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POR UN EMAIL

-Tolo


Su mirada se hallaba perdida en el techo de la habitación. El humo que poblaba el aire parecía hablarle.

    " Recuerdas, todo empezó aquella mañana de octubre..."

Embar se movió un poco, la cama lanzó un quejido lastimoso. Sonrió mientras se llevaba de nuevo el cigarrillo a sus labios, al expulsar de nuevo el humo, éste siguió su discurso.

    " Sí, Embar. Aquella mañana en que recibiste un e-mail. Recuérdalo, al principio te pareció estúpido. Estúpido, pero tu curiosidad te venció."

Asintió, recordando aquella lejana mañana de octubre, varios meses atrás. Recordó su sorpresa al leer aquel e-mail. Pensó al principio que se trataba de alguna broma. Lo más estúpido de todo fue la imposibilidad de identificar al remitente. No había ninguna seña en el mensaje, ni posibilidad de identificarlo. La única salida era contestar, pero era absurdo.

Miró la hora, eran las doce menos veinte, en veinte minutos su hermano estaría allí para recogerle.

De un salto se levantó de la cama, tiró el cigarrillo dentro del cenicero, sobre la vieja mesita de madera. Ni tan siquiera lo apagó, por lo que el humo siguió su lento ascenso hacia el techo de la habitación y allí, continuaba dibujando aquella absurda historia.

Embar cogió ropa interior limpia de dentro del único y pequeño armario de aquella estancia. Salió de la habitación y se dirigió al cuarto de aseo, común para todos los que allí estaban.

Se cruzó por el camino con dos de los que fueron sus compañeros durante los tres meses que duró su estancia allí.

    _¡Hola, Gab!

    _¿Qué tal el coche?

    _¡Mierda! Esta mañana no quiere arrancar.

El otro compañero que estaba al lado dijo.

    _¡Claro! No le hechas combustible nunca,  ómo va a arrancar sin combustible.

Embar sacudió la cabeza, se introdujo en el aseo, al rato se oyó el sonido del agua.

Bajo el agua, esta dibujaba la historia sobre su piel.

    "Sí, contestaste al mail, sentías curiosidad por saber quien lo había escrito. Bien podría tratarse de una broma. Pero. ¿Y si no lo era? Había alguien muy interesado en ti. Así, sacudiste tu estupor inicial y contestaste a aquel mensaje."

Al salir del baño, vio de nuevo a Gab, parecía muy atareado en su coche. Al pasar por su lado, éste ni levantó la cabeza, estaba refunfuñando para sus adentros. Embar no quiso decirle nada.

Entró en su habitación, fue directo al armario. Sacó unos tejanos, una camisa a cuadros negros, verdes oscuros y blancos y aquellos viejos mocasines azules que le acompañaban siempre a todos lados. Lo tiró todo sobre la cama y comenzó a vestirse.

Al poco llamaron a la puerta.

    _¿Quién?

    _Soy Taneb.

    _Pasa, hermano.

La puerta se abrió. Al verse los dos hermanos, Embar se levanto de la cama y de un paso se plantó ante su hermano, allí se abrazaron.

    _¿Cómo estas, hermanito?

    _¿Cómo estarías tú, si dejaras esta jaula?

Ambos echaron a reír. Taneb sacó un paquete de cigarrillos y le ofreció a su hermano.

    _Son auténticos, coge uno.

Así lo hizo. Taneb sacó su encendedor, ofreciendo la llama a su hermano. Éste aspiró con fuerza, lo saboreó y finalmente con placer expulsó el humo.

    _Había olvidado este delicioso sabor y su suave aroma.

Se sentó de nuevo en la cama y termino de ponerse los mocasines.

    _¿Tienes algo para llevarte?

    _Sí, tan sólo la bolsa de deporte, está todo dentro.

Taneb cogió la bolsa roja que había en el suelo, junto al armario, se la colgó al hombro, posó el otro brazo sobre los hombros de su hermano y salieron de la habitación.

Esta vez Gab, dejó el "coche" aparte y se acercó a Embar.

    _¿Te vas, amigo?

    _ Sí, Gab, por fin abandono esta cloaca.

    _¡Qué suerte, viejo! Además, podrás llevar un coche de verdad.

    _ Sí.

    _ Hazme un favor, el primero que lleves, dale zapatilla de mi parte.

    _ Así lo haré.

    _ ¡Bien, viejo, suerte!

Alzaron sus manos y estas chocaron en el aire, emitiendo un seco sonido. Gab dio media vuelta y le pegó una patada a la silla que había sido su coche durante los últimos meses.

Salieron del recinto en el auto de Taneb. Dejaron atrás el viejo cartel con el nombre de aquel lugar. "Hospital psiquiátrico de la ciudad de Ucronia.

Pusieron rumbo hacía la ciudad, en cinco minutos estarían en casa.

Durante el trayecto guardaron silencio. Aunque había un brillo especial en los ojos de Embar.

El corto viaje duró el tiempo de fumarse un cigarrillo.

Aparcaron frente a una bien cuidada casa de un barrio residencial, el jardín era un presagio de la armonía que se podía respirar en el interior de aquel hogar.

Bajaron ambos del coche. Taneb cogió la bolsa de deporte y ambos se encaminaron hacia el sendero que llevaba a la puerta principal de la casa.

Al abrir la puerta, un Yorkshire se lanzó sobre Embar entre gruñidos, ladridos y un alegre menear de la cola.

    _ ¡Hola, pequeño! _ Dijo Embar mientras alzaba en brazos al perrito.

    _ Anda, deja a Pilu y ve a ver tu habitación.

Así lo hizo, cogió la bolsa y fue para su habitación. Pilu se quedo ladrando y meneando el rabo.

Al entrar en su habitación, lo primero que hizo fue dirigir la mirada hacía la mesa vacía, donde en el pasado había estado su ordenador. Lanzó una maldición para sus adentros, lo habían quitado. No querían que volviera a tener contacto con ordenadores. Se encogió de hombros, ya llegaría el momento.

Lanzó la bolsa al suelo, al lado del armario empotrado, de puertas color marfil, se tumbó en la cama, su cama, era delicioso volver a tumbarse en su cama. Cogió un cigarrillo y lo encendió. Quedó pensativo mirando el techo a través del humo.

No recordaba el tiempo que hacía que se había tumbado y desde luego había perdido la cuenta de los cigarrillos que se había fumado.

Su hermano le estaba llamando y parecía un tanto alterado.

Bajó de la cama y salió de la habitación.

    _¿Qué te ocurre? _ Chilló.

    _ Ven Enseguida_ Fue lo único que dijo su hermano.

Embar bajó a la planta baja y encontró a su hermano frente al ordenador. Una sonrisa asomo de sus labios.

    _¿Qué quieres, Taneb?

    _¿Sabía alguien que volvías hoy?

Embar sonrió de nuevo.

    _ No _ Fue su respuesta.

    _ Entonces. ¿Quién demonios? Mira esto, tienes un e-mail, lo más curioso de todo es que tan sólo pone tu nombre y no puedo abrirlo.

    _ A ver, déjame _ Fue su única respuesta.

Taneb se apartó de la máquina y Embar se sentó, cogió el ratón y puso el puntero sobre el e-mail que llevaba su nombre, éste se abrió sin ninguna complicación.

Comenzaron los dos hermanos a leer. Taneb no daba crédito a lo que estaba leyendo.

    " Amor mío, abrázame, abrázame fuerte. Ahora nada, ni nadie nos va a separar.

¡Dios! Como te he echado de menos, cielo. Abrázame y bésame, no puedo esperar más..."

Embar abrazó el monitor del ordenador y posó sus labios sobre la pantalla, esta comenzó a parpadear en brillantes destellos.

Taneb quedó boquiabierto y no fue capaz de articular palabra alguna.



 

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