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Balada de las preguntas
Yo me pregunto, Cayetano,
Qué me dirías de todo esto
Oyéndote los cuentos de tus amigos de Valencia
Y las travesías por autopistas alemanas
Yo me pregunto, viejo Lucho,
Qué me dirías de todo esto
Con tus pantomimas cojas
De Pantagruel en calzoncillos
Yo me pregunto, poeta Daza,
Qué me dirías de todo esto
Hablando de gallos en El Sartén de Plata
Con chulos trasnochadores
Yo me pregunto, Alberto Lovera,
Qué me dirías de todo esto
Cuando ingenuos fundamos el Instituto Máximo Gorki
Y leíamos a bodegueros de Barquisimeto
La nube en pantalones
Yo me pregunto, Oswaldo Orsini,
Qué me dirías de todo esto
Aquella noche de teatro Noh
con tu personaje blanco en el escenario
de la Universidad Central
Yo me pregunto, Julia,
Qué me dirías de todo esto
Ahora que estoy leyendo al voleo
Forma y Poesía de Herbert Read
Regalo tuyo con tu firma
Y saboreo el cobre de nicotina en tu boca
Yo me pregunto, Humberto Febres,
Qué me dirías de todo esto
Escuchando corríos y cantos de ordeño
Entre cervezas en tu apartamento de Barinas
Yo me pregunto, Nany,
Qué me dirías de todo esto
Cuando tímida callabas en los rincones
Mientras nosotros discutíamos de política
Y después miraste de frente a los fusiles
en las manifestaciones del Liceo Urdaneta
Yo me pregunto, Jorge Rodríguez,
Que me dirías de todo esto
Estudiante perfilado y guerrillero en la entrevista
de La Universidad vota en contra,
Guerra santa o paz conciliada, nos decías
Yo me pregunto, tantos desconocidos
Qué me dirían de todo esto
Que arrancaron de los brazos del amor
Que secuestraron en lo oscuro
Que detuvieron en el viaje
Que apartaron del libro y el cuaderno
Que murieron desolados
En fin, que torcieron sus vidas para siempre
Yo me pregunto, amable lector,
Qué me dirías de todo esto
cuando ahora otros están esperando
que todo vuelva a ser lo que fue
donde encontraron la muerte mis compañeros
Y qué dirías de todo esto, me pregunto,
cuando ya para mí aquello es un recuerdo sin olvido.
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Y después...
Y después del amor ...
el silencio cayó abrazado a la lluvia
prendido a cada una de sus tibias gotas
y resbalando pausado por el vidrio de la ventana.
Invadió esa noche tan llena de nada
para hacer su cómplice al humo del tabaco
a las sonrisas dibujadas,
a tu espalda descubierta,
a nuestros dedos entrelazados
y a mis besos sobre tu piel mojada.
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el inombrable
no doy con tu sabor
ni tu piel
ni tu canción
juego a encontrarte
en los rasgos
del olvido
me deshago de nubes
sentada
recorro impávida
tus letras
y cada vez más sola.
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Mujer descansando en el campo
Hay un camino: un césped pajizo;
como si el día se chapuzara en la tierra-
la hierba empapada de ámbar,
sangra gotas de altivos claveles,
solean en el campo las manchas
doradas de las margaritas.
Hay un camino: una serpentina
parda hiere el campo; que abre
sus vergüenzas, cargadas de guijarros.
Sus raíces que beben el aire amarillo.
Gotean los pájaros. Ramas de árboles
tiñen la noche al sendero.
Hay un camino: a lo lejos,
veo un vestido que sube
a la piel nacarada de una mujer.
Sus cabellos envuelven
el moldeo sedoso de un cuello
que le grita deseos a mis besos.
Sus brazos son hilos de marfil,
y sus dedos son una piel
de pálida, íntima orfebrería.
Está tendida en una alfombra
de ondeantes arabías apersadas;
como un manuscrito de bermejo tintero,
como la túnica de una poesía.
Hay un camino: debo mancharlo.
Debo molestarlo con mis pies,
con mis resuellos enronquecidos,
con mi pecho, de azabachada hombría.
Con mi carne labrada de músculos.
Debo quitar la corteza de la naranja;
debo colmar la terrosa sierpe,
hasta alcanzar el cielo sin nubes-
la idea hecha de brillante carne-.
La fruta está servida para mí,
¿pero el fruto
para cuál de los dos?
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entorpecida, sonámbula, necia
torpe, cansada
solo quiero tus manos
que invento
tus pequeños sueños
que se atreven
a despertar los míos
me duele que no estés
me duele porque no estas
y tal vez nunca
un amor de letras
y papelerías más
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Algún sueño que se le escapó a Dios
La hierba me despierta
con su crujido de resinas;
la brisa alisa con peine verde
el cabello mojado del césped.
He soñado y he vuelto al sueño.
El sol lava la noche
con su jabón de oro;
las gorjeadas ramas cantan
el lejano fuego, cuyas chispas
hacen planetas en mis ojos.
No desperté, solo estoy despierto.
Es hora de pensar,
y no tengo páginas
que cambien mis lágrimas en tinta;
no tengo las rosas tuyas-
que siempre quedan en espinas-
para pinchar las palabras de mis venas,
para pinchar mis rojas caligrafías:
demasiado elegantes para ti,
ya que no para el amor.
No estoy solo, soy solo.
Pero ahora el cosmos trajina sus brisas;
acarrea los pájaros en el aire;
pinta las nubes con pincel de crema;
y el cielo con pincel de mar.
De pronto me levanto y camino:
una mies de margaritas mancha
mi sendero con gotas de nieve y oro,
sangrante de rojas rosas abejadas;
como si la tierra
abriera en las leguas cartográficas
de su pecho
el brote espinado
de su corazón.
Mis pies no están sobre la tierra:
están en la tierra.
Mis manos están llenas de viento;
Vuelvo corriendo y le digo:
¡despierta, despierta, despierta!
Pero el muchacho,
tendido en las suaves savias,
me sigue soñando,
como que yo estoy despierto:
y ya no quiero despertar.
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Molestias
Te molesta que se levante de madrugada
a buscar la botella de aguardiente
que dejó al sereno entre las yerbas
Te molesta que le ponga agua a los pájaros
para que beba y se bañe la pareja
que esta tarde trajo a su hijo
Te molesta que haga juguetes
para los niños con taparas y concha de jobo
Te molesta que acaricie la vejez
con ungüentos aromáticos
Te molesta que sea negro, indio
o un poquito menos blanco
Te molesta su ignorancia
de tus furias posesivas
Te molesta que la historia
sea su historia y no la tuya
Te molesta que su belleza
no sea la belleza de tu estética privada
Te molesta que como vive muera, sereno
Te molesta que ame y sea amado
sin dinero
Te molesta que esté jubilado,
reciba una pensión para comer
y no heredó ni deja herencia
Te molesta que orine detrás de la casa
cuando llueve
Te molesta que no lea los periódicos
pero le gusta que le cuenten los crímenes
Te molesta porque no se molesta
cuando lo llamas horda, turba y asesino
y te mira como si nada
Te molesta que se alegre con el tam-tam
y baile hasta el amanecer
Molestia aparte, a mí tampoco me molesta no molestarme
por tus necias molestias
que no te dejan ver el sol hoy ni mañana
que mueres molesto, desgraciado en penumbra
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