Manifiesto Aldeano

            Quand le monde será réduit en un seul bois noir pour
            nos quatre yeux étonnés,- en une plage pour deux enfants
            fidéles,-en une maison musicale pour notre claire sympathie,
            je vous trouverai. Arthur Rimbaud
    I
    Lo que ya no queda es tiempo, friend,
    papel amarillo sobre la carne, cenizas,
    mar o desierto, el cuerpo es polvo.
    En un principio fue la caverna,
    el hombre dibujó sus sombras
    Después vino el fuego,
    calor y luz sobre las tinieblas.
    Vamos, pobre amigo, frota, frota,
    las nubes son la ostentosa prosa
    y no dejan ver la poesía.
    ¿No te dice nada tu corazón









        II
        La tierra brota, y lo que transcurre,
        se escurre.
        Lo que nace del alba, tal vez perdure
        en la penumbra de otra puerta,
        o en la callada copa,
        y lo que la mano ingenua dilapide,
        será agua de un río que no conocerás.
        Los ríos nos devuelven los muertos,
        boca arriba, sin esperanza.
        Los desaparecidos un buen día nos visitarán
        y nadie pasará bajo los puentes
        sin ser visto.










          III
          El que no busca, encuentra,
          —en este paraíso perdido—
          de agujas y pajales.
          Praga es una esperanza,
          una rama recién cortada,
          repetirá viejas espinas en cruz,
          para antiguos rosales,
          más acostumbrados a la lluvia,
          que al ocioso rocío.
          Santiago es gris en primavera
          y bajo el plomo,
          renacen las nomeolvides.
          Es un río, nace y muere
          donde crece el olvido.
          Fluye negro el luto,
          alguien parte,
          un poncho es arrastrado
          en el último de los infiernos.









    IV
    Perdona la franqueza, friend
    no sólo de bananos vive el mono
    y el alma no se alimenta de papas.
    Fría la mañana, frío el cuerpo.
    ¿Quién arma esta hamburguesa de hierro
    y papas fritas, en la nueva ciudad,
    donde el sol es sombrero de todos
    y la poesía viste las ligeras pálidas ropas
    que las ninfas usan para el sacrificio final?











            V
            Publicidad/ marketing/ justo a tiempo/
            el neón brilla, ilumina por su ausencia,
            la Bella expresa sus encantos,
            en el pequeño rincón de la noche:
            verde/azul planeta/ gira la mirada,
            como un espejo cóncavo,
            fina la gillette sobre la cara,
            el odio es una araña muy ocupada en sí misma
            y la mañana un graffitis,
            donde la Historia roba cámara o le da la espalda
            a un presente frívolo, ensimismado.
            La incertidumbre busca empleo,
            ciega mariposa revolotea el bastón
            de la mano de un gurú.
            Por ahora exhibe sus magras carnes
            en una pasarela de Tel Aviv,
            impudicia imperdonable,
            sonroja la mirada de una madonna de Modigliani.
            Su futuro estaba escrito
            con tinta indeleble en el muro de Berlín,
            piedra filosofal, cantera de todos los males.
            El mercado, lobo de un sólo aullido,
            convocaba a la luz de la luna,
            el brillo de esta nueva estrella.
            Tú veías el mundo que dejaba el muro
            como el reverso de una bóveda celestial.











    VI
    Pasos mendigos,
    la miseria pide permiso sin asco,
    para sentarse a la mesa del siglo XXI,
    y permanece convidada de piedra.
    Ella no ignora su liderazgo.
    En esta comedia, Virgilio
    no puede ver más allá de sus narices
    y Beatriz se ha dejado crecer uñas y cabellos,
    pide limosna en el Paseo Ahumada
    para una prima que vive en Boca Town,
    con un diente de oro, que es todo lo que tiene
    en este reino de chatarras
    y frambuesas agrias,
    paraíso donde la pobreza construye su casa condenada.









    VII
    Becerro de humo y moho,
    la poesía invoca una nueva alquimia,
    pero lo que sale de tus manos
    y tocas,
    tiene el sordo chasquido
    de una campana desvencijada.
    La poesía es deuda
    y no letra vencida.
    No todo lo que arroja el mar es espuma,
    Vallejo, la poesía nos conduce
    por sus propias aguas,
    y es cóndor de muchas plumas.
    Words strain,
    crack and sometimes break, under the burden.











    VIII
    Conde, Conde no ha sido olvidado,
    su sangre azul es más roja
    que la negra tinta de sus Cantos.
    El dolor, es tal vez,
    el más grande de los placeres.
    La poesía debe ser hecha por todos.
    El verso es peón de su propio esfuerzo,
    y el poema, alfil, peso lábil de la memoria.









    IX
    Oh ciudad, acuarela entre dos océanos,
    el futuro está huérfano, —me dices—.
    ¿Cómo puedes decir—me pregunto— que eres feliz
    con estos dolores, donde la náusea
    duerme en una plaza pública
    con permiso municipal?
    Hacia el mar te empujó la historia,
    (árbol que nace torcido,
    semilla que se la lleva el viento).
    Un siglo en one way, amiga,
    es hora de convertir la vía en puente,
    y salir del callejón sin salida.







                X
                A la poesía ya no la sostienen ni las palabras.
                Buscas un andamio y sólo polvo, Quevedo,
                mas polvo enamorado.
                Homenajes en medio de un romance frío,
                Nueva York, Panamá o Santiago,
                manicomio para una Babel,
                — sin palabras me dices—
                cuando alguien recoge sus pasos,
                como si fuera mi destino.
                No es azar,
                sino desencuentro.
                Lo que queda del futuro,
                alguien ya se lo ha jugado.




    XI
    Mi corazón está en Florencia
    y no comprende el exilio del magnífico rencoroso.
    El taimado de Abisinia,
    prefirió la gangrena a la poesía,
    el pavoroso temblor de su página iluminada,
    el siervo negro y no la palabra esclava.
    ¡Hey, aun toco tu hombro!,
    pareciera decirnos su asombrosa
    palabra adolescente.









                XII
                La poesía postmoderna brota de un taxímetro,
                marca kilómetros ya recorridos,
                viaja en góndola, y no es Venecia,
                —Pound su moneda corriente—.
                Sube por los viejos ascensores de Valparaíso,
                y no es pasajera, sino prisionera de su dolor.
                Rema la rima, la forzada agua de algún río,
                pero el verso libre navega el pardo Sena,
                —Baudelaire, Rimbaud y Verlaine—.
                Nada, ni nadie mejor que su hondo frescor,
                para arrancarle el hueso y las plumas
                —si fuera necesario—a la página en blanco,
                el ronco silbido de la espuma
                o las pesadas alas negras
                de algún cuervo que anida la tinta de sus palabras.
                La poesía no es hoja de una sola parra,
                pero nos complace que la nuestra,
                siga dando frutos.
                La poesía es cerradura violada,
                como dice el poeta de estos y otros sueños.









        XIII
        Busca tú la pista en la autopista,
        acelera en las curvas, vuélate los altos,
        dobla a la izquierda, frena en amarillo,
        deja en la desprevenida guantera
        el lubricante de la felicidad.
        Sé mi suicida por esta noche,
        donde el cuchillo afloja sus metales
        y la pasión es el laxo pétalo que no cae.
        Tú ya no te incluyes en este juego,
        negro/amarillo/el techo rodando
        sobre el asfalto/dormido/bufando
        frente a otros automóviles.









    XIV
    La luz roja fija la ciudad.
    Una estampa con el Puente
    nos basta para reconocerla.
    La vieja Torre asediada,
    no vislumbra mejor destino
    que su pasado:
    la piedra le ha sido más fiel
    que la moderna ciudad.
    El agua fluye del dulce río al salado mar,
    sin ignorar que los sueños nacieron
    antes que la ingeniería.
    Alguien pide una pizza a esta hora
    y no es precisamente Roma.
    Viaja en moto y aun va a tu domicilio,
    a riesgo de un pellejo que le pertenece
    —al vértigo de la calle—.
    El inocente desafía el reloj,
    es una encomienda más del mercado
    y no le espera ni una propina.









    XV
    El ciberespacio hace click en la cabeza,
    de un chateador,
    se multiplican las ciudades en la red,
    la soledad gana nuevos amigos,
    la vida y las palabras disparan la noche,
    infinita es la belleza que imaginas y no ves.
    En algún punto,
    Penélope teje y desteje,
    un poema que Borges,
    le envía a ciegas,
    como cantos de sirena,
    a un editor llamado Ulises.









XVI
¡Ah!, mundo global, frenesí
al que tu accesas, —perdona la palabra—,
asida a un tobogán, con tu trajecito provinciano,
dispuesta al flash, como la noche,
luz que ha de relampaguear,
alba de algún gallo,
que nos traicionará con su canto.
¿A dónde van los destellos con su río de luz,
si no es a morir al negro mar?
Quizás nosotros, Tralk,
enterraremos el sol en el bosque
ya deshojado.









    XVII
    Nos vasta el vértigo de la soledad,
    un vidrio empabonado que nos finge una mirada,
    una estación cualquiera, lejana,
    sin pasajeros,
    donde los rostros se repasan
    y los devuelve el viento solitario,
    que mide la pequeña Historia.
    La vida es shopping, un museo,
    un subterráneo en la estación fugaz
    propaganda, propaganda,
    una mueca que no deja ver las encías,
    sino el inconfundible destello de la incertidumbre,
    tránsito, hombre, sólo tránsito
    y con ello no quiero ocuparme nada más
    que de tus plazos fijos,
    sino de la insondable bóveda
    de los fracasos.
    (El crédito lo resiste casi todo,
    pero el mundo, el hombre,
    viejo Marx, Sartre o Nietzche,
    como quiera que te llames,
    es una vaina y no cambian).
    Círculo perfecto del día:
    y así concluye /sol o cruz/.

Panamá, diciembre de 2000

   

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