Cuentos cortos
DILEMA
Siempre decidieron por él. En el funeral llegó la ocasión, pero se quedó petrificado ante la encrucijada: ¿Café? ¿o té? ¿Cuál bebida caliente elegirá Su Majestad, hace poco huérfano y ahora viudo?
EVIDENCIA
Entonces Eva dejó la quijada del burro en la mano del dormido Caín.
ANHELO
Con dulce voz, el hada dijo: “Pide un deseo, cierra los ojos y sopla las velas para cumplirlo”. Cerró los ojos, pidió el deseo y no había hada, después de abrirlos.
INAPETENCIA
Indiferente ante el teclado de su máquina de escribir toma su lápiz, pero de la mina sólo salen manchas. Enciende el computador y el cursor titilante le invita a pulsar alguna tecla, pero lo apaga. Abre su cuaderno de notas buscando pasión, pero no la encuentra. Vencido, va a la nevera y no toma nada. Agotado, se acuesta al lado de su amada, pero allí tampoco despiertan sus ganas. Bosteza entonces, sin preguntarse cuál apetito perdió primero.
ESCENA
Ella se aferra al cuello de su chaqueta en tanto que sus pies se hunden bajo el piso. Sus ojos imploran clemencia y él, inalterable, una y otra vez la apuñala rencorosamente. Terminado el acto, se enciende la luz, el público aplaude. Al escenario regresa el actor agradecido, saluda, se despide y los espectadores comienzan a salir. Baja el telón y nadie advierte que la actriz aún no se levanta.
CONTRALUZ
A Adriana González Botero
Ella insistía en que añil era el color de la fortuna. Yo, cauto, la veía parda. Su potente voz no fue suficiente para convencerme, ni sus racionales argumentos matizaron el tono. De pronto, ella me condujo con sutileza hacia la luz. Y entonces mis ojos, acostumbrados a las sombras, vieron por una milésima de segundo la claridad directa que los tornó ciegos.
TELA DE JUICIO
Los sastres de palacio no lo engañaron con lo del traje nuevo. Tenía claro que el vestido no lo verían los estúpidos e ineptos; tampoco el resto de la corte. Todo resultó ser un ardid del exhibicionista emperador.
ROPA SUCIA
La abuela cogió el cesto de la ropa sucia y lo cargó hasta el lavadero. Una vez allí, sacó el jabón azul rey y empezó a lavar la ropa interior de su adorada nieta. Las diminutas tangas llenas de pavesa de chimenea no la llevaron a sospechar siquiera, de aquella relación tormentosa de Caperuza con la Cenicienta, surgida por la sombría influencia desplegada desde Hollywood.
ORGÍA
La Reina, arrinconada, sabe con certeza que dentro de poco le caerán encima los peones. En la oscuridad, uno a uno, invadirán su majestuosa figura. La tocarán, la palparán, la tentarán y gozarán de ella en persistente aquelarre. Alguien debe poner orden en ese tablero de ajedrez recién cerrado.
DESEMPLEADOS
Crece la fila de insensatos postulantes que intentan llenar la vacante. Llegan desde diversas latitudes montones de necios aspirantes. El desfile de los ineptos que quieren ocupar el puesto aumenta día a día. Todo por un rumor que inició Nietzsche, diciendo que un alto cargo había quedado vacío tras la muerte de quien lo desempeñaba.
Aymer Waldir
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