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Christina sucks, Britney swallows


Jarvis Cocker, vocalista de Pulp, afirma durante su presentación en el festival británico de Glastonbury del año ´98 que los festivales son acerca de la libertad de elección. Esa es la base que sostiene el agrupar en un mismo concierto almas tan disímiles como Suzanne Vega, Beck Hansen, Sting, Manu Chao y P.J. Harvey por sólo mencionar ejemplos. Las giras de casi todos los artistas coinciden en la nómina de los distintos festivales que ocupan el verano europeo y atraen decenas de miles de fanáticos que acampan por dos o tres dias de alcohol, comida chatarra, sol y música. Uno de ellos, Rock Werchter, donde se ha presentado gente como Radiohead y Pink Floyd, logró reunir en su edición del 2001 a más de 50 grupos, en un calendario que se extendió desde el mediodía del 29 de junio hasta la madruga del 2 de julio, con interrupciones que se iniciaban a las 4 de la madruga hasta el mediodía siguiente, para dar un respiro a los asistentes. Yo llegué casi a las 5 de la tarde del 29. En la estación de tren había autobuses hasta el sitio del festival. Luego una caminata de quince o veinte minutos de rejas tapizadas de afiches de conciertos de Iggy Pop y Patti Smith. Uno que otro repetía Christina sucks, Britney swallows, patrocinando una fiesta o un disco. La gente caminaba sin camisas, con morrales que a veces eran más altos que sus cabezas. Franelas de Deftones, Placebo y Weezer a la venta anticipaban a los invitados del fin de semana. Tres decenas o más de vendedores de perros calientes, hamburguesas y papas fritas con mayonesa delataban la naturaleza neerlandesa del evento. Coca-cola, Red bull, agua, todo costaba, al cambio, mas de un dólar y ya era caro. Recuerdo que en Woodstock ´99 un frasco de agua costaba hasta 3 dólares.

En la puerta, la aglomeración de los asistentes. Deftones entraba en escena. Alzándome sobre la gente podía ver a Chino Moreno bajar hasta la multitud en las pantallas gigantes. Cuando finalmente entré, ya montaban los equipos de Tool. Aproveché para dar una vuelta: tiendas de hippies, franelas, cerveza, colas enormes para la comida, stands publicitarios regalaban lanyards con el programa del festival. En el Pyramid Marquee sonaba música electrónica, pero había decidido no saltar de una tarima a la otra, por ser esta una tarea agotadora. Error. Es una tarea agotadora, pero necesaria. Odié Tool. El vocalista no transmite absolutamente nada, la musica es monótona y la pantalla refleja las aventuras del mismo grotesco dibujo animado por una hora. Fun Lovin´ Criminals hicieron que la gente agitara un poquito la cabeza con las canciones populares como Barry White y Scooby Snacks, pero más nada. Todo esto mientras en la otra tarima Goldfrapp, Talvin Singh y Buscemi daban un ambiente de fiesta a la pirámide de lona.

A las 9:30 y con el sol aún brillando se subió a la tarima la estrella del día, Manu Chao. La gente se agolpaba frente a la tarima y pululaban franelas amarillas con el mensaje Próxima estación, Esperanza. Un grupo de mexicanos estaban en la primera fila sosteniendo una franela de Hugo Sánchez y una bandera. El concierto fue casi idéntico al ofrecido en el estacionamiento del C.C.C.T. o quizás un poco más corto. La diferencia, la importante diferencia, es que acá, nadie dejó de brincar un segundo. En perfecto español nivel I, todos gritaban “¡Por la caretera!”. Cerró el largo popurrí de temas solitarios y de la Mano Negra (The Monkey, Machine gun) con una enérgica versión de Mala Vida. Luego, la indecisión: tomar el último tren de regreso, ver a Hooverphonic o a St. Germain. Un cansancio general me llevó a buscar el tren. No lo logré. Regresé un par de horas más tarde para ver el revival de los Stereo MC’s y a Roger Sánchez. Los primeros no se pueden despegar del éxito de Connected, pero siguen siendo una buena banda, el último, es un DJ que aún con un trabajo impecable, pasó sin pena ni gloria. Cuatro de la mañana, pronto saldría el primer tren.

El sábado llegué casi a las cinco, de nuevo. Me arrepentí de no haber visto de Ben Harper sino los diez minutos de cierre. Luego vendrían los Black Crowes, a quienes interrumpiría por ver a Suzanne Vega en la pirámide, con el perdón de los rockeros. Suzanne tenía un concierto sencillo. De dos guitarras acústicas y una voz dulcísima. Interpretó muy poco de su último disco, para dar espacio a los clásicos. Luka, Song of sand y la historia de David frente a Goliath que cuenta Rock in this pocket con cierta picardía. De vuelta al main stage, Beck. Junto a Manu Chao, P.J. Harvey y Weezer, Beck, fué uno de los mejores performances que alcancé a ver. A las 7:30 entraron a escena los músicos más extravagantes que existen: un guitarrista con capa de super héroe, un bajista que recuerda al Kramer de Seinfeld pelean por el protagonismo con Beck Hansen, el único cantante que brinca más que Jay Kay. Devil´s Haircut, Mixxxed Bizness, Loser, Where it´s at, The New Pollution fueron coreadas por el gentío mientras el líder de la banda hacia piruetas. Nobody´s fault but my own encabezó los ratos de calma que interrumpió el “Hammertime”. “Are you ready for hammertime?” gritaban los músicos y empezaban a correr de un lado al otro del escenario al ritmo del bajo y la batería. Tras el cierre, el baterista se sienta como un buda que fuma un tabaco inmenso y los demas bordean el área con cintas policiales de prohibición de paso. Ahí se terminó mi día, con Sting y Laurent Garnier por delante.

El domingo a las 3, un Weezer apoteósico en la pirámide. Decían sentirse bien porque a la sombra de la lona, la oscuridad del día en la segunda tarima semejaba la noche en la tarima principal. Debía haber poca gente viendo a Anouk, porque Weezer puso a brincar a muchísima más gente de la que cabía. Una W luminosa servía de fondo para Brian Bell, que no se quitó nunca el paño que le rodeaba el cuello y para Matt Sharp que no cesó de brincar con el bajo en la mano. Aunque los temas nuevos fueron bien recibidos, las más aplaudidas y brincadas fueron el trío de su álbum debut, Buddy Holly, the Sweater song y Surf wax America. Después de Weezer, pero en la principal, había un trío de toques que prometía: Muse, PJ Harvey y Placebo. De los tres, sólo la segunda cubrió mis expectativas. Muse, si bien era como ver a Radiohead en sus inicios, al rato cansa de tan iguales que son los temas. Y la actitud del vocalista, , es la del carajito del liceo que tiene un grupo de rock y siente que todos los demás son unos perdedores. Placebo es absolutamente insoportable. La música en vivo es estridente a propósito. Además de tardar al menos 40 minutos para preparar un escenario perfectamente común, la presencia de sus integrantes en la tarima era casi insultante, era como si te dijeran con sólo estar ahí que manejaban un porsche y tenían una novia top model. PJ Harvey era el otro extremo del espectro. PJ Harvey, zapatos de tacones con la bandera norteamericana bordada en lentejuelas, abrió su set con Mansize, del Rid of me y This is love y Good fortune, ambas del excelente Stories form the city, stories from the sea. Del To bring you my love, sólo tocó Down by the water, una versión bastante más cruda a la que sentí que le faltaba algo. Durante un tema del último disco, que me pareció sonaba perfecto, paró la música, le lanzó una mirada al bajista y presentó a Mr. XX YY in the Alter-tuned bass. Risas generales mientras el tipo afinaba. No se había dado cuenta. Polly Jean Harvey demostró profesionalismo con un concierto casi impecable y una cercanía al público que quizás se hizo más notoria por las “estrellas del rock” que la rodearon desde su empíreo.

Por supuesto, como afirma Cocker, puedes elegir ser un imbécil. Así, había golpes, insultos, burlas en la tarima de las bandas emergentes, gente que corría tropezando bruscamente a los asistentes que descansaban en el suelo, tipos orinando la grama donde otro se recostaría a descansar al rato. Pero es sólo parte de la experiencia. Con Faithless al cierre, fuí a tomar el tren. Ese lunes era mi primer día de trabajo.



Fotos: www.lomo.be , www.interjrs.com

   
     


¿En qué anda Sur Carabela?


No por casualidad coinciden la primera fé de erratas y la primera entrevista de esta sección. Ambas, por supuesto, sobre Sur Carabela, de quienes fue reseñado el disco Debut en el número 32 de esta revista, reseña en la que se mencionaba que los integrantes originales eran Valeria García y Oswaldo Rodríguez. Pero en medio de la charla con la banda, me sentí como unos de esos personajes que Fernando Sex y Guillermetal reventaban en su sección “La rodilla pelada” de los años mozos de Rockadencia, al saber que la vocalista original era Verónica Nilsen (argentina, según recuerdo) y que abandonó el proyecto mucho antes de la grabación del disco. Pero no sólo hubo correcciones el domingo 5 de mayo, después del toque en la J.F.Ribas del TTC. Oswaldo también nos comunicó los planes inmediatos de la banda. Sur Carabela se encuentra trabajando en un disco nuevo que se espera que aparezca en enero de 2003 y muestra de ello son los temas Ocean, Péndulo y Some day (uno de ellos dedicado a Cayayo y otro interpretado por el guitarrista), que se dejaron oir en una sala casi llena, junto a los temas más emblemáticos de Debut, como Sur Reciente, Deal (una vocalización excelente de Valeria), From us to us y Lejos de aquí. A Bambi le aceleraron los beats y la presentaron con un “La hora Disney” que fue casi el único comentario que se oyó. Esta distancia entre el público y la banda la asigna Oswaldo al tipo de música que hacen. “El género de música que hacemos crea una atmósfera densa, y con ella nos comprometemos”, dice el encargado de teclados y programación. Valeria, la dulce voz de la banda, confiesa que un monitor fallido y estar algo enferma la tenían nerviosa. Pero ambos coinciden en que la banda esta adquiriendo experiencia y eso se traducirá en un mejor manejo de la escena.

Aparte de los toques en Caracas, nos informaron extraoficialmente que empiezan a trabajar en la internacionalización de la banda, que dado el tipo de musica que interpretan era el paso obvio a dar. Se enfocan en México y Los Ángeles, pero no descartan Europa como posibilidad de mercadeo. “Estamos fogueándonos para cosas grandes”, comparte Oswaldo, en un tono fresco. Valeria, del mismo modo, alaba el nivel de integración de la banda como una de las fortalezas más grandes y remarca que no es fácil reunir tanta gente con “buena vibra”, como el experimentado Wincho Shaëfer, que entró al grupo luego de que Argel, ex vocalista de PAN, les informara que tras la disolución forzada de la banda a la que ambos pertenecían, estaba desocupado.

Es agradable ver que musicalmente se sienten libres. Que en vivo, el primer concierto fue casi reproducir el disco, mientras que ahora experimentan y enriquecen los temas. Sur Carabela está creciendo.

No me queda sino esperar, dado lo placentero de esta primera experiencia como entrevistador, que cada vez haya menos erratas y más entrevistas.


Foto movida de Sur Carabela: Orlando Verde
Foto sharp de la entrevista: Tatjana Sledzinski

 




 

Dato del mes

Summertime, compuesta por George Gershwin en 1935, con letra de Ira Gershwin y Du Bose Heyward, para el musical “Porgy & Bess”, ha tenido muchas versiones a lo largo del tiempo. Cuatro de las mejores han sido, he aquí los cuatro datos del mes, la clásica versión de Louis Armstrong con Ella Fitzgerald que forma parte de la grabación de Porgy & Bess, la salvaje versión de Janis Joplin, la versión trip hop de Morcheeba para el compilado Red Hot + Rhapsody y la versión ska instrumental de The Hi-hats. The livin’ is easy.