LO MEJOR:

• El apego al texto original. Para los que leen entre las líneas sutiles del autor, es una despedida melancólica a un mundo que ya no será más. Para los que no, es un texto sobre bienes raíces.

• La actuación de Sciamanna. Su “Yermolai” está someramente matizado, desde la intensidad de su amor hasta la densidad de su amargura, en eterna dialéctica con su posición ideológica. También Carlos Sánchez y Haydeé Faverola son una acertada elección.
  

• El valor del grupo TET, al mantener vigentes a los clásicos.

LO PEOR:

• El desbalance entre el nivel de las actuaciones. Al ser tan notorio, hace desear, por la extensión de la obra, que terminen de cortar esos cerezos.
  

• Si se desea ser fiel al texto hasta las ultimas consecuencias, la ambientación y vestuario, o siguen al misma pauta, o juegan a salirse completamente de contexto. Se perdió una oportunidad de replantearse otro mundo; por ejemplo, de darnos un espejo, aquí y ahora.
  

COROLARIO:

• Cuando un mundo es obligado a desaparecer, se lleva también en su disolución la belleza espectacular de sus cerezos floridos.

CONCLUSIÓN:

• La mediocridad siempre acaba con lo valioso, sobre todo, con lo valioso que no se puede traficar, porque no lo entiende.