¿Para qué abrigas al niño con mantos infames
si el yeso no puede sentir frío?
Quiero que mi suicidio sea ejemplar I
Un abismo se abrió en este espacio de respiraciones mezcladas
Queda la sangre que calma la sed
Y el dulce degüello de sonrisas intransitadas
Y me gusta mirarte hasta que los ojos me hiervan
Hasta que la historia se devuelva
O hasta que a la muerte se le ocurra sorprenderme
Miel
Líquido nauseabundo
Necesito de ti
Las larvas que digieren tus ojos
Y verlos verme
Porque los gusanos
Como la rapiña
Son nuestro mejor espejo
Vivos
No hay animal capaz de envenenarse con nuestra sangre
Si escucho una sirena
Le apago el canto con mi sexo para buscar su belleza en la más hermosa oscuridad:
El Silencio
Y un lobo ha desafiado a la luna
Intento de escape animal dependiente
Todos los héroes son viajeros.
La flor, agonizante, esperaba su llegada detrás de la puerta y ayer en el espejo, vio que el recuerdo
Era una bestia circular, forma prefecta, pero inestable.
El héroe, al volver, vio cómo su flor le daba vida a clavos que atravesaban su sexo.
Entonces gritó, pero no pudo contra el silencio.
La flor
Saltó de su agonía sabiendo que su héroe muerto aun vivía.
Porque los clavos no sellaban la entrada,
No usurpaban su lugar,
Detenían la parte de él que había quedado dentro.
Quiero que mi suicidio sea ejemplar II
Una pared intenta detener el carácter indoblegable de este animal
Mi piel murió embriagada de sueños
Hay tres fantasmas danzando en la oscuridad
El único reflejo del sol
está en mis ojos
tengo los oídos asfixiados con el sonido de mis huesos
triturándose
y una virgen azul acaricia sus senos
sus ropas me envuelven y ahora soy el niño que está en su otra mano
mordiéndose la lengua para que no salga
Una vez
Cuando la noche palideció en mi manos
Vi cómo el viento se adhería a mi espalda al correr
Evitando su muerte llenándome de más oscuridad
Justo cuando mis huesos pedían a gritos
Su retorno a la tierra
El mar me pertenece
Pero sólo de noche
Donde me reproduzco entre el pánico y la luna
Jugando a alimentarme con los senos de Hécate
Vasos de fuego donde danza la muerte
Enamorando a la locura
Un corazón, que alguna vez dio vida a un cuerpo femenino, salió de su propio cuerpo viéndose a sí mimo asediado por millones de larvas que amenazaban con devorarlo.
Regresó a su cuerpo para darse vida con sus latidos y poco a poco iba cobrando vida y con igual lentitud le iban creciendo alas.
Así se convirtió en un ave roja con alas azules y voló tratando de llegar a lo más alto del cielo; hubo un punto en donde no podía soportar la presión de la altura y casi desmayado, cayó en un profundo letargo, como en un éxtasis infinito que le permitía ver cómo su dueña, su protocuerpo, se había convertido en una nube que avanzaba a pasos tan inalcanzables como sus metamorfosis.
Trató así de ver como hablarle, de hallar un verbo que sirviera de puente para el reencuentro de un cuerpo con otro a sabiendas de que ya no había mayores diferencias entre ellos.
La primera pregunta del corazón alado fue por qué su dueña cambiaba tanto cumpliendo un ciclo. A lo que esta no contestó con palabras sino que la invitó a mirar las montañas, de esta manera el corazón vio ojos en las montañas y comprendió que estas eran la explosión fálica del centro de la tierra cuya única manera de sobrevivir a su inmovilidad era desafiar cada día la inviolable virginidad de las nubes que no eran otra cosa que el aliento elevado de cadáveres femeninos, retadas a terminar su ciclo sin ser penetradas por alguna montaña,
para luego comenzar de nuevo sus metamorfosis hídricas.
Pendo de sus ramas
Con la dulce incapacidad de aparecer frente al espejo
Pero entonces
¿quién es el desgraciado que está frente al vidrio?
¿y cómo sé que no soy yo?
Si me estoy viendo los ojos
Para re-crear mi memoria se han combinado las más hermosas desgracias
Selladas con la imagen de sus dientes arrancándome los labios
No quise ser el gran columpio que vive
Del misterio de sus rodillas
Ahora
Soy el trovador de los insectos
Trinar sinfónico de cuervos
Que no se atreven a mirar más allá de mis ojos
En el principio la pregunta era
Que si a mi acto respiratorio, y a la agonía palpitante que llevaba se le podía llamar vida
La respuesta vino con las alas que desgarraron mi espalda
Dejando una cicatriz
Por donde salía la luz de justificaba mis amaneceres
Quiero que mi suicidio sea ejemplar III
Sí
Quiero pegar la frente del piso (si preguntan por mi díganles que no estoy)
Allí me reclamaron por buscar telarañas para soltarme de la alambrada
Tengo las pupilas desteñidas
No la quiero buscar, no quiero ver cómo en mis manos su piel es arena y cómo salta de un lado a otro jugando a ser reloj.
En uno de esos saltos llega hasta mi boca y ya no es mas reloj sino cíclope. Muchos cíclopes que poco a poco van devorando mi lengua y van creciendo como hierba venenosa hasta que por fin no caben en ese espacio y se juntan construyendo así una gran masa que ahora ocupa el lugar de mi lengua y donde se ve mi rostro grabado y reflejado en mis dientes.
He visto demasiados unicornios mutilados
Ya los aedas no recorren subcreaciones celtas
Pero sigo siendo un animal por principio
Fuera frío
No me recuerdas luna
Cada pared devora la ventana que la hiere
No me recuerdas niebla
Siempre me encuentro con el lobo tricéfalo que vive debajo de mi cama
Lo alimento
Acaso me olvidaste noche
Cúrame tu herida
Que la cicatriz todavía sangra
Aun escucho el búho
Conversas en mi eterna noche
No quedan ventanas
Habito el pequeño espacio que hay entre el pecho y el ala izquierda
De la lechuza-cíclope que inflama mi sien
Noche
En esta jaula
Soy el único que vuela sin alas
Pero cada mañana beben un sorbo de mi sangre
Yo creaba tranquilo mis espantos en el laberinto al cual fui confinado
Y un día
Un hombre bastante insolente llamó a mi puerta
Lo vi cargado de soles y le permití la entrada a ver hasta dónde era capaz de llegar
Noté que llevaba un hilo luminoso atado a la sien y este lo guiaba a través de mi colección de oscuridades
Hice que mis rehenes invisibles gritaran para que el sonido rebotara entre tantas paredes
Y supo que no estaba solo
De hecho él venía a salvarlos como si fueran infelices a mi lado
Y tan iluminado estaba que se creyó héroe y mirándolo a los ojos
uno de mis rehenes llamado palabra atravesó su cráneo y lo dejó colgado a la pared para que sus ojos, ahora ciegos, fueran testigos de la victoria de un Minotauro sobre el máximo héroe
Tieso como drama de hierro
Bañado con las lágrimas de un sexo viudo
El frío
Servidor del metal
Detiene por un momento el grabado de las palabras en mi piel
Mírame con la lengua mutilada
Sé que este frío es malo
Y que también es malo ser
Un vaso de placer
Donde el viento favorece a las naves necrofílicas
Pero si no puede salvar mi lengua
Mucho menos mi mente
Y soy feliz
Jajajajajaja
Sísifo llegó a la cima
se está masturbando
Y sobre el valle llueven lágrimas mezcladas con restos de piel
Las reinas desfilan atravesadas por puñales de esmeralda
Y los dioses murieron
Ahorcados por sus tendones
Tengo las venas expuestas al sol
Como fiel alimento de los insectos que habitan mi cadalso
Inextiguible llama de la hoguera que se adhiere desesperada a la tierra
Arde
Poco más que las ganas de la soga con su orgasmo eólico
Cada latido
Es más desgarrador que el otro
Aquí mi boca es el encuentro de todos y de mi mismo
El esqueleto: abnegado sobreviviente
se quitó la vida
pero así me disuelvo en cada sangre en cada saliva
y he aprendido a cabalgar sobre la muerte porque soy el espejo azul que domina las tristezas
la lágrima que cae sobre cada sonrisa
ven otra vez
toca mi cabello de hojillas oxidadas
Esta habitación es ciega
Ya el suelo no palpita con el eco de mi voz
Y mis ojos
Primogénitos gemelos de esta muerte
Despliegan el sol en las paredes
Cómo correr en este espacio tan pequeño
Donde la frente roza el techo y las manos no pueden ver
Quiero que mi suicidio sea ejemplar IV
La parte interior de mi urna debe estar bordada con su cabello
Recuerdo haber visto flores
Pero cuando caminaba las pisaba y ellas me mordían
No, ellas me pisaban
Años después, cuando abrieron mi urna, notaron que a las larvas no les gustó el sabor de mi sangre; por eso, devoraron hasta los huesos dejando mis venas a su suerte.
Y ese líquido que me obligaba a vivir no se había secado.
Y había un vapor y eran lágrimas de la muerte.
Se leía en la mortaja el testamento de una virgen suicida y al leerlo violaron el sello de una caja invisible donde estaba guardado el canto frío que alteraría las palpitaciones de sus vísceras.
Tuvieron náuseas y su vómito fue combustible del fuego que aguardaba mimetizado en mis venas
Y las calcinó, y esos mismos huesos que una vez me condujeron al cadalso, esta vez rellenaron mi urna.
Qué hermoso es ver el acto homosexual de una rosa
Clavando sus espinas
En los pétalos de otra