[an error occurred while processing this directive]



   

Crónicas de Esquinero: Incen-diario

-Adán Fulano
<[email protected]>



    El mundo es un esquinero que encima tiene, como abrigos, miles de historias que nombran al vértice desde el recuerdo, el final de la calle. La primera esquina que recuerdo, que no necesariamente fue la que conocí, desde mi detención en la vida, la nombró el ayuntamiento del hoy municipio Libertador en deshonor a un asesinato, sangre y lluvia reflejaban las caras de los curiosos y una eventual luna descuartizada.

    En este país, se queman los prostíbulos, pobre gente sola, exploradores del sudor, se achicharran para colmo de sus males, amando a una buena mujer, de esas que quita sueños y devuelve esperanzas, gozando de un hombre como sí un padre, un hijo, una compañía que protege. Entre la esquina Miracielos y la esquina de Hospital o cualquier otra regada en la Avenida Baralt, murieron veinte personas, mientras José Jesús, de la ventana del edificio del frente grababa gritos y llantos de los dobles desesperados en la casa que resultaba su único cuido.

    Han pasado tres años desde que la llama del sexo se volvió verdad, desde que Dios castigo aquel placer y clausuro el local donde tanta vida se perdió, la segunda crónica de esquinero es en honor a esos desaparecidos que nadie llora, a las incontables mujeres campesinas que perdieron sus hijas, a las viudas y madres que extrañan sus hombres y sus niños, a las hermanas que se quedaron sin familia, a los niños que terminaran de criar sus abuelas, a las botellas, que vacías sobre el mostrador no yerguen de nuevo el comercio de pieles humanas, las más buscadas por los cazadores de este tiempo.

    Podría ser venal y banal esta historia repetida, se incendiaron unas prónubas, pero la verdad, que apenas es, asoma siempre su destino suicida del solo recuerdo, sí se habla de Putas y hombres. Retrasará el principio la búsqueda, este mundo de sombras y recodos, junto con sus aceras se volverá tiendas que tendrán grabados en las entradas: “... Bar, recuerdo del una vez la calle. Que terminen en mí, de una vez por todas, con esto de preguntar direcciones... ”


   




[an error occurred while processing this directive]