Guardo
Guardo mi gesto, guardo lo sagrado, guardo lo que nunca fue, lo que nunca será; guardo un pedacito de mí que es como una máscara de barro, guardo una fuerza vital con la que duermo, guardo un cuerpo que nunca acabo de enterrar, guardo algo que no quiero mostrar, guardo los colores, guardo una libertad de trapo, guardo noches de contrabando e imágenes que no serán.
Guardaba, antes de ayer, los bosques, ahora sólo son un invento en mi escritura. Guardo sólo mi traición a los pelos, guardo un amor que no fue, guardo una mano que apertrecho en el cuello como algo que no se siente digno de amar, guardo lo rechazado, guardo un oro de virgen del Carmen que nunca fue confesado, guardo un norte que no se sabe a dónde conducirá, guardo lo que no se puede guardar, lo que se calla en la arena, lo amordazado, guardo el dolor del vientre, lo que no se quiere enterrar. Guardo lo buscado, guardo mi rebeldía de aulas, guardo mis espéculos academicistas, guardo un pedagógico cargado de lluvia, guardo una cordillera que siempre me dio la dignidad.
Me guardo en este lado del mundo, ni más al este, ni más al sur; guardo lo que pica, guardo lo que no se quiere entregar, guardo lo que nadie jamás me va a pedir, guardo deudas que no son propias, guardo las letras sagradas en un cajón, guardo miles de diablos dibujados en paredes inexplicables, guardo el miedo a los símbolos, guardo el temor a la fuerza propia que se desboca y se vuelve rabia y se vuelve odio y se vuelve resentimiento de seres llenos de dolor, en cuyos cuerpo no caben agujas, ni sedimentan colores enturbiados.
Pero no sé si guarde pureza, no sé si guarde altura. Sólo sé que erré el tiempo, que mi reloj de hora negra lleva una fecha mal puesta, y sólo quedó este azul y triste espectáculo de una hembra que patalea sola, mientras la vida le juega palabras idas al viento como un hombre que no tiene nombre, buscando el amor entre soplidos viscosos.
-alejandra
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