En la plaza pública
Callen, palabras, callen.
No se puede vivir si ustedes viven.
Vamos, Cinabrio, detené
tu arquitectura de veneno inmóvil.
Coloquio, no insistás
en darle la palabra a todo el mundo.
Ventana, qué vergüenza
esa miseria que inunda tu mirada.
Solo dejen que Piedra y Arenisca
ajusten sus calores.
Saquen de la oscuridad a Mediodía.
Prestén un acordeón a Melodía.
Que Ley no se interponga entre nosotros.
Que Azul deje sus cartas en el cielo.
Y ustedes, Marfil, Arpa, Sirena,
salgan de esos poemas octosílabos.
Hay que creer: Patria sigue impasible
con su disfraz de causa pura.
Callen, palabras, callen.
Escuchemos el discurso de la Muerte.
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Año 5. N° 53
Diciembre 2003
En este número:
Olía a Diciembre en Caracas [escritos]
Brotamos hacia las calles
infinitos, descomunales, [poesía]
Montados sobre semejante sistema de masoquismo y genuflexión, sobre un universo tácito que premia la mansedumbre, [descontento]
burlándonos del mundo que tanto se ha burlado de nosotros [esquinero]
en una noche tan fresca como la de hoy, tan amplia como todas las noches capitalinas pero tan llena de magia como las noches que sólo ella podía otorgar [viajes]
Si hubiéramos ejercido la paciencia
Y no hubiéramos corrido a marchar públicamente uno contra el otro.
Pero éramos egoístas
Y no comprendíamos que [especial]
Ningún mecanismo narrativo es verídico o falso. La verdad está afuera de toda escritura. [tedios]
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