin saber todavía por qué me sentí hastiado de dormir con ella. Cómo decirle, padre. Es una experiencia extraña que viene como si a uno le fuera a dar un desmayo y se siente aguado todo el cuerpo.
Sí padre. Raro ¿verdad? Prosigo, padre. Me quedé observándola durante un buen rato mientras meditaba en nuestra relación hasta que decidí romper con ella, porque nuestra relación era, realmente, bastante fría. Yo la acariciaba y ella no reaccionaba; siempre se quedaba quieta como una muerta. La besaba con pasión y ni siquiera abría los labios. Era horrible, padre, dormir con una chica así. Dichoso usted que no tiene que dormir con chicas de esa naturaleza.
Claro, entiendo, padre, usted no duerme con ninguna clase de chica. Qué tonto soy, ¿verdad? Sí, usted tiene siempre razón, padre, No era la primera vez que yo tenía una relación con una chica así y tendría que haber aprendido de las veces anteriores que un amor superficial nunca satisface. Pero la carne es débil y la jodida soledad, usted sabe, padre, lo enloquece a uno.
Perdón. ¿Qué dijo, padre. ¡Ah! Que dejemos de hablar de la soledad y nos concentremos en la chica? Bien. Continúo. Pues fíjese que cuando terminé de tomar mi dosis de cafeína me acerqué a la cama y me senté junto a ella. La destapé para verla por última vez desnuda de cuerpo entero y sus nalgas me recordaron el corazón que Cupido atraviesa con su flecha en las tarjetas del día de San Valentín. Era hermosa. Casi perfecta.
Sí, ya sé que suelo valorar mucho lo superficial y eso me pierde, pero usted no me va a negar que toda la sociedad anda por el mismo camino. Que para muchos el dinero es lo primero y que el dicho aquel de «dime cuanto ganas y te diré quién eres» sigue en boga. Que vivir endeudado hasta las cachas hace tiempo dejó de ser una moda para convertirse en una realidad de todos los días.
Sí, es cierto, padre, que muchas veces veo la paja en el ojo ajeno y me hago el loco con la viga que tengo en el mío, como todo pecador consuetudinario. Pero, padre, es que hay cosas que hasta un ciego vería y la mayoría siempre ve hacia otro lado como si la cosa no fuera con ellos.
¿Que ya me volví a salir por la tangente? Cierto, padre. Pero que le voy a hacer si así soy yo. ¿Que todavía puedo cambiar? Bueno, decirlo es una cosa y vivirlo otra porque usted sabe que «del dicho al hecho siempre hay un buen trecho» ..... ¿Cómo dice? ¡Ah! que deje de citar refranes y termine de contar lo de la chica. De acuerdo. Pues como le iba diciendo la recorrí toda con mis manos. Le besé la espalda, las nalgas, las piernas y en el momento en que parecía que todo volvería a ser como antes, le quité el capuchón al seguro protector y la dejé que se fuera desinflando hasta convertirse en una simple bolsa de plástico.
Sí, padre. Rezaré y rezaré hasta que Dios me oiga.
Acerca del autor
Pintura poética
Manuel Girón nació en 1954 en Guatemala. Desde hace 10 años vive en Suiza contando y pintando los recuerdos de su tierra.
Latinoamérica es rica en historias fantásticas: eso es cliché y verdad a la vez.
La galería de María Isabel Haldner, comprometida con el arte latinoamericano, nos muestra un bonito ejemplo con las obras de Manuel Girón.
El artista es narrador de historias poéticas con varios libros de cuentos publicados y pintor a la vez.
La alegría de fabular con el lenguaje lo conduce a la creación no de simples ilustraciones, sino pinturas con muchos significados y profundidades.
«Variaciones» es una serie de pinturas que cuentan cómo ese mundo mítico y mágico, casi intemporal de su origen, hace frente al mercado que mueve el negocio del arte.
La originalidad de Manuel Girón resiste, en un tiempo en que todo es posible, a las modas, gracias a la despreocupación del artista.
Creaciones lineales entre imagen y lenguaje, a veces hileras de palabras que sobresalen de un fondo negro. Pinturas que engañan al ojo del espectador llevándolo a un mundo arcaico y extraño, que irritan y fascinan a la vez.
Martin Kraft
Tages Anzeiger
Zúrich, 9 de marzo de 2000