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Visiones delirantes (como energía)

-(dedicados a Christian Rodriguez).-


Tatuajes : (Proyecto : máquina naif)

Tatuaje (1) : Desde las violentas inflorescencias hembras y de los prismas del caleidoscopio en la duplicidad inquietante de la mirada son las historias extrañas de ángeles y demonios que mis gestos reflejan, mientras camino Caracas descompuesto por la tarde. No sé, es jueves y el sol quema mis brazos. Soy el perseguidor y mi muerte es aparente.


Tatuaje (2) : En la reverberación zoológica de las mariposas sobre los prados sólo ha quedado el tic de falso paisaje en el cielo y el abismo de luz y nácar marino grabados en unos bíceps delirantes entre los folletos de la ausencia y el kitsh de una lluvia contra el desgarrado halógeno de la avenida.


Vitrales : Entre la consagración de mi silencio y el sensual cinísmo de los pájaros siempre hay un testigo que contiene la respiración. Ahora, los sonidos de la ciudad son los desiertos de mi mente.


Cielos Altos (como lenguaje de abanicos) : Estoy santificado por el delirio de unos pájaros obsesos como hostias sobre rostros relacionados con cielos de arena y columpios que hieren la piel envueltos por el cilicio de unos rezos durante la noche y el tecnicolor del caleidoscopio de la velocidad de Dios en mi solo en la ciudad de las violáceas.


Configuración para una música imaginaria :

1) Soñar con flores y personas que cruzan un puente/mi memoria es la neurósis de las gaviotas/al amanecer.

2) Carrusel/miles de abejas muertas secas por el sol dentro de una habitación/todo como un cortometraje.

3) Desgarro en el campo de las mariposas/aúrico el plumaje de los pájaros entre las voces circulares de la cicatriz/la ausencia como aire anterior.

4) La velocidad como metáfora de los violentos/todo para avenidas vacías entre el dibujo de un caballo real y otro imaginario.

5) 2 disparos como eternidad entre el incienso y la líbido de mi piel/fotografía de un hombre en el desierto derramando algo.


Vitrales : Tiempos de perdición./de brillantes ciclistas en las autopistas de las tardes sin límites, en donde el límite soy yo mismo detrás de las gaviotas y entre las palmeras del miedo.


El tránsito de San José (Proyecto : 7 días en la mordida) : Desde las crisálidas de la energía vueltas alambres en mi mente para remendar los oleajes de mi carne sobre un puerto de aire detenido como la música de una radio en la flexibilidad de un atardecer.


Grafía de la mariposa (mejillas contra el cielo) : Revoloteo ondulante que corrompe los rayos del atardecer en Caracas envueltos por la submúsica del color sepia de la postal entre la vibración de las mórbidas.


El silencio como foto finish del caballo : Carmen, Luisa, Mario y José si los mejores del ´90 queridos cielos del desierto abajo la bendición de los campos, mírame el beso de mi madre ya que el rezo fue máscara entre las cordilleras.


Visiones para un aire delirante (Proyecto : lenguaje para la transmisión de la energía) :

1.- Hola Heart Beat..!!./ Hola Rastaman..!!.-

2.- Oraciones./Trepanación./Goce aéreo.

3.- Amapólas fijas para rescatar la velocidad en la invulnerabilidad de los parques./El ciego y una escopeta como elementos radiológicos dentro de un libro de primaria.

4.- El pensamiento es producto de la desnudez, la risa y las lluvias del verano./Todo contenido dentro de un sobre azul cerrado.

5.- Playas y todo se reduce a un gesto de despedida./Aquí el gesto de despedida es un concepto de aire anterior para que la visión de la playa pueda ser real.

6.- Busco una palabra que pueda unir los vocablos pato y alarido./Podrá ser caravana ¿?

7.- Destapar la loción de afeitar como mecanismo cotidiano contra el desamor./Pues, une silencio con ocupación lo que resulta en una nueva imaginación y la manifestación de una nueva idea.

-Marcelo Seguel Bon
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Ella entró. Se detuvo, ni cerca, ni lejos. Se dio vuelta.

No alcancé a definir su mirada, ni sus uñas, ni su cuello. Con disimulo, busqué el ángulo correcto, ayudado por el reflejo del vidrio. Ella se apoyó del tubo de metal, y parecía querer arrancarse un pedacito de pellejo del dedo pulgar, justo el que sostenía el boleto.

Dejé de mirarla. Observé el techo, los avisos publicitarios, el piso de goma anti-resbalante, sus sandalias.
Estuve tentado a cederle el asiento. Deseché la idea de desmayarme a sus pies. Me concentré en las pelusitas que pendían de su suéter. Pude ver entre rendijas su piel distante, memorizándola.

Próxima estación. La puerta se abrió. Todos escuchamos la señal. Ella siguió allí.

Me asusté con la posibilidad de que se bajara en su destino. Decidí seguirla y, en ese momento, ella acomodó su cabello detrás de las orejas, mirándome.

Mirando exactamente en el mismo punto del reflejo que yo estaba mirando.

Tontamente, desvié la mirada. Sé que he de arrepentirme toda mi vida por eso.

Qué importa.

-Gustavo Mérida.
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