Cartas de Vuelo

9. ANIMAS DE GUASARE PARAGUANA EL MAR Y EL CIELO ERAN BLANCOS TODO ERA BLANCO CIEGOS Y TODOS PINTARRAJEADOS A PESAR NOS CREIMOS INMORTALES EN LA VIOLACION ENLOQUECIDA DE DIOS.///Frágil la desnudez en la transparencia/frágil la mirada ardiendo en el espejo-ahí un ojo puro de aire dentro de la flor en un vuelo directo a su piel/(despertándola avíspa en la penetración). EL MISTERIO PARADOJICAMENTE RADICA EN LA VELOCIDAD.// El pasar de los años, ese hilo que le atravieza de oreja a oreja en la lluvia no impide que la flor en pensamiento de oxígeno (¿??) entre en ud y lo lleve, finalmente, en este viaje en lo interrupto/ud mismo será la flor en otro viaje-sobre otra piel./// Otro argumento más eterno. Poco a poco, vamos olvidando el esqueleto (dejemos que se hunda en esas playas silenciadas por el dolor del hombre).// La razón le impide ver la fisura en el horizonte-el pétalo saliendo de otro pétalo más alto. Poco a poco, vamos olvidando esa tarde en que ud cruzó el río ó el río entró en ud dándole otro tiempo-otro cuerpo (el cual habita hoy).//// Nunca olvidé el sonido de los remos entrando en ese río. (¿Qué habrá sido de el espejo?).

10. LAS GRANDES HERIDAS RETUMBAN SOBRE ESTOS CAMPOS DEL OJO DE DIOS ENTONCES EN ESOS DIAS DE LA NO GRAVIDEZ APARECE MI HERMANA LA CLAUDIA CORRIENDO DE ESTE A OESTE PERDIENDOSE EN EL EPITELIO DEL AIRE./// Porque estos ojos que nunca te vieron te buscan entre aguas insomnes/te buscan más allá de la ceguera de las flores.// ENTRE AGUAS LA VELOCIDAD DEL SOL.// Te busqué subterranea porque mirar el cielo nos hacía llorar, te acuerdas que te lo dije esa vez bajo los cielos matemáticos de Idaho.// Nubes infinitos caballos y piedras y pueblos y ríos/ríos telegráficos sobretodo reflejando este cielo que se hunde en el frenesí de los números-Creí verte en el incendio/tú perdida revelando la secreta obscenidad de las rosas marítimas. Te ví, ir y venir hasta que la luz de la madrugada nos devoró/la luz sobre tu carne amoratándola bellísima./// CLAUDIA: DESPUES DE LOS ANDES; LA FRAGANCIA.

-Marcelo Seguel Bon

(del poemario "Los Paisajes Imposibles")

   




Morir y ser enterrado en un cementerio anónimo cerca de El Manglillo. Mis únicos visitantes, el sonido del mar y viudas de doscientos años imposiblemente vestidas de negro en tardes de treinta y cinco grados centígrados.