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Confesión de un exvagabundo


A ver qué cara te vas a poner hoy, vamos con los nervios encendidos, hombres de acción, me asustan los hombres de acción, en vez de pensar actúan. Acting. Tuve esa especie de "acting" por llamarlo de algún modo, que era escaparme por varios días de mi casa, y no era ir lejos de la ciudad, sino refugiarme en un barrio de mi ciudad, y buscarme la vida como pueda, bueno, en realidad conocía el barrio por que allá estudiaba en un instituto de enseñanza secundaria. El barrio es viejo, histórico, de casitas bajas, con muchas calles laberintosas, te metes por una calle y terminas sabe dios donde, como ratón en un laberinto, cosas de los musulmanes, así cualquiera no sabe por donde empezar o terminar, con esos vericuetos, con esas calles tan laberínticas, si me perdía tenía un método para llegar al centro de la ciudad, que era bajar y bajar, si encuentras cuestas abajo pues seguir con la pendiente, luego llanura, pues sigas buscando cuestas abajo, así, por ese lado, y luego te acostumbra, ya, bajo y bajo y encuentro la salida, de las cientos de salidas... Un día estaba en el mirador, luego en un edificio público que entras y no es un edificio de nadie, pero en un santiamén te encuentras en ese edificio, y así, como un mundo en sueño hecho realidad, las calles tan pedregosas, apenas circulan coches, no hay asfalto salvo determinadas calles que pasan microbuses y automóviles... Estar en esos laberintos es encontrarte con caras conocidas o no conocidas, pero el suspense era qué cara iba a encontrarme, ese es el problema, con tantos laberintos qué caras te encuentras así de buenas a primera. Mi estado era cada vez más lamentable, sin dinero, con la misma ropa que desde hace meses dejé la vivienda, me dediqué a mendigar en tal barrio, trataba en la medida de posible guardar las formas, la compostura, pero todo se me caía como un castillo de arena cuando es lamida por el mar, siempre había alguien que me proporcionaba ciertas comidas, bocadillos y tal, o algún que otro que me proporcionaba dinero para comprarme algo.

Pero no era una vida fácil, siempre había otros que eran demasiado canallas, y aprovechaban mi debilidad, me hacían marear con sus mentiras, querían gozar de mi humanismo... y a la vez como mandarme al cubo de basura. Parecía que no estaba en ningún bando, ni de los marginados, macarras, fuera del sistema, ni de los acomodados, con sus hogares y viviendas y trabajos; no me adaptaba en ningún lado, como si estuviera en medio de bandos contendientes y recibiera balas de todos los sitios. De todos esos meses difíciles fuera de mi hogar y vida vagabunda, había un determinado momento humano, salía de un viejo edificio abandonado, y una vez en la calle me topé con una mujer de unos cuarenta años con su hijita de unos siete años aproximadamente, pedí a la mujer algo de monedas, y pensé que me iba a rehusar, rechazar, mandarme a la mierda, y sabes lo que pasó... me invitó una cerveza en el bar más próximo, con su hija delante. En la barra del bar, ella me hablaba de muchas cosas, y estaba muy interesada en mí, mi vida en plan vagabunda, la niña estaba callada pero su mirada era tremenda, taciturna... Era raro encontrarme gentes así cuando estaba en plan vagabundo por ese barrio. Era difícil acostumbrarse a lo sórdido.

Muchos amigos míos abandonaron los hogares familiares, y en plan vagabundo, recorrían la geografía europea, especialmente algunos iban a París, otros pues a otras ciudades, cogían trenes o hacían autoestops y cambiaban de ciudades... Uno en especial me dijo que fue una mala experiencia eso de largarse del hogar así de buenas a primeras y encontrarse situaciones diferentes, hasta el límite de lo inhumano para algunos... Ser vagabundo es una profesión admirable para algunos, que actúen en función de su deseo, o por lo que sea, pero eso que va muy con los tiempos que corren, los cabezas rapadas esos, y gentes así, hacen la vida imposible a los vagabundos, incluso a otros vagabundos hacen la vida imposible, entre vagabundos hay cosas raras, vidas imposibles, rencores, un poco de todo. No sé por que te cuento todo esto, quizás por que te veo venir, como que en ti no hay nada claro, no tienes deseo de trabajar ni de estudiar y estás toda la hora como remoloneando... Es un poco caótico lo que pretendo decir, creo que fue un error en mi vida, ese no era mi deseo en realidad, sino era sencillamente salir del ambiente asfixiante familiar, e influido por ciertas lecturas.
El otro, que escuchaba esa confesión del exvagabundo le importaba un bledo la confesión del vagabundo, más que nada lo que le interesaba es por qué le contaba esas cosas, el otro sabe que su conducta va contra todo, no es algo medible, no es algo normal, y entonces el exvagabundo sospecha o ve venir la vida difícil... Y tan complicado todo. Lo incompresible es que uno llegara de ser vagabundo a director de una sucursal bancaria. Pero que ahora el director venga diciendo su experiencia pasada, y no muy satisfecho con su profesión, a qué viene contando esas cosas, está bien, con su verborrea con muchos números por medios y estadísticas, el otro se largó por que parecía todo tan de pesadilla, las palabras pesaban mucho, y bueno, no sabía cómo se topó con el exvagabundo que cuenta esas cosas. Por fin se escurre entre el grupo de gentes que estaban en la sucursal y sale al exterior, a la calle, un paseo no viene mal.


 

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