Death to the Pixies fue un artículo pedante. Empezar de esa manera fue arrogante e innecesario, pero me basaba en anécdotas como la de Rudy y en comentarios generales, entrevistas y demás etcéteras. Ahora se anuncia la reunión de la legendaria banda y no me queda otra que cubrir el agujero en mi cultura pidiendo prestado el Surfer Rosa a ver de qué va The Pixies.
Me pasa a cada rato lo mismo: me ponen a Pérez Prado y concluyo It all goes back to Pérez Prado. Me ponen a los Beatles y me repito que debo empezar a oir los Beatles, que no basta con Come Together y Eleanor Rigby porque It all goes back to the Beatles. Hoy he tenido que repetir la línea: It all goes back to the Pixies.
Nirvana, The Breeders, Weezer, todo parece ahora influenciado por la banda de Frank Black.
Por supuesto, hago referencia al Pixies de Surfer Rosa y Doolittle, el mejor disco de todos los tiempos según la prestigiosa revista británica NME.
Y escribo esto ahora, a finales de mayo, porque ya entendí que no voy a poder ver a The Pixies en su gira actual, porque todo esta absolutamente vendido. A precios increíbles, además.
Según dicen, todo empezó con un chiste. Un sí, mañana salgo de gira con Pixies. Pero hubo interesados, hubo plata, y ahí están. Como Guns and Roses, como Jane´s Addiction, como The Doors sin Morrison. Sólo hace falta un nombre para hacer plata y la crisis desdibuja la idea mítica de que sólo la muerte crea la leyenda. Eso es Modigliani, Van Gogh: gente que murió de hambre y jamás disfrutó de un cuadro vendido a un precio decente. Pero si John Fogerty un dia amanece con hambre, basta reunir a Creedence, una pulida de imagen y vualá, la gallina de los huevos de oro is back.
Pero aparte de la tendencia criticona que quizás sea mi negatividad por haber tenido que tragarme mis palabras, que de pinga que se haya reunido The Pixies. Aunque sea sólo para una gira, porque las diferencias entre Black Francis y Kim Deal fueron creativas, no de ejecución.
Que de pinga, porque así uno se dá cuenta de la revolución que significó Pixies en su tiempo.
Porque así entiende uno como se dio ese paso intermedio entre The Cure y Nirvana. Asi reviven temas geniales que fueron ignorados por las masas. Es triste que Pixies sea recordado solamente por where is my mind? y here comes your man cuando existe una cantidad tan grande de temas históricos en tan solo unos cuantos discos. Monkey gone to heaven (sí, yo sé que esta no la ignoraron), Debaser y el mismísimo Gigantic (o el despertar de Kim Deal) son temas geniales que se hicieron tópicos de culto entre la minoría que tuvo acceso a ellos y probablemente ahora se hagan artículos de consumo masivo. Las descargas bestiales de Isla de encanta, Vamos, Tony´s Theme, Crackity Jones habrán de despertar en más de uno el headbanger que lleva escondido. Into the white nos hará imaginar a Kim tripeándose el asunto y repitiéndose en secreto: "nojoda, voy a armar una banda con mi hermana y toda la música va a ser tan de pinga como esta canción. Ya no me aguanto más a este gordito pegando gritos." Y nos ayudará a entender de donde sale Breeders. Un tema como Tame, en el que Black Francis deja los pulmones, nos hablará (y quizás no entendamos) de un tipo que en los tardíos ochenta gritaba frente a un público que no había oído a nadie gritar en una tarima, nos hablará de un grupo de gente, Deal, Francis, Santiago y Lovering, para más señas, que interpretaba su música sin la conciencia de estar creando himnos pero interpretándolos como si ya lo fueran, himnos que reviven hoy por la magia de la mercadotecnia.
Ahora ¿qué diferencia hay entre reunir a una banda para una gira y el utilizar un tema olvidado para una gira o hacer un Tributo a...? La pregunta de por sí, está mal dirigida. A primera vista diría que elegir un tema olvidado para un soundtrack es un acto de homenaje. Así lo utiliza, me parece, Fincher, en The Game, con White Rabbit de Jefferson Airplane o con el Where is my mind? que cierra su Fight Club. En ese momento el mensaje era hay gente que hace mucho tiempo interpretó este tópico de una manera más brillante. Pero al mismo tiempo, Tarantino vive de buscar esas referencias olvidadas y oscuras y admirarlas. Tarantino no brinda un mensaje en particular, no les hace un homenaje particular, quizás por aquello de que una verdad de tan repetida se banaliza.
A primera vista, diría que Los Amigos invisibles siempre arrancaron sus conciertos con un cover, porque realmente disfrutaban un tema y querian compartir ese disfrute. Ese disfrute podía ser jocoso y no terminar convertido en burla. Es el caso de la Avalancha de éxitos de Café Tacuba. Pero las masivas colecciones en tributo a bandas legendarias han sido más bien proyectos comerciales para conseguir discos de platino sin un mayor esfuerzo creativo y sacar a la luz a grupos underground de la mano de algunas bandas de renombre. Eso no le resta autenticidad a un cover tan genial como el que Skank hace de Wrapped around your fingers o el que hace Lunascape de How to disappear completely en un tributo menor a Radiohead. A veces también salen cosas buenas partiendo de un proyecto comercial, es sólo que cuando las cosas se hacen por iniciativa propia parecen más meritorias.
Es por eso que siempre seré un escéptico de las reuniones motivadas por disqueras. Más de un grupo se habrá reunido porque descubrieron que no podían vivir separados. Más de un revival es espontáneo. Y siempre tiene ese valor romántico del arte por el arte.
Y que la reunión de un grupo esté motivada principalmente por la plata, aunque puede generar trabajos geniales, siempre despertará sospechas en bocones menores como este servidor, que le buscarán las cinco patas al gato y no terminarán de aceptar que es de pinga tener de nuevo a Pixies, aunque sea para una sola gira, aunque signifique que una heroína como Kim Deal dejó de lado el ideal romántico de las leyendas.
Pero bueno, tendré que sentarme a oír The Stooges y terminar diciendo it all goes back to Iggy Pop, porque uno nunca sabe.
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