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Sagradas Re-escriturasGénesis Al cuarto día, Dios creó todos los monstruos marinos y todos los seres que viven en el agua según su especie. Y vio Dios que todo ello era bueno y los bendijo diciendo: creced y multiplicaos. Y como estaba tan contento se dedicó a pasar el resto de la tarde, apoyado en la baranda de la nave, tirando por la borda pedacitos de pan a los tiburones expectantes mientras cruzaba la línea del ecuador. Límites Espanto Esto no es una parábola Justo antes de echarla Pienso que ese fue su gran error. Pecado original y II Un hecho irrefutable -Rigoberto Rodríguez |
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EpisódioMetal impuro, medalhão da sorte sem poderes ocultos, moeda cunhada nos tempos do sofrimento. Estas foram as primeiras hipóteses para descrever o objeto que estava cravado entre os dedos daquele incógnito ser na angustiada mesa de necropsia. Ele fora encontrado no cume da montanha [ironicamente denominada Paraíso]. Ainda não atingira a idade do lobo. Concluídos os primeiros exames, tentava eu montar o quebra-cabeça do devorador de minha tranqüilidade. Não saí da primeira peça. Nenhum indício de sua morte, os órgãos internos estavam perfeitos, o que era incomum para alguém de sua idade. Uma luz artificial refletiu-se em meu rosto e o Senhor das dúvidas percorreu-me o corpo. A moeda abandonou seu hospedeiro, furtando-me a concentração nas análises. A ampulheta é invertida. As runas traçam diferente destino. O vento noturno conduz a uma estranha sensação; estou na montanha Paraíso. Solitário. Vestígios de sanidade. Abruptamente o cenário é invadido por outra criatura, mas ela não sente minha presença. Senta-se em posição de lótus, parece admirada com o horizonte. Num movimento angelical, ela retira um objeto circular de suas entranhas. Olha-o e seu semblante transforma-se. Grita e atira furiosamente o objeto montanha abaixo. Vira-se para mim: olhar vago, um quê de decepção. Chove. A chuva cobre seu corpo num lamento. Uma gota rubra remete-me à cena inicial: [Metal impuro - Forja mestra de almas, invento impondo sua cadência, arquitetando o cotidiano, monarca das ilusões. Sou servo banhando-me em espelhos de lágrimas]. Permitiram-me o sol, mas há dias não sinto sua luz.
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Había sido encontrado en la cumbre de la montaña (irónicamente denominada Paraíso). Todavía no había alcanzaba la edad del lobo. Concluidos los primeros exámenes, intentaba yo montar el rompecabezas del devorador de mi tranquilidad. No salí de la primera pieza. Ningún indicio de su muerte, los órganos internos estaban perfectos, lo que no era común para alguien de su edad. Una luz artificial se reflejada en mi rostro y el Señor de las dudas había recorrido mi cuerpo. La moneda abandonó su momentáneo huésped hurtando mi concentración en el análisis. El reloj de arena está invertido. Las runas trazan diferente destino. El viento nocturno conduce a una extraña sensación; estoy en la montaña Paraíso. Solitario. Vestigio de sanidad. Abruptamente el escenario es invadido por otra criatura, pero ella no siente mi presencia. Se sienta en posición de loto, como maravillada con el horizonte. En un movimiento angelical, ella saca un objeto circular de sus entrañas. Lo mira y su semblante cambia. Grita y lanza furiosamente el objeto montaña abajo. Él se vuelve hacia mí: una mirada vaga, algo de decepción. Llueve. La lluvia cubre su rostro en un lamento. Una gota roja me remite a la escena inicial: [Metal impuro - forja maestra de las almas, invento imponiendo su cadencia, edificando lo cotidiano, monarca de las ilusiones. Soy siervo bañándome en espejos de lágrimas] Me permitieron el sol, pero hace dos días no siento su luz.
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