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Hormigas Delatoras

En una habitación pequeña, la madrugada acumuló varios tequilas, dos necesidades insomnes y el ruido de un vecino que tosía. Se combinaron los pares posibles entre mis dedos-lengua-dientes-labios con su cuello-nuca-pechos-vientre. En la oscuridad, reconstruimos con humedad el contorno justo de los cuerpos. La piel sin ropa olvidó los lugares cotidianos en que habita y confundió la función de los sentidos. Por eso en la caracola central, igual se extraviaron mis dedos o mi lengua y sus labios desorientados afilaron la virtud del unicornio.

Las caricias fueron premio y castigo para los pezones grandes como de fresa, de sus senos pequeños como de niña. El silencio fue roto cuando descubrimos los sabores salobres del vacío y del volumen. Sobre la selva negra, su saliva hizo germinar una lengua esférico-cilíndrica; un dedo nuevo que iluminó el interior; un diminuto oído que escuchó al mar moviéndose dentro del sitio conocido ya, sin saberlo, desde los sueños antiguos de la infancia.

La vigilia enemiga me creó límites; ... son cinco y media, ...esta cama es más angosta, ...debo regresar antes que amanezca,...tendrá dispositivo?, ...porque el sol debe salir ahora?, ...cuándo putas dejará de carraspear este vecino?

Me transmuté en serpiente emplumada, hidra, pez, dragón. Señalé con error las direcciones del cielo y del infierno. Derrotado por la insurrección impostergable de la sangre, fluí sin control por su estrecha prisión, banda sinfin mojada y tibia. No advertí cuando sus diminutas uñas insistieron en llegar al centro de mis huesos. ¡Malditas paredes delgadas de este vecindario, que en la carrera veloz contra la nada, censuraron mi garganta!

Finalmente se evaporaron las estrellas, el enemigo eventual fue sobornado y mi soledad se replegó.

Desde hace una semana llevo escondido debajo de mi carne un dolor ligero y agradable. En cada uno de mis hombros viven inmóviles cinco hormigas delatoras. En mi cerebro deambulan dos palabras que creí escuchar aquella madrugada: mi amor. No se si son dirigidas para mi, si las merezco, si las olvidaré, si volveré a oírlas.


   

Amnesty International on-line