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Son las tres de la mañana, me lo acaba de decir el reloj de pared, es de Holanda pero nos entendemos bien. Me aturde de vez en cuando, es tan ruidoso como la zona roja de Ámsterdam, muchas veces necesito paz total, como las que tienen las prostitutas envasadas en vidrieras.
Escuchar el vaivén de las olas me hipnotiza, de vez en cuando giro mi cabeza hacia la ventana abierta, aspiro un poco de aire marino y sigo iluminando la palidez de mi rostro con el brillo de esta pantalla.
¿Qué tienes puesto? Una franela de Bela Lugosi y un pantalón, me responde él con su voz tan dulce y con su tono tan inocente y real. Si sigo hablando, ¿Te las quitarías?. No lo creo, hace mucho frío acá, me dice él, sin entender que deseo que arremeta contra su virilidad como si sus manos fueran las mías.
Él es un mundo nuevo, una caja de Pandora que cada vez se abre más, dentro de unos días va a llegar, lo estaré esperando, con unos ligueros, un vestido color lila, y la sonrisa más similar a la de las fotos que le he enviado. Él seguro tendrá puesta su franela de Bela Lugosi.
Ahora son las tres y veinte, el tiempo sigue acá adentro de una manera más continua que en el mundo exterior, nadie duerme, o al menos no hacen falta los durmientes pues siempre hay algo o alguien despierto.
¿Quieres tener sexo virtual? No, gracias, lo considero algo absurdo, vacío, y carente de emociones, no trates de convencerme que nada va a funcionar y de antemano te digo, no me envíes fotos tuyas, no las quiero ni las necesito. Mentira, sólo digo mentiras con todo eso.
Me fascina, me encanta poder ser creativa en niveles sobrehumanos, me encanta inventar, tener alas, cadáveres exquisitos de erotismo surrealista, combinaciones de palabras perfectas. Pero, tal y como en el insensible mundo tangible: 'Con unos sí lo hago, con otros no', así de simple.
Toda esa parafernalia que le sigue al 'No, gracias, lo considero algo absurdo' se traduciría en mundo tangible a: 'No me gusta tener sexo con extraños'. Lo irónico del caso es que, todos somos y seremos por siempre extraños, incluso para nosotros mismos.
Las cuatro de la mañana, sufro de insomnio, la Internet ha sido mi bendición desde hace unos cuatro años. Las horas incontables hablando por teléfono en la madrugada acerca de orientación sexual con mi mejor amigo (Quien ahora desea transformarse en amiga) han sido cambiadas por horas vertiginosas entre salas de conversación virtual, mi sala de conversación de voz, millones de páginas y foros de poesía repletos de iletrados.
Entro al foro de poesía, tengo varios pseudónimos que varían de acuerdo a mi estado de ánimo; uno es para cuando me siento sanguinaria, otro para cuando soy sexual y medieval, y por último: El que uso cada vez que quiero transmitirle al mundo que soy una niña tierna.
Aún en el foro, busco entre letras y letras, algún mensaje para mí, alguna palabra, algún suspiro, y leo "Una sensación de que esto ha sucedido antes" entonces comprendo que siempre hemos estado aquí, desde siempre y para siempre, en una telaraña.
Esto es la vida, sintetizada. El amor, el odio, el sexo, la confusión, la pérdida de tiempo, la energía, la evolución, la involución, la muerte, los susurros y los gritos, incluso las imágenes alteradas y los falsos dioses, todo está aquí, todo ha sucedido antes, sólo que nunca de una manera tan veloz. Y no me quejo, no me quejo para nada.
Me levanto, dejo el ordenador encendido para que la transferencia de música que estoy haciendo sea completada. Veo mi afiche de Bela Lugosi y sonrío pensando en ese incógnito hombre que amo, mientras me visto para dormir, recuerdo la proposición de sexo virtual de ese vampiro falso y me río de su lujuria y de la mía también. Ya se me fue el insomnio, me tiendo boca abajo en mi cama y mis dedos rozan los vellos despeinados de mi sexo, me duermo pensando: 'Todo es una telaraña'.
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