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El hombre del siglo XV

    Un jueves me paso algo insólito. Me encontraba en Bruselas, en la Place de la Monnaie, donde se celebraba el Klinkende Munt Festival, con la presencia de agrupaciones musicales de diversas partes del planeta (lo que se conoce normalmente como world music), cuando encontré, pegado a una reja, un afiche que yo había estado buscando por meses. Era publicidad de un concierto, pero en él había un dibujo, full años 30, en el que una cabaretera eleva una de sus piernas por sobre su cabeza.

    Me decidí a llevármelo y le pedí a mis amigos que tomaran mi paraguas mientras hacía la acrobacia y tras haber despegado parte de la cinta plástica, un señor de aproximadamente 40 años dejó a las dos señoras con las que hablaba, se me acercó y me dijo:

    -Is dat van jouw?

    Ante la sorpresa no pude sino responderle, en mal neerlandés:

    -Wat?

    -Is that yours? -Dijo entonces en inglés.

    -Oh, come on! -Dije yo y me bajé de mi incómoda reja y dije algo bastante irónico como que disculpe, no quise molestarlo.

    -That belongs to all of us -dijo él mientras yo me alejaba.

    Yo intenté irme pero mis amigos se quedaron, no sabían que había pasado, así que me llamaron y me preguntaron que pasaba. Les respondí que al señor le histerizaba que me llevara el póster, asi que no lo iba a molestar. Fue entonces cuando ocurrió lo inesperado.

    El señor se tomó la molestia de acercarse a nosotros y decirnos:

    -I know that you guys in Africa are used to take things that don’t belong to you from the street, I have been there. But this is Belgium.

    El shock fue inmediato. No supe qué decir. Tenía frente a mí al hombre del siglo quince y no le pude decir nada. Fue tal la sorpresa, la rabia y la sensación de estar frente a la persona mas idiota que conocería en mi vida que no pude reaccionar.

    Solo atiné a palmearle el hombro (probablemente luego haya limpiado su traje) y decirle que había olvidado que estaba en el primer mundo y nos fuimos.

    En el camino de vuelta a casa y aún intentando dormir, pensaba en todas las mil maneras de responder a tan soberana idiotez (Edmund Ronstand debió haber pasado por un trance parecido, pero él es grande y su resultado fue esa escena brillante en la que el Cyrano se burla de su propia nariz), hasta que intente entender qué tipo de persona podía decir tal cosa. Saque interesantes conclusiones:

    Él estuvo en África, bien como turista, bien como parte de su trabajo. Él era una persona educada, no un analfabeta o alguien sin acceso a lo que denominamos realidad. Él no sabía distinguir un latino de un africano y no le importaba mucho, inmigrante y africano deben tener el mismo significado en su cabeza. Él observó críticamente el comportamiento que lo rodeó en África y temió que se repitiera en su impoluto terreno. Él estaba con dos mujeres, quizás trataba de impresionarlas. Él sólo intentaba demostrarse superior a un extranjero; la verdad, el área de la competencia no era importante. De no ser así, un afiche debe tener un valor vital para él.

    Notese que siempre utilizo la palabra “Él”. Él no dijo nada sobre mí, de inmediato pensó en África y en masas salvajes de malvados ladrones de afiches, incontrolables, violentos, inescrupulosos, de piel oscura y capaces de todo.

    Él es el vivo ejemplo de una raza en extinción: la raza del colonizador. Él es el hombre que fue a África a llevar la “civilización”, el hombre que tuvo la oportunidad de conocer y aprender, pero perdió su tiempo criticando nimiedades, ofuscándose por absurdos y confirmando sus prejuicios. Él es el hombre que va por la calle viendo todo lo que esta mal, porque no tiene nada mejor que hacer, porque no puede disfrutar lo bueno que pasa, porque no puede separarlo de lo que según su inquebrantable lógica, esta mal. Él es una persona que aunque fue educada, permaneció ignorante, porque lo que pensaba acerca de lo que le era extraño no cambió. Fue a África y sólo confirmó sus ideas de que allá sólo hay salvajes. Él piensa que vinimos a su país a robar sus casas y violar a sus mujeres. Él, sólo él.

    Por mi culpa, asumo esa culpa, porque lo que hice estuvo mal, la comunidad africana, a la cual no pertenezco, será vista como una comunidad de desordenados ladrones de afiches. Por mi culpa.

    Por su culpa, el mundo piensa que la comunidad flamenca es racista, que la comunidad flamenca es un montón de hipócritas que votan extrema derecha pero en la calle hablan de tolerancia porque estamos en el siglo 21. Por su culpa el mundo piensa que los flamencos son viejos prematuros que no tienen nada mejor que hacer que vigilar a sus vecinos, que son seres intolerantes a los que todo molesta excepto lo que ellos hacen.

    Pero yo no soy mayoría. Nunca he visto un africano robar nada. Solo ví una vez a una amiga robar un afiche. Era rubia. La mayoria de los africanos no roban afiches, asi que él se equivoca, en nuestros países el desorden y la falta de ley no es la regla.

    Y él, gracias a Dios, no es mayoría. Sólo he conocido dos flamencos tan idiotas como él. El resto han sido gente formidable. Pero esos idiotas racistas estan tan orgullosos de sí mismos que andan pavoneándose por ahí, mostrando orgullosos su desprecio al prójimo, alimentando odios propios y ajenos. Van por la vida queriendo impresionar a las chicas, llenándose la boca en una cena de nogocios, con sus relatos de superioridad. Reuniéndose con sus “iguales” para decidir lo correcto. Pero en el fondo, entre ellos, secretamente piensan que cada uno es un imbécil.




   

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