OBRA: El hombre y sus circunstancias. Cuando esta revelación es poetizada, se ejerce el poder del teatro. Transmutación tan mágica e inmortal como el hombre que nace , se eleva y muere en cada uno de nosotros. No es posible desligarla de la naturaleza humana. Tan consecuente a ella como hacer un cuenco con las manos para beber, enroscarse en un caracol de dolor o saltar al cielo con entusiasmo. Cuatro tablas, dos actores , una pasión, un espectador. Todos los demás accesorios pueden desaparecer mientras el ritual sagrado del contacto nos sacuda. Se tornará el mundo virtual, morirán los libros, no habrá texto que compartir, pero bastará que dos hombres se encuentren , se crucen una mirada para que se narre una historia en un gesto o una palabra, para que la literatura sea. Para que todo vuelva a comenzar. Magia básica y poderosa. Es la gran celebración a ese gesto humano que toma la sabiduría de los ancestros, lo revive perennemente con nueva savia y lo usa como la punta de una lanza clarividente. Es la celebración a esa fuerza de la revelación que abre senderos nuevos, con la misión de abatir ventanas y puertas. Dejar entrar la luz para permitir ver las ideas de siempre con una perspectiva diferente. Celebremos la vida celebrando la diferencia, al otro , al que nos cuenta desde su muy adentro una historia que no sabíamos ni imaginábamos. Celebremos así al teatro. Cualquier escenario es bueno. Cualquier obra nos dirá algo. Siempre hablará de nosotros. |
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