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Chatodromo sobre el Retorno del Rey Tolkienboy dice: Niñorata dice: Intensinty dice: Pasquincine dice: Niñorata dice: Tolkienboy dice: Carlosichilla dice: Niñorata dice: Intensinty dice: 100% dice: Tolkienboy dice: Niñorata dice: Pasquincine dice: Niño rata dice
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-Sergio Monsalve |
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GerryDir.: Gus Van Sant. 2002. Gerry supone el retorno de Gus Van Sant al desierto de lo ignoto, de lo inexplorado, de lo recóndito del lenguaje, después de su estadía en la zona de confort, en la meca del remake, en la cumbre del lugar común, en la cima de la paráfrasis, en el no lugar revisitado y recontrafrecuentado por Robin Williams, Sean Connery, Brian De Palma y un largo etcétera de malos imitadores de Hitchcock. Ahora, como si quisiera descubrir algo nuevo, se deja llevar por un ilustre desconocido en medio mundo, el Húngaro Bela Tarr, quien lo conduce hacia el espacio remoto de su excepcional Satantango, faro de Alejandría de Gerry.
Guiado por él, y por el Antonioni de La Aventura, el autor de Drusgtore Cowboy recupera la brújula autoral, dirigiendo un film sobre la desorientación de una generación perdida, argumento recapitulado en Elephant, su obra mayor y su mejor exploración antropológica del teenworld americano bajo la bitácora del steadycam. A los cinéfilos interesados en descubrir al autentico Gus Van Sant, no al de Psycho, recomendamos el alquiler de los siguientes títulos :
Antecedente de Trainspotting, filmado con menos presupuesto y efectismo de banda sonora. Sobreimpresiones de toda guisa y color, ilustran la condición alucinada del protagonista, en una reinvención underground del cine psicodélico, nunca tan optimista como Submarino Amarillo, aunque igual de inconformista con el orden cinematográfico establecido.
Primera obra maestra del autor. Si Memento es el gran tratado audiovisual sobre la amnesia posmoderna, la película de Van Sant puede considerarse la mejor reflexión, jamás filmada, sobre la narcolepsia, espejo invertido del insomnio, también examinado por Christopher Nolan. En la cinta, River Phoenix no tiene problemas como Al Pacino para conciliar el sueño, sino para mantenerse despierto. Mientras los personajes de Drugstore Cowboy consumen drogas para evadir su miseria, el protagonista de My Own Private duerme para eludir su presente de angustia y soledad, descansando en paz, como un muerto en vida, como un zombie de pesadilla urbana. Por otra parte, la cinta es reconocida por ser una exponente del Queer Cinema, antitesis humanista de las películas de loca con moño suelto; estereotipo gay de la dominación masculina. Influenciado por Anger, Fassbinder y Paul Morrissey, Gus Van Sant adopta, como Tod Haynes, los preceptos estilísticos de la vanguardia moderna, sus compromisos conceptuales, para confrontar asuntos plenamente posmodernos, pero también históricos, como la marginación, el desarraigo y el destierro, tres constantes existenciales de todos sus personajes, desde el escritor huraño de Buscando a Forrester hasta la vaquera nómada de Even Cowgirls Get The Blues, desde la comunicadora inescrupulosa de To Die For hasta el Norman Bates de Psycho, desde los Kids de Elephant hasta los best friends de My Own Private Idaho, Good Will Hunting y Gerry. En cuanto al tema del compañerismo, cabe destacar un solo punto: para Van Sant la amistad surge como mecanismo de defensa ante la adversidad, se refuerza en la carencia y se destruye en situaciones límite, como en el caso de Gerry. Transparente y minimalista como una cinta de Aki Kaurismaky, Gerry desarrolla un ejercicio de realismo documental por medio de técnicas como el long shot. Por consiguiente, no hay interés de parte del autor por juzgar a los personajes y mucho menos por dramatizar sus conflictos más allá de lo necesario y de lo exigido por la verosimilitud de las circunstancias. En equilibrio con el argumento, la cámara y la acción quedan reducidas al mínimo para explotar al máximo la impresión de extravío. Y el resto lo hace la estética del desierto definida por Olivier Mongin en El Miedo Al Vacío:
Como corolario de todo, dos niños estrella, Matt Damon y Casey Affleck, transfigurados en seres humanos por el único director que los puede despojar de su aura massmediática. Por cierto, y como dato final, ambos participaron en la redacción del notable guión.
-Sergio Monsalve |
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Crónica de una coronación anunciadaEl oligopolio del mercado concentra en pocas manos la propiedad del oscar. Corrijo, en sus propias manos o tentáculos. Nada más arbitrario, nada menos democrático. Pero no se lo tome a mal. Así son las corporate rules. Cualquier reclamo o sugerencia, remítase a la administración. De seguro no lo atenderán. Thats show bussines. Trague grueso, muchas cotufas, y vea, si la pantalla grande lo deja. Si usualmente apenas compiten cinco multimedios por el premio de la academia, este año el cuello de botella se ha reducido en cuatro centímetros: Time-Warner, Universal, Twentieth Century Fox y Columbia. Dije cuatro y no cinco, pues Focus, la productora de Perdidos en Tokio, es filial de Universal-Vivendi. Ergo, es la hora, es la hora de los grandes estudios. Hasta la vista, producciones pobres, negrillas y tristonas. Out Elephant, in Seabiscuit. Afuera minorías deprimidas, pasen adelante Frodo y compañía. Bienvenidas sean a su zona V.I.P., las very incorporate pictures. Sin duda, el 29 de febrero se premiará no tanto a la calidad como a la ganancia neta obtenida en el box office, cual ranking de Fortune con Bill Gates a la cabeza. Por tanto, prepárese Señor de los Anillos a ser la primera trilogía en recibir los honores de la santa sede, por todos sus millones de fieles contabilizados en el planeta. Ante la riqueza recaudada por su majestad, nos inclinaremos en señal de aprobación. Gracias a su excelencia, hemos retornado a la era dorada. Los años cincuenta, con sus aventuras entre galeones y tierras medias, han regresado para quedarse, hasta quemarse. Revival de géneros cerrados sobre si mismos, para despertar viejas pasiones en las nuevas generaciones. Total total, son dos de Universal contra una de la ultrarepublicana Time Warner, una de Fox y una de Sony. ¿Y al ratón Mickey lo dejaron sin nada, él que siempre se lleva todo? Sí y No. Es decir, por portarse mal en la taquilla a lo largo de la temporada, queda fuera de las categorías más codiciadas. Pero como a su Ciudad de Dios le fue tan bien en el mercado alternativo, obtiene el premio de consuelo de las nominaciones secundarias. Es el fin de la hegemonía Miramax en el apogeo de la cultura del derroche, cuando el pentágono y Hollywood botan la casa por la ventana, mientras Terminator fustiga verbalmente las espaldas mojadas de los miserables. Así de justo es L.A. De un lado se producen películas de 300 millones de dólares. Y del otro se reproducen indigentes y menesterosos. En el medio de todos, un gobernator como Frankestein. En el lugar de Miramax, Focus viene a dar la cara por el mal llamado cine independiente, en este caso dependiente de la Universal-Vivendi y de Francis Ford Drácula. ¿Nacerá una nueva estrella en la figura de Sofia Coppola? Su padre y su American Zoetrope venderán hasta el alma para que así sea, por el bien de la familia y por el futuro de su negocio. ¿Bill Murray le ganará al ñangaroso de Sean Peen, después de su viaje a Irak, de sus alegatos periodísticos contra el nuevo marcathysmo y tras abrir su gran corazón humanitario a las causas perdidas del mundo árabe? Todo es posible en la viña del señor de los añillos. Y a todas estas, qué diablos hace el capitán perla negra en medio de todo este alboroto. ¿Será que la academia se volvió loca, esquizofrénica o sus miembros se fumaron un porro? Pues no, mis estimados, recuerden que por detrás de tanto desenfado, de tanta sin razón legalizada, está el Corsario del Caribe y de los ultramares animados, osea, Mickey Mouse en persona. Hablando del tema, después de tanto nadar, ¿Nemo encontrará por fin lo que tanto andaba buscando? Los entendidos de Las Vegas apuestan a que yes. ¿Y mejor actor secundario? No sé sabe, pero Benicio puede repetir, aunque la competencia está dura con Tim Robbins, ganador del Globo de Oro en el mismo renglón por susurrar, caminar con la cabeza gacha y poner cara de loco expresionista. Peor mueca, imposible. Renee Zellweger no debería perder en la categoría de best supporting actress, pero no se descartan sorpresas de último minuto. Pronósticos aparte, su papelito en Could Montain brilla por su ausencia de sensatez, aunque no por su plétora de sentimentalismo sobreactuado. La contienda por la mejor actriz será reñida, y todo se decidirá en un final de fotografía entre Charlize Theron y Diane Keaton. La primera se luce en Monster, la segunda luce sus partes nobles en una comedia otoñal. ¿Ganará lo nuevo o lo viejo? Si los reporteros del corazón no se equivocan, Charlize se lo llevará de calle, gracias al arte del make up. Si triunfa la razón de la nostalgia, Diane Keaton recibirá su segunda estatuilla. Si la votación viene cerrada, den por hecho el ex quo, en un gran abrazo intergeneracional.
En cuanto a los guiones adaptados, la poca imaginación de los miembros de la academia se pondrá de manifiesto en su respaldo ecuménico a la novela de Tolkien. Por tratarse de una pobre adaptación, esperemos equivocarnos. Guión original será la única oportunidad de Sofia en subir al podio de los triunfadores. En vista de la exclusión independiente, lo recibirá como premio de consuelo en nombre de todo su gremio. De ganarlo cualquier otro nominado, sería además de una injusticia, una verdadera patada contra el estomago de las nuevas generaciones. Incorrección política poco posible pero no desechable del todo. Finalmente, si los pronósticos del Globo de Oro no fallan, El Rey sucederá en el trono a la última reina de Miramax, Chicago. La 76 entrega del Oscar se vislumbra entonces como otro deja vu, como otra secuela de El Señor de los Añillos. Ojalá erremos, como vulgares mortales, en nuestro arbitrario ejercicio de especulación, y descubramos esa medianoche una película completamente diferente a la anticipada por todos los trailers de la prensa internacional. Para terminar, una lista negra de Dave McCoy, compuesta por los ignorados del año en las nominaciones de la academia, categoría por categoría:
-Sergio Monsalve |
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En Carne VivaDir.: Jane Campion. 2003. Jane Campion no tiene el corazón en Carne Viva como Rafael, tampoco sangra por ninguna herida como La Lupe, y su última película no se hizo con el afán de exhibir a Meg Ryan en trapos íntimos, como tanto aseguran los nietos de Chepa Candela, o mejor dicho, los exaltados herederos de la chismografía nacional. Aunque a varios machistas les cueste reconocerlo o aunque a usted lo inviten a pensar lo contrario, la directora de esta película es probablemente la mejor realizadora y guionista en activo, al menos en Occidente y en buena parte del resto del mundo, así como en el terreno de Tarantino y Robert Altman, con quien por cierto compartió honores en el festival de Cannes. En su haber cuenta con dos Palmas de Oro, una al mejor cortometraje y otra a la mejor Película por la casi muda y sobresaliente El Piano, ejercicio extremo de cine puro en la tradición del melodrama silente postvictoriano. Ella es, para decirlo con otras palabras, la Virginia Woolf de nuestra época o al menos su genuina heredera, sin desmerecer a otras aspirantes a la fortuna de la reina. A propósito, la novela Al Faro, escrita por Woolf, recibe un merecido homenaje por parte de Jane Campion en la mal llamada En Carne Viva, a la que desde ya deberíamos denominar por su auténtico nombre: In The Cut, título polisémico de resonancias alegóricas dentro de la trama y dentro de la propia vida del personaje principal, pues se trata de una mujer madura, adulto contemporánea, en el corte de su vida, ante un punto de corte sentimental, a mitad de dos cumbres borrascosas, y dividida por dos pasiones antagónicas pero complementarias a la vez. Una, su amor por la escritura y otra su obsesión por la crudeza de los bajos fondos, envueltos en atmósferas pestilentes y repulsivamente fascinantes como las de Abel Ferrara, Martín Scorsese, el Gaspar Noe de Irreversible y el David Lynch de Terciopelo Azul, cumbre estilística del thriller erótico. Como en estas ficciones, el argumento de la película de Jane Campion narra un clásico descenso a los infiernos, con retorno al hogar incluido, pero sin paraíso o salvación a la vista. Aunque no está asegurada la ascensión al reino de los cielos, para ningún protagonista, pareciera quedar abierta la posibilidad de redimir sus culpas en el mañana, en estricta monogamia y como dios manda. Sin embargo, la fotografía en claroscuro y el ambiente carcelario del último acto, niegan la viabilidad del final feliz. Por tanto, como en El Piano, las relaciones de pareja implican una sujeción, de tintes masoquistas, entre dos prisioneros de la soledad, atados como cónyuges por unas esposas, y encadenados hasta la tumba como los gemelos de Inseparables, película oscura de David Cronenbreg sobre el destierro, la dependencia, el ostracismo, la orfandad y la incomunicación como problema de las grandes ciudades desintegradas. Precisamente, como telón de fondo de In The Cut sobresale la periferia de Nueva York; y como eje conductor de la tragedia, dos personajes marginales, unidos por la desgracia. Entre ambos representan la antitesis de la pareja perfecta. Son la visión opuesta y desesperada del amor a primera vista. Su relación se desenvuelve como contrapartida de un cuento romántico y bucólico, inculcado a la protagonista durante su niñez. La fábula, rememorada en flash backs, contrasta estéticamente con el plano realista de la película. Con ello, la directora pone sobre el tapete la dualidad posmoderna entre relato y realidad, texto y referente, para concluir en su absoluta incompatibilidad. Para destacar cinematográficamente su punto de vista, la directora confronta la clásica crudeza documental con la estilizada puesta en escena de las leyendas fantásticas. Pero eso no es todo, y mucho menos, lo más importante. En un acto a considerar como alta traición a la mitología del star system, Jean Campion transfigura a Sally, la niña aburguesada de las comedias rosa, en un autorretrato viviente de Cindy Sherman, bañado en sangre y a la deriva. Es decir, Meg Ryan reconoce la decadencia de su aura divina, la artificiosidad del género y su no va más, al desmitificarse a sí misma ante sus fans, en un soft porno de ideas duras. Como en todo, la metamorfosis de la reina de las love stoy, supondrá el cierre de un ciclo y el principio de otro, seguramente más kafkiano que el anterior, valga la acotación.
Salvo por el tópico desenlace de thriller telepolicial, In The Cut es posiblemente la película femenina más arriesgada que ha pasado por nuestra cartelera desde La Cienaga de Lucrecia Martel, sin contar con la atrevida Perdidos en Tokio de Sofia Coppola, estrenada en la víspera de San Valentín. Tres buenos pretextos para recordar, una vez más, la vigencia de aquella profecía de Shoei Imamura: el futuro del cine es mujer.
-Sergio Monsalve |
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Una casa con vista al marDir. Alberto Arvelo. 2001.Antes que nada, sume y compare (datos del 7 de febrero):
Como ven, Una Casa con Vista al Mar se erige en medio de una cartelera abarrotada de castillos medievales y fortalezas feudales, películas de cien pisos y largometrajes colosales, con presupuestos astronómicos, más superestrellas que en el firmamento y grandes campañas de marketing, cuyo tamaño tiende a ocultar y a desfavorecer a las pequeñas producciones, al reducirlas a la mínima expresión mediante la exaltación publicitaria de blockbusters. La batalla entre la casa y las grandes torres del cine trasnacional, es desigual y desleal en términos comerciales, corporativos, y financieros. Si por ejemplo comparamos sus costos de producción con los de El Retorno del Rey, la balanza se inclinará desproporcionadamente hacia el lado de El Señor de los Anillos. De igual modo, su decena de premios internacionales, merecidos por demás, luce desdibujada ante las nominaciones al oscar de sus competidores más cercanos. Sin embargo, en materia de séptimo arte, que es lo que de verdad importa, la película de Alberto Arvelo no tiene nada que envidiarle a sus contendientes extranjeros, definitivamente más básicos y letales que nunca. Su guión cuenta no sólo la historia de un padre que aprende a ser Padre Padrone y de un niño que aprende a ser hombre, sino además describe la esencia de un país, contenida en un par de botas, que fungen como metáfora de nuestras esperanzas, injusticias,carencias y limitaciones. En cuanto a las actuaciones, destaca la interpretación de Imanol Arias como el protagonista de la trama, aun cuando su acento castizo nos distancie del contexto paramero, en los puntos climáticos de la acción.Sin duda,uno de los inconvenientes de trabajar en coproducción. La fotografía de Cezary Jaworsky es, por supuesto, impecable tanto en exteriores como en la penumbra. La música es incidental y mueve al juego de las lágrimas, en consonancia con la estructura melodramática del argumento. Mientras el insolvente casting juvenil parece extraído de un capítulo de Los Últimos, el reparto de secundarios adultos se destaca en los momentos de contención dramática, pero sale de tono cuando se caldea el ambiente, en conformidad con su escuela teluculebrera. A partir del sonido directo, Stefano Gramito compone otra de sus esmeradas sinfonías ecológicas, al compás de la lluvia, la brisa ,el ruido y el silencio. Dirección de arte lo hace muy bien en interiores, pero abusa de colorinches y coroticos en las fiestas patronales de tamaño natural. En cambio, la cámara brilla en las panorámicas a campo abierto , pero se resiente de un estancamiento casi catódico ,casi teatral, cuando filma y opera bajo techo. En resumidas cuentas ,la propiedad horizontal de Alberto Arvelo se sostiene por muchos pilares del cine nacional, aunque sus bases corren el riesgo de ceder ante el impacto comercial de los tanques multinominados de Hollywood.
Muy mal empezó el año para el cine nacional. Del lado privado, una cayapa comercial contra Una Casa Con Vista al Mar. Del lado oficial, la depuración bolivariana de la Fundación Cinemateca Nacional, a golpe de furruco. Dos sectores en pugna se hermanan una vez más en el despliegue ostentoso del despropósito. Su cogobierno rinde, de nuevo, los mismos frutos podridos de siempre. Recójalos en su sala de confianza.
-Sergio Monsalve |
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