La viuda de Saint Pierre

Dir : Patrice Leconte. 2001

Esta lacrimógena película es un melodrama con mensaje. Divulga una aleccionadora moraleja : en el fondo de un condenado a muerte, hay un ser viviente entrañable, caritativo como San Nicolás y amigable como Piolín. Para comprobarlo la película no escatima recursos y minutos. En una secuencia larguisima, el dead man walking jala con un bote el barco donde se encuentra la guillotina que le convertirá en decapitado. Con entusiasmo infantil trabaja sacrificadamente a cambio de unas cuantas monedas. El tipo es tan bueno que no se gasta un peso de lo que gana. Todo lo ahorra para dejárselo a su familia. Como estamos en una película patriarcal, él intuye que sin herencia su esposa carece de futuro seguro. En consecuencia, no para de laborar hasta que le cortan la cabeza al final del film.

En otra escena perpetua , una casa rueda encima de algo parecido a una patineta de King Kong. Sobre el home sweet home va montada un madre de familia. Ningún personaje se pregunta : ¿ qué carrizo hace esa doña ahí ? En cambio parecen sentirse cautivados con la surreal idea de una residencia movible coronada por una madame. Inevitablemente surge la desgracia, el primitivo motorhome cae por una pendiente, convirtiéndose en la primera casa fuera de borda de la historia del cine. Mientras, la madre de familia no se inventa una a lo James Bond, sino arma el berrinche, en conformidad con el discursito machista que el film promueve. Ella gime y patalea, en tanto la casa patina. Paralelamente la música se pone incidental. El director, como es un zorro del cine, dilata el momento en un alarde de maestría Hitchcotiana. La escena se resuelve a lo Superman, el condenado salva en extremis a la madre de familia. Corilin colorado, ¡qué dramón tan trillado!

   
     


Romance X

Dir : Catherine Breillat. 1999

De pornografía blanda y conceptual va esta película con intelectual sadomasoquista de por medio. Film no apto para neuronas adocenadas, Romance es una suerte de sacudón a los cimientos de nuestra higiénica y puritana sexualidad. La protagonista, como un personaje Sartreano, cuestiona desde su aburrida relación de pareja con su oligofrénico novio, hasta los códigos del hard core. La chica concluye, en uno de sus tantos monólogos, que ese genero de señoritas voluptuosas y machos bien dotados, dispuestos a retozar con cualquier cosa que se mueve, es poco menos que una farsa, privada de afinidades con la sexualidad corriente. La idea es una sentencia manida, nadie puede dudarlo, pero como el personaje es creíble, y su drama está bien narrado, se tolera la catarata de frases lapidarias que pregona durante el metraje del film. Los tiempos muertos, abundantes, y el clima de melancolía que domina cada escena, le aportan una atmósfera singularmente enrarecida a la película. Uno percibe la desesperación del caracter principal , identificándose con su tormento existencial. Como en una película de Cronenberg, uno avizora el final infeliz, pero Romance da un giro inesperado hacia su conclusión, decepcionando a quienes esperaban la tragedia, y asombrando a quienes celebramos los deux machina libres, paradójicos y apocalípticos.

   

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