1
"No había movimiento, ni ruido, ni un insecto siquiera. El oscuro mundo parecía yacer herido bajo la fría luna y las estrellas sin párpados"
-William Faulkner, "Septiembre Seco"
2
Hablaba con su tía cuando el niño comenzó a saltar alrededor nuestro. Lo que pasa es que es muy inquieto, dijo ella, al tiempo que intentaba tranquilizarlo sujetándolo por los hombros. Sobre nosotros, una mata de guayaba filtraba la luz del patio. Al fondo, un conjunto de música interpretaba no sé qué canción del Inca Atahualpa Yupanqui. La tía me contaba de su vida, de los últimos años, de los proyectos que le alentaban en esos tiempos. Ya era lejana la época en que ella fue mi vecina, ya estaba lejos el tiempo en que aquella fue mi casa. El niño no paraba de dar vueltas alrededor de nosotros, hablar para él mismo, reclamaba nuestra atención. Decía algo del jardín. ¿Qué fue lo que pasó?, le pregunté. Fue entonces cuando contó que afuera, en el jardín de rosas que sembró mamá muchos años atrás, cuando aquella casa fue mi casa, el jardín donde transcurrieron largas tardes de mi infancia en juegos de guerra, entre valles vegetales para mis soldaditos de plástico, en ése jardín, decía el niño, acababa de luchar a muerte contra un furioso tigre sanguinario. ¿Y qué pasó con el trigre?, le pregunté. El niño me miró: nada, lo golpeé así, duro, y entonces hizo chocar un puñetazo contra la palma de su mano. Le di y le di y el tigre se asustó y se fue corriendo. La tía rió con la ocurrencia, haciendo ese gesto característico de expandir los labios y voltear los ojos. Yo también, pero me quedé pensando largo rato en aquél tigre, en su feroz, aguerrido combate contra un niño en aquél jardín lleno de rosas. La literatura está en todas partes.
3
La mujer dejó el libro sobre el WC, se desvistió con un gesto rápido y entró a la ducha. Su cuerpo se perdía entre el vapor del agua caliente, la lluvia artificial de la regadera, cuando el arquero de la Editorial Seix-Barral saltó, de pronto, desde el canto del libro y quedó de pie sobre el tope del WC: una diminuta coma, un puntico negro. Después, se dejó descorrer la porcelana blanca de la tapa, corrió por la taza y llegado a cierto punto, se lanzó con un brinco hasta el piso. Una vez allí hizo un rápido movimiento y extrajo una flecha de su carcaj. De un solo empeñón dejó volar la flecha para estrellarse contra la caparazón semioculta de una cucaracha.
4
"He shuffles and moves in closer, his skin sharp with cold, igniting that lingening instinct to warm what's next to you. It's almost as though we could drop this whole pretense of so many years, wiggle into one another, make sweat-happy teenage love. Instead I slide the sole of a foot onto his icy calf"
-Robyn Joy Leff, "Burn your maps"
5
Hacer que un párrafo sea una máquina desternillante de la que emerge un búho, una mariposa, la foto de una mujer desnuda.
6
Un relato dictado desde un programa político, ideológico, es un modo torpe de desdecir la razón de ser todo arte. Imagino a fervorosos, tristes personajes delirantes que escriben en una habitación arruinada, bajo la pálida luz de un bombillo sin lámpara. Vuelan los mosquitos. El calor es una bestia viva. El escritor se debate entre dejar como título la palabra Plusvalía o acaso componer una metáfora salvaje que hable de cuáqueros, árboles y huesos. Una mosca describe una parábola alucinante.
7
"¿Lo que más admiro de un escritor? Que maneje fuerzas que lo arrebaten, que parezcan que van a destruirlo. Que se apodere de ese reto y disuelva la resistencia. Que destruya el lenguaje y que cree el lenguaje. Que durante el día no tenga pasado y por la noche sea milenario"
-Lezama Lima, introducción a "Esferaimagen"
8
En realidad, decía la muchacha sentada del lado de la ventana, yo pienso que algún día podré irme de aquí, recorrer el mundo, encontrarme a mí misma. El hombre le escuchaba y asentía. Su cabello era castaño, llevaba lentes oscuros y su rostro delataba un conocimiento profundo de los hombres y la vida. Harás bien, respondió el hombre, al terminar de asentir. La muchacha sonrió; al fin se sentía comprendida. Me llamo Agatha, dijo, extendiendo su mano, viajo hasta el próximo pueblo. Ulises, respondió el hombre, estoy de regreso.
9
Veo a Caracas como una mujer, joven, con dos hijos pequeños, que asiste al gimnasio, se pinta el pelo de rojo y le es infiel al esposo.
10
"La luz que cae invicta allá en la sala
es una columna transparente
en donde flota el polvo de los gestos
con que se abanican los retratos"
-Eugenio Montejo, "Mediodía"
11
Un Ars Poetica cuya principal indicación sea la importancia de la imagen como eje sobre el cual gravita todo un universo. La metáfora como sustituto de la idea. Una mesa sobre la cual reposa un libro con las Odas de Horacio, una esfera armilar, un cortaplumas, una resma de papel, una reproducción litográfica de El Jardín de las Delicias, la imagen encendida de Caracas al atardecer entrando por la ventana.
12
Introdujo la cabeza dentro del agua y se sorprendió al ver lo que vio: un bergantín cuyo maderamen conservaba todavía una apariencia de estar a flote, un jardín de corales, algas, entre el que se veían pasar cadáveres de peces de todos los colores, los vestigios de una fauna desmesurada, semejando las alas de un pájaro eterno sumergido en el mar.
13
"Mirando aquella franja negra volví a vivir hasta el movimiento, un segundo de mi vida que, maravillosamente, se había perpetuado. Esa perpetuación, creo, esa posibilidad de fijar unos cuantos segundos efímeros, es lo que me atrajo, a los cinco años de edad, al arte. Porque, ¿no es aproximadamente a esa edad cuando nos damos cuenta de que las cosas, si no mueren, indudablemente cambian, se agitan, resbalan, retroceden y, como los rayos del sol en los ladrillos bajo un viñedo en un día de brisa de junio, pierden toda identidad?"
-John Updike, "El Centauro"
14
Las huestes de Tracia, los jardines babilónicos, un velamen tendido bajo el sol quemante del Quirinial, las blandas colinas del Ebrón, la niebla que se suspende sobre el Machu Picchu, las marismas que rodean un alcázar, las fáusticas marejadas del Pacífico, las oblongas cúpulas de Bizancio, la figura derruida del Coliseo bajo el sol naranja de la verano, las estepas de Siberia, el silencio circular del Caribe, la muralla de Cartajena de Indias, la torre de Comeres en la Alhambra, el crujido de la selva amazónica, la nieve que corona el Pico Espejo, las vastas planicies del África, los espejismos al amparo de los moriches, el exquisito reflejo de una flor de loto sobre un estanque de Kioto, los precipicios de las cordilleras, el misterio color café de tu mirada.
15
Leo un poema de Miguel James una apología a las luces de Junio y entonces pienso que es verdad, Junio tiene un despliegue de luminosidad desaforada que logra crear sorpresas en los lugares más imprevistos. En una esquina, por ejemplo. O en las fachadas de los edificios bajos, entre los colores de las matas en los balcones, las cortinas y el brillo antiguo de las fachadas. Soy sensible a la luz, y comprendo que todos estos juegos lumínicos comienzan en Mayo, con las primeras lluvias y llegan hasta finales de Septiembre. Ya en Octubre, comienzan a formarse cielos densos, grises, que desde luego encierran a su manera otra forma irresistible de belleza. Los atardeceres más impresionantes ocurren en Diciembre. En Diciembre la tarde cae entre rojos, naranjas, amarillos y pesados trazos negros, creando un tono trágico que, no sé por qué, siempre me ha hecho pensar en la guerra federal.