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Jarry, el fenómeno
La necesidad de imitación experimentada por los consumidores es una necesidad infantil, condicionada por todos los aspectos de su fundamental desposesión.
-Guy Debord: La Sociedad del Espectáculo.
Las demandas culturales se vislumbran como pastillas consagradas a ennoblecer el espíritu. En la librería del San Ignacio, dos madres conversan sobre el impacto del fenómeno Jarry Poter en el devenir intelectual de sus hijos.
Madre 1 (Arquetipo del optimismo endoñado): Desde que Albertico leyó La piedra filosofal, su vida ha dado un vuelco de 360 grados (Chiste involuntario). De hecho, ahora ve cuatro horas de televisión en vez de siete (otro chiste involuntario). De hecho, las tres horas restantes las invierte en leer Jarry Potter
Y hasta se pone lentes
¿verdad que son una cuchura?
Madre 2 (Prototipo de la resignación clase media, incorporada a la administración pública): Sí bueno
lo importante, en todo caso, es que están leyendo. Después le pondrán el ojo a cosas más importantes: Uslar Pietri, el escritor del Señor de los añillos
¿ Tolkin, es la cosa ?
Madre 1: Toooolkiiien.
Madre 2: Ese mismo, el de la película
Madre 1:
Hablando de películas, ¿llevaste a tu chamo a ver Jarry Poter?
Madre 2: Sí, de hecho compramos la preventa, y la vimos el día del estreno.
Madre 1: Nosotros también
Está buenísima, verdad.
Madre 2: Bueno, particularmente prefiero el libro, aunque reconozco que hay algunas buenas escenas, y el niñito es tan buen actor como el de Sexto Sentido.
Madre 1: Pues a mi sí me gusto. De hecho, Albertico, que se los ha leído todos, dijo que la película era mejor que la colección completa .
Madre 2: Bueno, no sé... En todo caso, como dices tú, lo importante es que los chamos están interesados por la lectura, y
Madre 1: y ahora saben tanto como uno (gracia devenida morisqueta, seguida de silencio incomodo de Madre 2)...
Madre 1:
bueno, no tanto, pero al ritmo que van cuando tengan nuestra edad van a saber tanto como, como el tipo este que tu dijiste, vale
Madre 2: ¿Tolkin?
Madre 1: No Toooolkien, vale, el otro, el de las Lanzas Coloradas y valores humanos...
Madre 1 y 2 (en coro):
Uslar, Uslar
Ja, ja, ja
En suma tenemos al individuo terrenal embelesado a los pies de un mito obsoleto, el conocimiento humaniza. En efecto, sobre sus pilares las vanguardias erigieron utopías, fracasando a la larga. Por ejemplo, recordemos, con José Rodríguez, que Antonin Artuad es la conciencia de la ruina del arte en su vocación de transformar el mundo. El hecho irrefutable es que la racionalidad dominante absorbió las fugas estéticas, convirtiéndolas en moda y en valor suntuario de cambio. Y ahora admiramos a los artistas mejor cotizados en la bolsa de valores de la cultura. Lo demás es reproducción de capital artístico, condenado al ostracismo de museos, bienales, festivales, etc. En medio de todo, la inteligencia, y la lectura se imponen como una tabla de salvación para incautos carentes de sentido. Sin embargo, la realidad detrás del fenómeno Potter, es el grado cero de la escritura, la inocuidad literaria convertida en negocio, y la discriminación justificada por la magia de la sabiduría. De nuevo, cuando el imperio más lo necesitaba, surge un héroe mesiánico para unificar el inconsciente colectivo del globo.
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Harry, la película
Harry Potter y la piedra filosofal. Dir: Chris Columbus. 2001.
Harry Potter es la representación infantil de la civilización occidental; el arquetipo de la cultura dominante; un ejemplo para los hijos de Bill Gates. Surge de las entrañas de la sociedad del espectáculo para convencernos de una mentira antidiluviana: los genios nacen, no se hacen. Según parece, son elegidos por la gracia divina; superan milagrosamente los infortunios del contexto humilde y figuran en el devenir de la historia, inmortalizando la piedra filosofal del pensamiento etnocéntrico.
Al respecto, Roland Barthes sentenció: Hoy lo genial estriba en ganar tiempo, en hacer a los ocho años lo que normalmente se hace a los veinticinco. Simple cuestión de cantidad temporal: se trata de ir un poco más rápido que todo el mundo. La infancia se volverá el lugar privilegiado de la genialidad
La noción burguesa de niño prodigio (Mozart, Rimbaud, Roberto Benzi) es un ejemplo cabal de lo dicho anteriormente; ese niño es objeto de culto en la medida que realiza la función ideal de toda actividad capitalista: ganar tiempo; reducir la duración humana a un problema numérico de instantes precisos.
Las imágenes de Harry Potter sacralizan y argumentan el concepto desmontado por el intelectual Francés. Legitiman la mitología, renovándola semióticamente. Interpretan a la perfección las palabras de J. K. Rowling. Harry es anteojudo, ascético y calculadamente descuidado, finteando con la irresponsabilidad puritana del yuppie. Reconoce su talento pero aparenta desestimarlo. La experiencia de una aventura amenazadora le enseña a valorar su don y descubrir su esencia, para contagiarnos de un espíritu optimista.
No es casual que Chris Columbus sea el director del film; todo un especialista en el temible subgénero de niño astuto contra realidad mediocre. Desde aquella extravagante tontería llamada Home Alone, inmortalizada por el astrokid que todo crítico fantaseo degollar, hasta su más reciente incursión en el género de la ciencia ficción, este derrochador cineasta ha desperdiciado kilómetros de celuloide para enseñarnos a estimar a ese niño que llevamos dentro. Paralelamente, sus películas tejen una visión moralista de la rebeldía infantil. De hecho, tras rechazar un mediocre viaje de navidad, Macaulay Culkin experimenta la dureza de la soledad, refugiándose finalmente en el seno familiar (Discúlpenme, pero involuntariamente me ha dado por rapear). Harry Potter cierra un ciclo en la carrera de Chris Columbus. Ahora confronta un dilema, llover sobre mojado, o eclipsar otras latitudes. Apuesto mil a uno por el chaparrón.
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Las mejores del 2001
1) Buen Trabajo. Claire Denis concibe su film más cósmico y lírico. Hermosas coreografías, sentido agudo del montaje, dramaturgia esquinada e imágenes delirantes fraguan una película perfecta, de inolvidable parsimonia e insólita libertad. Imamura tenía razón, el futuro del cine es mujer.
2) Kadosh. Amos Gitai. En su paso por la Cinemateca sembró desconcierto y hastió. La crítica local no pudo encuadrar en sus categorías a esta contemplativa condena del judaísmo ortodoxo. En respuesta, se le ignoro. Es el destino natural del cine personal. Entre las películas políticas del año, una veintena aproximadamente, Kadosh figuró solitaria en el podio de las vencedoras. Mientras Traffic y Pearl Harbor insistieron en el tono declamatorio del Stone más reaccionario y el Spielberg menos liberal, Kadosh insinuó ideas. Entretanto la nueva versión de Apocalypse Now desplegaba retóricamente un discurso falsamente progresista de la guerra, Kadosh aprovechaba la cámara para observar sin prejuicios una realidad compleja, obviando la irresponsabilidad de transformarla en dos horas de metraje. Más que una película, Kadosh es una investigación etnológica, carente de conclusiones tranquilizadoras.
3) Inteligencia Artificial. Steven Spielberg. La cumbre desesperada de la ciencia ficción. Phillip K. Dick, Orwel, Huxley, Borges, Arthur Clark y James Ballard, edificaron el penthouse de la babilonia de la literatura fantástica. Kubrick y Spielberg han hecho lo mismo con el rascacielos audiovisual del género. Razones del destino bifurcan la carrera de ambos en un laberinto cinematográfico, abstracto y devastador como una comilona de Marco Ferreri integrada por clones diseñados a la exaltación del amor loco. El resultado, no podría ser de otro modo, es imperfecto globalmente, pero consumado parcialmente. El final es discutible en su ambigüedad semiótica y moral. El resto del metraje, al contrario, enciende la llama de la verdad para incinerar las barbas del mañana. Si la lógica profética de Inteligencia Artificial es el mecanismo de una relojería, cuando suenen las últimas campanadas del género humano, reinará en la galaxia una especie de androides melindrosos. La tecnología, como sospechamos, se inclinará por la simplificación y la banalidad.
4) Snatch. Guy Ritchie. El esposo de Madonna es un gigante en tierra de pigmeos. Dirige videos ásperos como una colisión automovilística representada por David Cronenberg; profesa el humor negro del ingles más nihilista; convierte sus ficciones en teatros de la crueldad, donde el prototipo corporal en boga es confinado a la degradación. Su poesía flirtea con la virulencia de la serie z. Al estilo de los ideólogos del cine gore, Ritchie se deleita humillando a los miembros del star system. Desnuda su completa vulnerabilidad, exponiéndolos a situaciones límite. A Brad Pitt lo transforma en un desecho humano, en el traicionero oportunista que se vende al mejor postor. Despoja a Benicio del Toro del aura de super estrella, transformándolo en un estafador de tercera. Ritchie documenta sardónicamente la autodestrucción de un mundo absurdo a las ordenes del capital. Es el juez posmoderno de la realidad contemporánea.
5) Memento. Christopher Nolan. Inquietante desde la primera escena hasta el previsible desenlace, Memento desafía las convenciones narrativas, configurando una hipnótica reflexión neobarroca sobre la amnesia. Ambientes opresivos, atmósfera lúgubre, existencias melancólicas y abatimiento vital, representan el laberinto espiritual de la sociedad del espectáculo, el triunfo de la enajenación en el eterno retorno del presente.
6) Y Tu Mama También. Alfonso Cuaron. La sorpresa del año. Licenciosa y arbitraria como un ensayo de Chris Marker, triste y despiadada como un melodrama de Fassbinder, satírica y desvergonzada como una farsa de Berlanga, surreal y absurda como un atentado audiovisual de Buñuel, Y Tu Mama También viene a ratificar el óptimo estado creativo por el que atraviesa la cinematografía Mejicana, amplificando la brecha que hendió Amores Perros en el corazón de las grandes audiencias. De lejos el film de Cuaron contiene el final más profundo y desconcertante del año.
7) Nueve Reinas. Fabián Bielinsky. La cumbre del cine comercial Porteño. Como tiene cosas mucho más interesantes que opinar sobre esta maravilla, le cedo la palabra a un colega argentino de la revista El Amante Cine: El eslogan publicitario de la película Señales de Amor dice: ¿Puede algo que pasa una vez en la vida pasar dos veces? La respuesta, a la luz del cine industrial argentino que se estrenó este año, es un rotundo no. Nueve Reinas está muy bien dirigida y muy bien actuada. Es magnética y luminosa pero a la vez trafica con un pesimismo que llega hasta los huesos como una de esas lluvias finitas. Tiene una solidez y una depuración formal que la hacen parecer de otro lado o de otro tiempo o las dos cosas a la vez. Pero es tan de aquí y tan de ahora, que en el año y pico transcurrido desde su estreno quedó un poquitín marchita: como aquel riesgo país que andaba por los 600 puntos, el sálvese quien pueda que guía a sus protagonistas hoy parece casi un juego de niños. No ha habido ninguna igual y todo parece indicar que no habrá ninguna, aunque todavía está por verse si Bielinsky tiene en su poder el secreto del milagro. Marcelo Panozzo.
8) Shrek y Monsters Inc. Antz y Toy Story son las últimas obras maestras del cine animado norteamericano. Desde entonces se han estrenado negocios seguros como Tarzan y Las Aventuras del Emperador; dos intrascendencias audiovisuales. Cuando la teoría indicaba que el cine infantil iba seguir arando en el mar de la inocuidad, surgen dos maremotos largometrados que han sumergido nuestras especulaciones a lo más profundo de la mediocridad hipotética. A pesar de ser riesgos calculados, subversiones concebidas en ordenador, Shrek y Monsters Inc. traspasan la frontera de la mezquindad conceptual, conquistando nuevos terrenos para el cine animado. Los héroes de ambas son casualmente ogros. Una señal de rechazo hacia los arquetipos de la aldea global. Una celebración de la diferencia en la era de la aclamación del integrismo occidental. El villano de Shrek es un déspota acomplejado; el de Monsters Inc., un autócrata corporativo. Los dos son derrocados por el afecto. Una tierna venganza dedicada a quienes nos dominan. Los monstruos socializan el medio de producción que antes los obligaba a competir. La materia prima de la energía pasa de ser el terror, para transmutarse en la risa. La industria del miedo deviene empresa de comunicación jocosa. En Shrek se derroca el imperio del mal para imponer el estado de hermandad. Las dos películas logran una absoluta identificación con el público. Es la demostración de la fragilidad de las columnas sociales sobre las que se asienta el poder. Las minorías silenciosas son más imprevisibles de lo que creemos. La imagen de los excluidos celebrando al final de Shrek, es el espejo caricaturesco de los festejos afganos tras la caída del Taliban. Lástima que a diferencia de la película, los nuevos emancipados tengan a la larga que terminar controlados por el gobierno de la trivialidad global.
9) La Comunidad. Alex de la Iglesia. Para no redundar sobre lo que ya dijimos de esta pequeña joya, presentamos un inventario posmoderno de todas las películas que evoca voluntaria e involuntariamente:
A) Parodia de los saltos de The Matrix, personificada por una deslenguada superabuela almodovariana.
B) Darth Vader invoca la fuerza para echarse una paja, mientras observa desde una ventana indiscreta a una mujer al borde de un ataque de nervios, dándose una ducha en la bañera de Psicosis.
C) Nuevo Inquilino confronta a los hermanos del Bebe de Rosemary.
D) Dinero caído del cielo como lluvia de sapos de Magnolia.
E) Violencia domestica entre aliados como en Un Plan Simple.
F) Competencia feroz como en Rollerball y Running Man.
G) Final favorece al (aparentemente) más pendejo como en Sospechosos Habituales.
H) Patetismo costumbrista Felliniano.
I) Cuchillo de Norman Bates.
J) Latin Lover chulesco.
K) Gordito de la pandillita.
L) Bizco tramposo.
M) Subnormal bueno, patriarca malo y esposo feo.
N) Loca Academia de Policía Ibérica.
O) Infierno en la torre y terremoto.
P) Desenlace: dos bribones tras la esmeralda perdida.
10) Being John Malkovich. Spike Jonze. Alicia en el país de las neurosis contemporáneas. El factor fama y la crisis de identidad desde la óptica de un esquizofrénico adicto al ácido. No se podía esperar menos del productor de Jackass. Spike prometió y cumplió.
Otros renglones
La más lacrimógena: empate entre La Viuda de Saint Pierre y Bailando en la Oscuridad.
La más demagógica: empate entre La Viuda de Saint Pierre y Bailando en la Oscuridad.
Mejor montaje: Requiem For a Dream.
Mejor Banda Sonora: Molino Rojo.
Bodrio del año: Manuela Saenz.
Mejores créditos: La Comunidad .
Mejor película fantástica: Un Plan Simple, Los Otros, Cubo, El Espinazo del Diablo y Requiem For a Dream (Increíble año para el género).
Mejor película de aventura: El Tigre y El Dragón (También le mete al fantástico).
Mejor película de acción: Snatch.
Mejor película política después de Kadosh: Antes que Anochezca.
Mejor comedia del año después de Las Locuras del Emperador Bolivariano: La Familia de mi novia.
Mejor película gay: Krámpack y Antes que Anochezca.
Mejor broma gay: Gotas que caen sobre piedras calientes.
Cálculo gay aleccionador: Billy Elliot.
Bazofia historicista del año: Volaverunt.
Mamotreto historicista del año: Enciende el Sabor con Vatel.
Asiática del año: Shower.
Drogómana menos moralista: Desierto.
Quincalla audiovisual: The Cell.
Cautiva intensos: The Cell y La Leyenda del Marqués de Sade.
Engatusa culturosos: Descubriendo a Forrester .
Pornográfica: Romance X .
Documental: Super 8 Stories, Falta un Detalle y Venezuela Subterránea.
La peor del año después de La Viuda de Saint Pierre: The Blair Witch 2.
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