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Golpea
Golpea
y vuelve a golpear,
mi corazón en mi pecho.
Golpea
y vuelve a golpear,
fluye así el mágico manantial
que inunda mi interior,
semicorcheas navegando por mis arterias.
Tintas,
nota a nota
desembocan en el mar del papel
dibujando en el lienzo de la vida
la rima asonante,
la dulce melodía de mi interior.
Golpea
y vuelve a golpear,
charquitos líquidos,
gota a gota
cae sobre el papel
dibujando la partitura,
el bello poema
que ruge en mis adentros.
Golpea
y vuelve a golpear.
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TU
Heredé de ti 17 años de recuerdos
buenos y malos que hoy son mi todo
Río o lloro pero en definitiva existo
por ellos y mejor aun con ellos
A veces me aferro con angustia de perderlos
Sin darme cuenta que son yo misma
como mis glóbulos rojos
Me recorren a diario, a cada instante
No es mentira, siempre vas a estar conmigo
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Capital del Silencio
Ruge en mis bolsillos
el silencio incontenible
de las tristes capitales.
En medio del calcinante estertor
nadie se entera
que el amor es acuchillado
impunemente en un pasillo miserable
un ascensor
o una confitería del centro
repleta de flores artificiales.
El grito del homosexual
se pierde en la multitud,
se extravía,
se parte en dos,
se hace añicos,
cuando cae en los departamentos
más caros
de los gerentes de empresa
que tienen dos familias.
Nadie puede hablar dos minutos
seguidos sin ser oído;
nadie puede hablar del alma
o mostrar la piel agujereada
de tanta olvidada misericordia.
Un minuto de silencio
es suficiente para cumplir
con 130 obreros
aplastados por una avalancha de escombro.
Este inmenso mar de silencio
no cae del cielo,
ni sube al infierno
de las profundidades más oscuras
de la tierra,
despierta cada día
y orinando, sobrevive.
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Cuando en las aceras ando
lento y agotado por una razón terrible
de lejos llega tu canto
que también es mío
y si sonrío al sonido
que también sonríe conmigo
las miserias se endurecen
toman forma contundente
asumo blandirlas
sea cual fuiere su tamaño
evito luchar en vano
y fracaso una y otra vez
la memoria te juega una mala jugada
borra la sonrisa
encerrado cuentas la noche
cada vez más larga
entonces cuando en el concreto ando
todos me ignoran
y yo hago lo mismo
hasta que amanezca.
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El Faro del Fin del Mundo
Lo he vuelto a ver
anclado en el fondo
de mis ojos,
donde termina la noche
y comienza la niebla.
Hay un perro ennegrecido
azotado continuamente
por la furia del petroleo.
Un perro erizado
ladrando locamente.
Y nadie responde.
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