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Ladies and gentlemen we’re floating in space

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El disco más reciente de Spiritualized es una sorpresa desde la portada. Una de las pocas bandas experimentales británicas, demuestra que no son sólo una novedad musical y utilizan su empaque como molde plástico para la cara de una niña japonesa. Ya en el disco anterior, habían convertido toda la información del disco en la de un medicamento a ser aplicado por vía aural. Contenido: 1 tableta = 70 min.

Musicalmente, aunque la banda tiene una alineación nueva, mantiene una marcada relación con los trabajos anteriores. Hay temas amargos y felices, lamentos y literales oraciones de salvación. Juegan a revisitar un poco el soul, el gospel y el rock and roll. Casi todas las canciones incluyen una importante participación orquestal con la que hacen aún más complejas las interpretaciones, a ratos, nos encontramos rodeados de instrumentos que parecen ir por caminos irreconciliables y que en conjunto arman una pieza de armonía perfecta. Mientras The twelve steps es violenta y rocanrolera, de guitarra, bajo, batería y harmónica, Out of sight es melancólica y una sección de vientos enérgica acentúa el dramatismo de la letra. On fire abre el disco con piano de blues y coros, Do it all over again y Stop your crying son el lado naive del disco y el crescendo de Don´t just do something es quizás el vínculo mas directo con los trabajos anteriores.

Tan sorpresiva como el mismo disco es la gira que acompaña la presentación del Let it come down. El ambiente lo prepara, no muy bien a juzgar por la reacción de la gente, el DJ Ashley Wales, con un set de música minimalista más bien desastrosa. Mucha gente salía del Hof Ter Lo de Amberes a tomar una cerveza, muy pocos estaban dentro y daba la sensación terrible de llegar primero a la fiesta. La tarima está a reventar, en la penumbra es difícil distinguir entre los aparatos que la pueblan. El público es variopinto, pero se hace frecuente ver franelas raídas de la gira del disco Pure Phase y las franelas nuevecitas de esta gira que hacen brillar el rostro de la japonesita en la oscuridad.

Tras muchos problemas técnicos que prolongan las presencia del DJ Wales, al fin entran a la tarima los catorce músicos. Siete conforman la sección de metales; bajo, batería y una percusión que incluye un xilófono; teclados y tres guitarras incluída la del líder de la banda: Jason Pierce, a.k.a., J. Spaceman. El setlist está pegado en el suelo y todos saben que el concierto arranca con dos cortes del Ladies and gentlemen we´re floating in space: el blues de Cop shoot cop y sus violentas interrupciones se prolonga por cerca de quince minutos y se enlaza misteriosamente con una muy ruda Electricity que extiende su final con una descarga que recuerda a Sonic Youth, de estroboscópicas y golpes inclementes a los instrumentos. Las luces entran y enceguecen y aún desde el borde de la tarima cuesta darse cuenta del momento en que la descarga de Electricity cambia a la melodía dulce de Shine a Light, que implica al menos el cambio de todos los pedales (uno de los guitarristas tiene de un momento a otro una guitarra distinta) y sorprende a todos a juzgar por los fuertes aplausos de una sala a medio llenar.

Busco en el setlist mi favorita, No God, only religion, pero no esta. Mejor así, no hay nada tan desagradable como esperar durante todo el concierto una canción que no llegará. Electric mainline es sostenida por los tres guitarristas con el mismo ejercicio de prestidigitación en distintos trastes en un intermedio instrumental seguido por el rostro casi inexpresivo de Spaceman durante las ligerísimas variaciones vocales de Out of sight, que en vivo es avasallante, y On fire.

En ese momento, me confunde que una de las guitarras con el overdrive al máximo imita lo que hace una sección de cuerdas en No God, only religion. Reviso de nuevo y allí está, escondida bajo las iniciales NGOR. Redobles imposibles de batería, la gente grita “Excellent!” pero Pierce sigue en silencio, recibiendo aplausos inmutable. El primer segmento termina con una Don´t just do something grandiosa y el encore con una brutal Come together. J. Pierce se despide con un parco “Thank you”.

Los aplausos los traen de vuelta. Entra Spaceman de último aplaudiendo al público que ha gritado sin cesar por casi diez minutos. Fuera de programa, interpretan Lord can you hear me, el outro del Let it come down, para cerrar un concierto impecable.



Fotos: Roland Devereaux.
Yoko: Roland Devereaux, sobre molde de Don Brown.

   
     



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